Capítulo 4

1136 Kata
  Después de ver la herida en la pierna de Wanrou, Nan no pudo evitar burlarse de ella y, con una gran sonrisa en su rostro, le dijo: "¡Guau! Vaya que si es demasiado grave; incluso, parece que la sangre no estás fluyendo correctamente. Es más, si hubiera venido un poco más tarde, me temo que te podría haber encontrada muerta".   "Su Nan... tú...", empezó a decir histéricamente la mujer en la cama; pero, cuando vio los ojos totalmente sorprendidos del hombre, ella sintió un fuerte escalofrío en todo su cuerpo y, rápidamente se apresuró en explicar lo que había pasado: "Yanchuan... no es así, no es lo que parece. La verdad es que, yo estoy un poco débil y puedo recuperarme mejor a través de una transfusión de sangre".   "Bueno, pero te lastimas entre cuatro o cinco veces a mes; incluso, he llegado a pensar que quieres quitarme toda la sangre o, ¿no es así?", preguntó Nan fríamente y con total firmeza.   Luego, mirándola fijamente a los ojos, añadió con total seguridad: "Lo malo, es que ya no tendrás la oportunidad de hacerlo. Ahora, solo debes esperar a que Yanchuan se case con otro tonta, que sea un banco de sangre dispuesto para ti".   Después de decir eso, Nan se rio sarcásticamente y, sin darle mayor importancia a las personas a su alrededor, ella salió rápidamente de la habitación; sin embargo, tan pronto como llegó al pasillo, ella se sentó débilmente en una silla.   A decir verdad, en ese momento, Nan se sintió extremadamente incómoda y, al tener la sensación de haber sido abandonada por todo el mundo, ella empezó a llorar tristemente.   Luego, sacando su celular con las pocas fuerzas que le quedaban, Nan hizo todo lo posible por llamar a un número y, tras notar que su llamada fue respondida, la mujer le dijo con una voz triste y entrecortada: "Hermano..."   Cuando la mujer escuchó la voz al otro lado de la línea, ella finalmente suspiró en silencio y, solo prestó cuidadosa atención a las palabras que le dijeron: "¿Dónde estás? Te recogeré de inmediato".   Unos minutos después, un grupo de misteriosos hombres vestidos de n***o llegaron rápidamente, su apuesto líder se apresuró en tomar en brazos a una persona que yacía inconsciente y, salió con ella a toda prisa.   ...   Mientras tanto, en la habitación de Wanrou, Yanchuan arrastró al médico a un lado y, con una mirada fría y llena de ira, le preguntó seriamente: "¿De verdad su pierna está gravemente herida? ¿Es necesario que le hagan una transfusión? Dígame, ¿qué es lo que está tramando el hospital?".   En realidad, Yanchuan no pudo evitar sentirse realmente culpable con toda esa situación; sobre todo, porque no podía dejar de pensar en lo débil que podía estar Nan con cada donación de sangre que hacía.   Por su parte, temblando de miedo y sin la necesidad de ocultarle nada, el médico respondió inocentemente: "Esta es la orden de la señorita Qiao y, nuestro hospital no tiene nada que ver con ello. De hecho, fue la misma señorita que nos dijo que usted estaba de acuerdo con esta situación; así que, seguimos sus órdenes obedientemente. Además, sr. Fu, no nos atreveríamos a..."   Sin dejar que el hombre terminara de hablar, Yanchuan empezó a pensar en el motivo por qué Wanrou estaba haciendo todo eso.   Es más, tampoco podía dejar de preguntarse '¿por qué Nan insistió en el divorcio o, si es que ella había entendido mal su relación con esa mujer solo por esa foto?'   A decir verdad, aunque no le tenía mucho cariño a su esposa, él quería dejarle en claro que siempre le sería leal y que estaba satisfecho con ese matrimonio; pues, no tenía ningún inconveniente de pasar el resto de su vida con ella.   Al menos, desde el momento en que se casaron, él nunca había pensado en la posibilidad de divorcio; incluso, hasta estaba dispuesto a mantenerse alejado de Wanrou, si su esposa no estaba satisfecha con su relación con esa mujer.      En realidad, Yanchuan estaba seguro que nada podía romper su matrimonio y, que ese pequeño incidente no era algo que no se pudiera aclarar con facilidad.   Así que, después de pensar en ello, el hombre rápidamente sacó su celular para llamarla; no obstante, en cada llamada que hizo, solo se le comunicó que estaba apagado.   Al no poder contactarla, Yanchuan frunció ligeramente el ceño, se dirigió rápidamente hasta su guardaespaldas que lo estaba esperando en la puerta y, le dio una orden urgentemente.   Unos minutos más tarde, parándose de miedo frente a él, el guardaespaldas le comunicó nerviosamente: "Sr. Fu, no hemos encontrado a la sra. Fu por ningún lado. En realidad, hace diez minutos, alguien hackeo repentinamente las cámaras de seguridad y, no podemos averiguar exactamente a donde se dirigió la señora; inclusive, la hemos buscado por todo el hospital, pero nada".   Al escuchar esas noticias, Yanchuan frunció aún más el ceño y, puso una expresión completamente indescriptible en su rostro; es más, cuando la vio firmar decididamente el acuerdo de divorcio, él también sintió un extraño sentimiento en su corazón.   Luego, con la mirada perdida y ligeramente aturdida, Yanchuan se preguntaba seriamente a dónde podría haber ido Nan; en especial, porque ella misma le devolvió el dinero que le transfirió.   De hecho, el hombre no podía negar que, la forma en que Nan se fue de su lado le hizo sentir una sensación demasiado irritante; pero, al no poder contactarla de inmediato, la sensación en su interior se fue haciendo cada vez más intensa.   Luego, en un tono de voz completamente autoritario, ordenó de inmediato: "Envía urgentemente a alguien a buscarla. Si la encuentras, avísame lo más pronto posible".   Mientras que, el hombre frente a él, solo asintió cuidadosamente y, con la mirada fija, respondió: "Sí, señor".   A decir verdad, aunque no quería admitirlo claramente, el hombre estaba demasiado preocupado y ansioso por saber de su ex esposa.   ...   Por su parte, ni bien abrió los ojos, Nan pudo ver con total claridad la elegante habitación frente a ella, las lujosas decoraciones de estilo italiano y, los muebles de edición ilimitada en su interior; no obstante, al recordar que esta, su habitación, la había estado esperando durante mucho tiempo, sus lágrimas cayeron repentinamente por sus mejillas.   "¿Por qué lloras? ¿Es solo un divorcio? ¿Acaso nuestra familia Su no está apta para criarte?", preguntó seriamente una voz a su alrededor; mientras que, al ver de quien se trataba, la mirada de Nan se hizo más triste y melancólica.   De hecho, el legendario jefe de Su Group, que vivía en la parte occidental de la ciudad, se paró frente a Nan de una manera dominante; mientras que, al verlo así, ella exclamó débilmente: "Padre..."
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