Prendo mi celular y escribo un mensaje de texto. Rápido, abreviado y con alguna que otra falta de ortografía por culpa de mis dedos y el auto corrector. *Disculpe la hora, soy Charlott Donnovan. Quisiera tomar un café con usted manana en la mañana si es posibe. Tengo la oportunidad de tomar un caso. Ys la única persona que va a poder ayudarme. Sin detenerme a reelerlo siquiera se lo envío. Me quedo un instante mirando la pantalla, esperando porque me conteste y cuando lo hace, mis hombros se encogen. *¿Un caso? Interesante. ¿Mañana a las nueve en el Starbuck's de Belmont y Yale está bien? Qué alivio. Gracias a Dios. *Sí, excelente. Muchas gracias Peter. Peter fue mi profesor cuando estudiaba derecho en la universidad. Jamás había conocido a un hombre tan sabio, tan