Mi cabeza se encuentra recostada de una de las ventanas de Magno, bostezo con pesadez. Eso de hacer el amor de manera intensa para luego madrugar, no es de Dios. ―Buen día, señora Salvatore― indica la azafata rubia con ojos almendra, dejando con una sonrisa una taza de café en la mesa al frente de mí. ─Gracias, Claudia─ musito con una sonrisa, tomando en mis manos, la taza de café para soplar levente el humo de este. ─Dime Katherina, por favor─ insisto antes de que ella se dé la vuelta. Asiente con una sonrisa y se regresa. Tomo un glorioso sorbo, y trato de buscar con mi mirada a Alejandro, puedo escuchar su voz al otro lado de magno de la cabina del Jet privado, dando indicaciones, seguro de trabajo, ya que está hablando en italiano. Suspiro y me recuesto en el asiento, esparciéndom