Max, se inclina más hacia mí, sosteniéndome cuando me tambaleo. Las miradas de algunos soldados, se posan en mí, por romper la fila. ─Maldición, Megan, te vas a desmayar. Al demonio, te llevaré a enfermería ─gruñe, Max. Asiento y termina de romper la fila, para ayudarme a caminar. Mi respiración está alterada, escuchando los murmullos detrás de mí. ─Dime que la teniente Jennifer tenía su cabeza ─balbuceo, mientras él nos introduce de nuevo en el edificio. ─¿La esposa del General? Oh, es hermosa, tiene una sexy cabeza, bien puesta sobre su cuello ─menciona, suelto un resoplo, percatándome de que la abstinencia está jodiéndome. Caminando por el pasillo, aún siento el calor en mi entrepierna, ardiéndome mientras mi clítoris palpita. Súbitamente, empujo el cuerpo de Max, contra la pare