Capítulo Ocho Dagas afiladas de miedo vibraban a través de ella mientras él la arrastraba a través de la Nada, sin protegerla, esta vez, con todo lo que había hecho antes para facilitar su paso. Ese terrible ruido se hizo más fuerte, ese que sonaba como un montón de animales hambrientos aullando en un fuerte viento de invierno. Cassie gritó su nombre, pero sin aire no había nada que llevara sus palabras. Tan rápidamente como habían entrado, Jeremiel la jaló por el otro lado hacia una habitación que conocía bien. —¿Por qué no me protegiste esta vez? —Cassie gritó tan pronto como se recuperó. La expresión de Jeremiel aún era fría. —Porque si no te largas, ese lugar va a ser tu hogar permanente. Una oleada de miedo le hizo tiritar a Cassie, a pesar de que técnicamente ya no podía sentir f