Un año y medio atrás antes de Knoxville…
Clementina
Me remuevo en la cama del hospital y parpadeo dilucidando mi vista. «Sobreviví a la operación, Alfa me consiguió un corazón»
─Hiciste bien, en conseguirlo tan rápido, era de primera: sano, de una mujer y joven ─escucho hablar al Doctor.
─Sí… ─Lucian corta sus palabras al ver que he despertado, se acerca a mí besando mis nudillos.
─Beta, ¿cómo te sientes? ─Pregunta preocupado.
─Cómo si me hubieran arrancado el corazón ─digo en forma de broma esbozando una sonrisa. La verdad es que me duele mucho el pecho que en este momento está vendado.
─Es normal que te sientas diferente, tu nuevo corazón se está adaptando a tu cuerpo y esperemos no lo rechace ─comenta el Doctor.
─¿Cómo que rechazarlo? ─Espeta Alfa.
─Sí, pero con los medicamentos y el cuidado debido; eso se evitará, es una probabilidad muy baja en el caso de Clementina ─explica asustado. Sostengo la mano de Alfa llamándole la atención.
─No lo voy a rechazar porque lo conseguiste tú; me diste otro corazón porque el mío estaba dañado ─digo y él asiente dejando salir un suspiro─. ¿Por qué tan pensativo? Seguramente me veo terrible ─pregunto en cuanto se va el Doctor dejándonos a solas.
─Te ves hermosa.
─Mientes tan bien, Lucian.
Él suspira ahora preocupándome.
─He pedido por la chica que tú me comentaste, la han sacado de las fosas y la traerán para que esté bajo mi custodia. Al parecer es sobrina de algún Gobernador y la estaban usando de cebo todo este tiempo ─dice y abro mis ojos con sobresalto─. No sabes lo que estoy haciendo por ti…Harvey buscará matarte en cuanto baje la guardia, a veces pienso que estás a salvo lejos de mí ─declara. Arrugo mi cejo con desconcierto, niego con la cabeza tragando con dificultad por el ardor de mi garganta lastimada.
─No digas eso… ─murmuro.
─¿Y si dejas de amarme? ─Pregunta, sostengo su mano.
─Si eso llegara a pasar, me iré muy lejos. Es más torturador salvar a alguien que no te ama ─digo con sinceridad.
**
Meses después de la cirugía…
Veo la cicatriz que divide mi pecho, trago con dificultad colocándome la pomada para que se aclare. Al parecer el corazón se aferró a mí y no me rechazó, pero…sigo sin sentir que sea mío o que me pertenece, no he querido preguntarle a Lucian cómo lo consiguió porque no soy una tonta para no darme cuenta de que es un mafioso y consigue las cosas de la peor manera.
Solo espero en mi interior, que esta persona no haya sufrido ni su familia. Sé que soy una egoísta, pero no pude negarme a que Alfa insistiera en salvarme de cualquier forma, él tenía miedo de perderme y creo que me ha perdido, pero sigo viva.
─¿Te sientes extraña? ─Pregunta Daniela; la nueva custodiada de Alfa gracias a mi insistencia. Recuerdo el verla dentro del camión asustada con su vestido de fiesta y su cabello castaño largo, que ahora está corto por encima de los hombros.
─Sí… ─respondo tragando con dificultad.
Cierra la puerta detrás de ella encerrándonos en la habitación y llama mi atención. Se acerca a mí clavándome sus ojos oscuros.
─¿Eso quiere decir que ya no amas a Alfa? Si te digo que pronto podremos salir de aquí…¿Vendrías conmigo? ─Susurra. Doy un paso atrás en ofensa.
─No voy a traicionarlo.
─No pertenecemos aquí, se te nota en el rostro que no quieres estar a su lado.
─Él nos salvó…
─¿Piensas que le debes la vida? Gracias a estos mafiosos nosotras hemos sido torturadas y arrancadas de nuestras familias, no me digas que tienes el síndrome de Estocolmo ─espeta en voz baja.
─Daniela, detén lo que estés planeando nos vas a matar a todos, Harvey no perdonará que intentemos escaparnos, hará que Alfa nos fusile por traicioneras ─manifiesto negando con mi cabeza.
─Clem…
─Sé que ya no siento lo mismo luego de que me hicieron el trasplante, pero no quiero hacerle daño.
─Los sentimientos no están en el corazón.
─Eso díselo a mi corazón ─reitero clavándole mis ojos.
Camino hacia la puerta abriéndola.
─Ve a tu habitación, y olvida esas ideas locas ─demando con seriedad.
─Tú no eres “Beta” eres “Clementina Quinn” la periodista activista que arriesgó su vida para que intentar salvar muchas o darles una voz a las victimas de estas personas, recuerda eso ─dice saliendo de la habitación, lanzo la puerta posando mis manos en mis ojos al sentir el escozor humedecerlos. Sollozo por la impotencia por no saber qué siento o qué debo de sentir, me he perdido o quizá he abierto los ojos finalmente.
He estado viviendo una fantasía dentro de un infierno.
**
Días después…
La puerta de la habitación se abre con fuerza tumbándola al suelo, salto de la cama por el susto y veo a Lucian parado con la respiración acelerada y los ojos rojos algo humedecidos.
─Lucian…
─¡No me llames así! ─Exclama sobresaltándome. Trago con dificultad cuando veo a Harvey entrar detrás de él con la mirada fría─. Soy tu maldito “Alfa” ten un poco de respeto.
─Alfa…¿Qué ocurre? ─Reitero con mi voz temblorosa al verlo así; se nota más grande y provoca miedo, como si estuviera poseído por una bestia.
Harvey suelta una carcajada que me hiela la piel.
─¿Eres idiota o qué? No te hagas la inocente, ¡sabes lo que ocurre! Tu puta amiga nos armó una trampa y se la han llevado, pero antes se han cargado a muchos de los nuestros atrapando al Torre ─anuncia a lo que mis ojos se abren de par en par «Daniela…no puede ser, lo hizo, ahora piensan que tengo algo que ver junto con Alfa» pienso mirándolo.
─No sé nada, no tenga nada que ver, Alfa…te lo prometo ─digo rápidamente.
─Hechizaste a mi mano derecha, no pudiste darle un heredero, estás dañada por dentro tanto que tuvieron que hacerte un trasplante y saliste traicionera ─dice Harvey llenándole la cabeza a Lucian de estupideces.
─Lo del bebé…
─¡Clementina, haz silencio! ─Exclama Alfa, y sus ojos me llaman la atención. Parecen muy tristes─. Si no vas a decir dónde está Daniela Padrón, es mejor que te calles, gracias a ti la saqué a ella de las fosas ¡Tú me lo pediste! Y ahora ni siquiera me dejas tocarte ─manifiesta y sus palabras me duelen.
─Luci…Alfa, no sé dónde está, ella no me lo dijo. Cree en mí por favor, ¿acaso dejé de ser tu “Beta”? ¿Ya no me amas?
─¿Tú me amas? ─Espeta con dureza encarándome.
Trago con dificultad.
─Te quiero, Alfa, pero es que, me he sentido extraña…
─Basta de estupideces, castígala, Alfa. A menos que quieras que lo haga yo porque nunca la volverás a ver, haré que sufra hasta morir ─interrumpe Harvey de manera tajante.
Mis ojos se abren escocidos mirando al hombre que he amado estos últimos años, él aprieta sus manos con fuerza. Doy un paso atrás.
─No quiero… ─murmura casi en un sollozo─…pero tengo que hacerlo, no puedo perderte ─agrega y mi alma se parte.
─Lucian ─susurro con un sollozo mientras que mis lágrimas se deslizan por las mejillas y mi corazón late con fuerza. El recuerdo de mi padrastro lanzándome al suelo y colocándose encima de mí avasalla mis pensamientos proporcionándome miedo, los recuerdos están llenos de mucha sangre y mi madre con un cuchillo en la mano al salvarme de él…o eso es lo que me obligó a creer.
Y de repente, un golpe me tumba al suelo dejándome inconsciente por lo fuerte con lo que lo hizo, como si hubiera querido desmayarme de un golpe para nunca más a volver a hacerlo.
**
Al abrir los ojos, siento algo frío en mi mejilla, me percato de que es Lucian sosteniendo una bolsa de hielo contra mi piel. Me aparto asustada alejándome de él, su semblante es tétrico como si él estuviera más dolido que yo.
─Lo siento…tanto ─dice con la voz ronca y frunciendo todo su rostro. Mira su mano para comenzar a golpearse así mismo con mucha fuerza; haciéndose daño─. Lo siento tanto mi Clementina, pero…tenía que hacerlo, tenía que salvarte de nuevo…hazlo tú, golpéame ─agrega y me acerco a él tratando de apartar su mano de él, que se detenga. Niego con la cabeza.
─No tengo que golpearte, no quiero hacerlo. De solo pensarlo me duele igual que a ti ─digo entendiendo el porqué lo hizo.
Cuando lo logro, él ya se ha hecho mucho daño, tiene la piel amoratada y su labio roto mientras que sus nudillos están reventados en rojo carmesí.
─Ya no puedo ─digo llamando su atención, sus ojos se abren con sobresalto.
─Si pudiera darte otra vida…Lo haría. ─Vuelvo a negar con la cabeza ante su suposición imposible─. Lo del hijo de Harvey; está resuelto, él puso su atención en otra mujer, tal vez si…
─Déjame partir. ─Interrumpo sorprendiéndole.
─Harvey te matará si te encuentra. Los códigos nunca se rompen y si se hacen; se pagan con la muerte ─dice conmocionado.
─Lucian, no soy un ave que puede estar encerrada en una caja de cristal; sabes que he dejado de lado quién soy en realidad, no soy domable ni lo seré…me abstendré a las consecuencias de mis acciones.
─Clem…
─Seguirás en mi corazón; hay una parte de ti en mí, eso nunca lo olvides ─manifiesto interrumpiéndole.
Me mira sorprendido para terminar abrazándome a su cuerpo, dejándome calentar por su temperatura. «Si llega la oportunidad de huir; lo haré» pienso mirando a la nada mientras escucho los latidos de su corazón.
**
Días después…
Espero al otro lado de la línea para que me dejen hablar con mi madre. No sé por qué tengo un mal presentimiento ya que, tardan en recibir mi petición. Esto es gracias a que Alfa pagó mucho dinero e infiltró a un oficial corrupto que me permite la comunicación con mi madre a parte de proporcionarle lo que necesite con sus medicamentos y un poco de atención especial.
Muevo mi pie en ansiedad levantándome del asiento.
─Beta, ocurrió algo ─dice el infiltrado al otro lado de la línea llamando mi atención.
─¿Qu-qué ocurrió? ¿Por qué no me pasas a mi madre? ─Inquiero nerviosa.
─Ella falleció hace dos horas, tuvo un paro respiratorio y…
─No ¡No! ─Exclamo mientras el sollozo explota de mis adentros. Me niego a creer que la perdí y no volví a visitarla por estar encerrada en este lugar.
─Es todo, Beta ─reafirma colgando la llamada. Lanzo el celular contra la pared y los temblores en mi cuerpo me invaden con las lágrimas humedeciendo mis mejillas, me duele cada centímetro de mí, es horrible. Me quedo de ovillo en el suelo sin poder sentir algo más que dolor y rabia…
**
Miro a la nada escuchando cómo Alfa me grita diciéndome a que reaccione, miro sus ojos con frialdad.
─Basta, Clementina, tienes que volver a la puta vida ─gruñe llevándome a la tina cuando me alza en sus brazos.
─Mi madre…
─Murió y ya, no la traerás a la vida.
─No la pude ver por culpa de esta maldita organización de criminales ─espeto con rabia.
─Te recuerdo que ahora perteneces a ella, gracias a esta organización obtuviste otra oportunidad de vivir ¡Y es lo que tienes que hacer! ─Suelta colocándome en la tina con todo y ropa.
─¡Mátame! ¡Mátame, Lucian! ─Pido desesperada. Él me sostiene el rostro obligándome a mirarle mientras golpeo su pecho con mis puños─. Sé que me odias…ya no es lo mismo, así que, hazlo y acaba con tu problema. Esto no es vida ─digo y su cejo se arruga ante mis palabras.
─Nunca te odiaría por más que me hayas dejado de amar ─dice con la voz ronca y rompo a llorar de nuevo, él me envuelve en sus brazos tratando de que todo mi dolor se le traspase y él pueda soportarlo por mí.
**
Pocos días después…
Salgo al pasillo cansada de estar encerrada en las cuatro paredes, cuando de repente, escucho una explosión que aturde mis sentidos provocándome un pitido en mis oídos luego de lanzarme al suelo. Toso por el humo y la tierra que se concentra en el lugar…muchos pasos rebotan en el suelo y no sé lo que está ocurriendo.
─¡Clementina! ─Escucho el llamado de Alfa a lo lejos mientras hay un intercambio de disparos en ambos lados. No puedo ver con nitidez por el humo que hay.
─Lucian… ─murmuro con dificultad.
─¡Es una maldita redada, nos han traicionado, maten a todos los bastardos que salgan de aquí y protejan a Beta! ─Grita Alfa aún lejos de mí o quizá es por lo aturdida que estoy en el suelo.
De repente, alguien me alza del piso, ayudándome a levantar.
─¿Clementina Quinn? ─Pregunta un hombre cubierto de un uniforme que parece ser del equipo Swat de las fuerzas especiales. Arrugo mi cejo asintiendo con mi cabeza─. Civil encontrado ─anuncia por su radio. En este momento pienso si debería luchar para quedarme o huir de una vez por todas.
No dejo de escuchar el llamado de Alfa a lo lejos y corro junto con el sujeto que me lleva a las afueras del recinto, han abatido a muchos de los hombres de Harvey y hay un helicóptero sobrevolando el área, me sujetan un arnés en la cintura y me comienzan a subir.
─¡Clementina! ─Grita Alfa y miro hacia abajo, mis ojos se escuecen al ver su rostro.
─¡Está huyendo, es una traicionera! ─Suelta uno de los hombres de Alfa que hace ademán de disparar hacia el helicóptero, pero, Lucian lo detiene disparándole en el cabeza. Abro los ojos con sobresalto por lo que hace para salvarme, mi corazón late con fuerza y terminan de subirme al helicóptero junto con los demás y otras mujeres que han podido rescatar.
El helicóptero se aleja del recinto y puedo ver cómo la figura de Lucian se hace más lejana hasta que no le vuelvo a ver…
─Fue una gran misión, encontramos a las personas ─anuncia el sujeto que me levantó del suelo. Él se quita el casco mostrándome su rostro; es un sujeto moreno que me ofrece la mano─. Bienvenida de nuevo; periodista Quinn, somos el equipo de rescate del Swat, trabajamos para el gobierno y para alguien que verás en unos momentos, nos ayudó a llegar al lugar, y ahora están a salvo ─dice, sostengo su mano recibiendo el apretón. Sigo desconcertada sin creer que he huido del lado de Lucian Blood.
**
América
Daniela nos recibe con un abrazo, me han proporcionado una chaqueta para el frío del invierno, es sobrina del Gobernador del estado de Washington D.C. y que gracias a ella muchas hemos escapado de la mafia irlandesa.
─Tomaste una buena decisión al no pelear junto con Alfa ─dice acariciando mi mejilla, aún tengo el moretón y ella lo mira con pena─. Gracias por salvarme de las garras de esos hombres, estaba en deuda contigo ─menciona con una sonrisa. «Fue Alfa» pienso.
─Harvey tomará venganza de esto ─murmuro mirándole.
─No si no nos encuentra, te trasladaremos a un pueblo llamado: Knoxville, es muy lejano y escondido, podrás rehacer tu vida en ese lugar, puedes volver a escribir como periodista para el periódico del pueblo o…hacer lo que quieras ─explica y pestañeo con sorpresa─. Alfa quedó en tu pasado ─agrega acariciando mi hombro.
Asiento con mi cabeza posando mi mano en el pecho por los latidos que se me alteran.
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Actualidad…
Knoxville
Trato de fingir que no me ha sorprendido lo buen parecido que resultó ser el sacerdote y evito hacer notar que mis latidos están encendidos en mi interior junto al fuego que nace en mi entrepierna. No puedo dejar de mirar sus ojos celestes que resaltan de todo su rostro por la tez bronceada que tiene. Su mandíbula está adornada de una barba miel igual que su cabello, él es; grande, imponente y muy ardiente, además de que se nota que debajo de la sotana oscura hay algo bien trabajado. «¿Qué mierda hace un sacerdote que se ve así en celibato?» Estoy anonada y he dicho ya una estupidez por los nervios que crecen en mi interior.
Ahora resulta que me voy a bautizar y tengo miedo de que en cualquier momento la iglesia se incendie, porque soy el pecado en vida. Creo que fue una mala idea dejarme retar por Vanessa y Nicole, realmente pensé que estaban exagerando con la apariencia del sacerdote ¡Esto debe de ser una broma!
Muerdo mi labio esbozando una apretada sonrisa, el sacerdote me mira detalladamente ante mi proposición y arruga su cejo.
─¿Quieres bautizarte? ¿Crees en Dios? ─Pregunta fríamente hacia mí, noto enojo en su semblante como si ya me odiara. Le entrega la biblia a la persona a su lado y baja los pocos escalones hacia mí. Lleno mis pulmones de aire pues esto que estoy sintiendo es muy extraño─. Esto no es un juego, la religión no lo es. No te bautizaré ─dice encarándome, mis ojos se clavan en los de él.
─Sacerdote Cipriano, discúlpeme en nombre de Clementina, ella…
─No estoy jugando ─interrumpo a Arturo.
─Niña ¿Qué estás planeando? ─Murmura mi viejo amigo; casi como un padre para mí.
─Quiero…a Dios dentro de mí ─digo, pero, obviamente pensé en otra cosa. Si realmente planeo hacer que este hombre de Dios rompa sus votos, tendré que hacer sacrificios.
Él abre los ojos de golpe y noto en sus labios la contención, tal vez no entienda mi insinuación, pero ha reaccionado a ella tal a cómo quería.
─Confío en Clementina, y Dios no se negaría a una hija ─manifiesta Arturo abogando por mí.
─¿Entonces, padre? ¿Me bautizaré con usted? Deme la bendición de Dios ─digo repitiendo algunas cosas que decía mi difunto padrastro que me veía como el mismísimo anticristo, y expresaba que mi cabello era rojo por las brasas del infierno.
Sus luceros celestes se desvían de mí y separa sus labios luego de aclarar su garganta. Se nota lo tenso que está.
─Por supuesto; se hará el bautismo ─anuncia, aceptando finalmente.
─Clem, te hará bien conocer a Dios, que bueno el que hayas escogido el buen camino ─menciona Arturo con orgullo abrazándome y miro por encima de su hombro al sacerdote que está para comérselo. ¿Qué tan fuerte es un hombre ante las tentaciones del diablo? Eso lo veremos, padre Cipriano.