Hago el saludo, de igual manera, sigue siendo superior a mi rango.
─Coronel, Black ¿Está aprovechándose de su cargo? No tiene el derecho de tomar a una Capitana de esa manera. Espero pida disculpas a menos que quiera, que dé una orden de enviarlo a la guerra desértica de Pakistán ─insinúa, Harry hacia Jon, sonando como una amenaza directa sin más remedio que disculparse con su discípula, de rango menor.
Jon aprieta sus labios, mirándome con odio.
─General Davis, la capitana me insultó y…
─No escuché ningún insulto, solo lo vi a usted tomarla del cuello. Estoy esperando la disculpa, a menos que quiera pedir el avión que se lo llevará lejos ─espeta, con imponencia, Harry.
─No, señor…disculpe, Capitana Miller ─dice, entre dientes, suficiente para que el General Mayor le dé un asentimiento y que se retire de su vista. El único problema, es que ese sujeto seguirá siendo mi Coronel en esta división y por supuesto, me hará la vida imposible al provocar esta humillación. Siento los luceros de Harry en mí, acercándose un poco más. Puedo oler su perfume, recordándome lo bien que dejaba su aroma en mi piel, luego de follarme con dulzura.
─Es un honor, verle en esta división…General ─digo, enfocándome en mi plan.
─¿Lo dices en serio o solo es una de tus mentiras, Megan? ─Cuestiona, y puedo sentir lo dolido que sigue por lo de hace cinco años.
─Puedes pensar lo que quieras, ¿me extrañaste? ─Inquiero, jugando con la perversión de la situación.
Harry, me encara, acercando su rostro al mío. Su tamaño y porte, siguen igual de magnéticos y podría jurar que mi coño se ha contraído al tenerlo cerca. Me ofusco conmigo misma, por ser una estúpida, que aún le afecta la apariencia exquisita de Harry…mi General Mayor.
─Eres vil, rompes mi corazón y tienes el descaro de preguntarme si te he extrañado…maldición, Megan, es que te ves tan sensual con el pasar de los años, ya no veo al frente de mí a la chica que se dejaba pisotear ¿Qué si te extrañé? Podría decirse que estoy dolido aún por tu traición, pero…tú cuerpo, y tu rostro, me hacen querer flaquear ─manifiesta, erizando mi piel «estás cayendo en mi trampa, Harry» pienso, remojando con descaro mis labios, cerca de los suyos.
─General Davis, le estábamos esperando ─suelta, el General de mi división; Jacob Presto, un anciano respetado y mejor amigo de mi padre. Harry hace el saludo y le imito.
Harry aclara su garganta, dando un paso atrás sin dejar de mirarme.
─Capitán Miller, ya que está aquí, podría acompañarnos en la reunión. Usted estuvo hace cinco años en un operativo acerca de la mafia “Los Huracanes” de Sicilia. Sería bueno, tenerla en la mesa redonda ─expresa, el General Presto.
Alzo mis cejas, asintiendo con cierta sorpresa.
─Por supuesto, General ─acepto, ya que no podría negarme─. Pero, el Coronel Black me dio una orden, que debería de estar cumpliendo en este momento ─agrego, de manera inocente.
─Él lo entenderá, le indicaré a mi teniente que le informe. Nos esperan en la sala de reuniones ─acota, Jacob. Asiento, y el anciano nos invita a seguirle.
Súbitamente, siento la mano de Harry en mi espalda baja.
─¿Te acuerdas cuando te follé encima de la mesa redonda de reuniones? ─Susurra cerca de mi cuello. El recuerdo me invade, calentando mi nuca. Aclaro mi garganta, enfocándome en mi venganza.
─¿Jennifer cómo está? Tú esposa ─susurro, con una sonrisa en mis comisuras. Su cejo se arruga, con molestia ante mi prepotencia.
Entramos a la sala de reuniones, y en el medio de ella, se encuentra la famosa mesa redonda, rodeada de soldados con diferentes rangos. Conecto lo luceros celestes de mi compañero de hace unos años; Max Ferreira, de cabello castaño y ojos seductores, quien me recibió en la división, luego de mi traslado. Mueve su bigote de manera chistosa.
Me alejo de Harry, caminando hacia él, quien me aparta un asiento. Lanzo mi cuerpo a su lado, y él se acerca a mí, lleno de tatuajes, entregándome un trozo de papel, lo tomo en mi mano. Leyéndolo disimuladamente donde coloca “El coronel Black, estaba refunfuñando ¿le diste en las bolas finalmente?” Aprieto una sonrisa, al leerlo.
─Capitana Miller ¿tiene algo que decir? ─Inquiere, Harry, hacia mí con sus luceros fríos. Todas las miradas se fijan en mi rostro, mientras oculto el trozo de papel. ¿Y este qué se cree? Me cuestiono. Si siguiera siendo mi prometido, seguramente, mi amigo Max, seria exiliado por celos de Harry.
─No, lo siento, General ─digo, con ganas de gritarle. Todos terminan de tomar asiento, mientras que el General Presto, encabeza la reunión. Encendiendo las diapositivas.
─¿Ese es el General Mayor de tu anterior división? ─Susurra Max a mi costado. Aprovechando que las luces se encuentran apagadas. Pero la mirada de Harry, sigue en mí.
─Sí…también, mi ex prometido ─murmuro, colocando mi vista en la explicación de Jacob.
─Oh, maldición, muñeca ─suelta, Max. Dejando su espalda en su asiento.
─Como todos saben, seguimos en la persecución de estos criminales, sobre todo, del líder de la mafia; Diaval Gambino, quien ha asesinado a miles de personas estos últimos años, aparte de manejar la red de tráfico más grande del continente. Su último avistamiento, fue hace unas semanas, con la compra de uno de los ferris que circula por aguas Americanas. Su descaro y petulancia de poder, nos llevó a reforzar nuestras estrategias…estamos esperando a que él reaccione contra nosotros por la muerte de sus dos hermanos en manos de SAMC ─explica, Jacob. Presiona el botón, mostrando una fotografía de Diaval Gambino. Su nombre estremece mi cuerpo, y sus ojos grises secan mi garganta. Aprieto mis muslos, al recordar esa noche…aquel orgasmo avasallador «¡No, concéntrate, Megan!» replica mi interior.
Tomo una bocanada de aire, desviando mi mirada a Harry, quien se denota más ofuscado…quizás al ver el causante de nuestra separación y tener que trabajar en el caso para atraparlo. Esto si es un castigo digno para alguien como él. Pero no puedo evitar el morbo que me produce ese mafioso y también el miedo, ambas, una sensación indescriptibles que me hacen dudar de mi cordura.
─La capitana Miller, estuvo en una de las misiones de captura, allí, pudimos acercarnos más al criminal, pero…terminó escapando ─menciona, llamando mi atención.
─Sí…nos acercamos con la v****a de la capitana ─murmura uno de los tenientes, provocando risas en la sala. La vergüenza mi invade, llevando a mi corazón a latir con fuerza.
─¡Silencio! ─Grita, de repente, Harry. Pareciendo muy molesto─. ¿Qué es esto, un prescolar? ¡Son malditos soldados, respeten a sus superiores! ─Espeta, y puedo notar cómo las venas se prensan de furia en su frente. Me sorprende por cómo me ha defendido ¿Por qué?─. Prosiga, General Presto ─agrega, luego de aclarar su garganta y provocar que los tenientes aprieten sus traseros en los asientos.
Jacob, con decepción en su rostro, pasa a la otra diapositiva. Mostrando el cuerpo de una mujer descuartizada, mientras que en su torso desnudo se marca con sangre un remolino, indicando que es víctima de la mafia Los Huracanes, o de los Gambino. El escalofrío me recorre la columna vertebral cuando me imagino como víctima de ellos y que me sorprende el hecho de que no me estén buscando para vengar a sus hermanos.
─Esta era la hija del ministro de la presidencia, fue un claro ejemplo de los Gambino, cuando actúan con alevosía y precipitación. En este momento, está de luto el gobierno, y tienen resguardado al ministro, haciéndole interrogatorios del por qué la mafia de los huracanes, le atacarían…de esta manera. Al parecer, dio en uno de sus interrogatorios, información de que él permitió la circulación en aduanas, del ferri, pero terminó quitándole parte de la mercancía como cobro propio ─explica, presionando de nuevo la diapositiva.
Comienzo a sentir dolor de cabeza al ver las imágenes una y otra vez de los Gambino y sus víctimas.
─La última víctima, ha sido su esposa. Su quinta esposa Americana, todas con el mismo aspecto, color de ojos, cabello y con la misma duración en matrimonio; un mes. Luego, aparecen desmembradas por lo que parece ser la causa de mordeduras de un lobo gigante o mejor conocido como: “lobo terrible” ─explica, las imágenes de las cinco esposas fallecidas, aparecen ante mis ojos. La piel se me eriza, cuando los ojos de Jacob se posan en mí─. Nos hemos encontrado que el parecido es muy similar al de la Capitana Miller y toda esta obsesión perversa, comenzó luego de la misión fallida. Y descubrimos que está en busca de Megan Miller, nuestros centinelas están al tanto y duplicaremos la seguridad. Mientras, quedarás resguardada como agente especial, junto con tus misiones…
─¡No! ─Exclamo, levantándome. Mis ojos arden de la rabia─. No voy a permitir que mi rango se vea en peligro y prácticamente me echen a la banca por esto, ya han pasado cinco años y no se ha atrevido a hacerme nada. Disculpe, General, pero me rehúso a quedar inhabilitada ─espeto, con el nudo en la garganta.
─Megan tiene razón, la necesitamos en la división, sus misiones han sido un éxito total. No podemos debilitarnos, ahora que trabajaremos en la búsqueda de Las Rosas, la mafia dirigida por Mégara Volkova ─anuncia, Max, a mi lado. Recordándome el caso de las hermanas Volkova, que tuvieron extradición con el apoyo de la CIA, pero decidieron seguir los malos pasos.
El General Jacob, me encara, ofuscado.
─Podemos llegar a una negociación ─acota, de repente, Harry. Abro los ojos, sorprendida. Él me da una mirada intensa, inclinándose hacia el General Presto, para decirle algo. Aclara su garganta, esbozando una sonrisa ante mí.
─Entendemos su situación, Capitana. De todas maneras, debemos resguardar la seguridad de cada uno de nuestros soldados…no se le darán misiones que impliquen a los Gambino y no dejará el país hasta poder resolver esto. La seguridad, no se negociará ─menciona, Jacob. Y Harry, remoja sus labios con descaro. Termino accediendo, tampoco es que quisiera ser víctima de Diaval Gambino.
La reunión culmina, y camino por el pasillo junto con Max. Quien comienza a comentarme que se ha follado a la nueva teniente, que tiene el cuerpo de infarto y una boca que le hizo acabar dos veces. Sonrío, negando con la cabeza, ante los detalles que me da.
─Capitana Miller ─llama, la voz de Harry a nuestras espaldas. Detengo mis pasos, y Max, se gira de inmediato al mismo tiempo que yo─. ¿Podemos conversar un momento? A…solas ─cuestiona, con la mirada fría en Max.
─Mejor, me apresuro con mi tropa ─comenta, Max, alejándose luego de un saludo. Para dejarme a solas con Harry.
─Eres el General Mayor de la división más importante del país y de manera internacional, no tienes que preguntarme, sino, exigirme ─digo, dándole lo que le gusta: poder. No por algo es un obsesivo del SAMC y daría su vida por su rango. Camino hacia él, mientras empieza sus pasos hacia uno de los despachos.