Capítulo 4
Frío matrimonio
Maia
Me siento abrumada por la situación, aunque estoy de vacaciones, el peso emocional de la incomunicación con Leonardo se ha vuelto insoportable en tan solo un día, evidentemente Leonardo no recuerda que yo estuve cuidando de él todos estos meses desde que estuvo apenas despierto en el hospital, y cuando cayó en coma repentinamente, Simon me había dicho que debido al repentino despertar de Leonardo, aún no dimensionaba todo el tiempo transcurrido desde la última vez que despertó.
—¿Tia?. —Me hace sentir mejor hablar con mi tía, ella siempre ha sido como una madre para mi, por eso la llamé.
—Hola pequeña… ¿Cómo estás ahora que vives con Leonardo?. —Seco mis lágrimas utilizando las yemas de mis dedos.
—Bueno, él no recuerda o no cree que fui yo quien lo cuidó siempre, piensa lo peor de mi. —Digo con resignación.
—Querida, estos momentos son difíciles, pero el tiempo y la paciencia son tus aliados. Las emociones pueden estar confusas para él después de su recuperación. —Es lo mismo que me ha dicho Simon.
Aprecio las palabras reconfortantes de mi tía, pero la sensación de ser incomprendida persiste, estoy sola aquí, decido dar un paseo por el discreto jardín de la casa mientras hablo con ella, en mi mente, repaso los momentos compartidos con Leonardo en el hospital antes de su coma, allí no hizo falta que el me viera, o que salgamos a lugares costosos, como lo que ahora él extraña.
—Dale tiempo, nadie olvidaría con facilidad a una joven tan dulce como tú. Cuando pueda, iré a verte. Él debe saber que no estás sola, yo siempre voy a cuidarte, aunque ya hayas cumplido veinticinco años. —Sonrío al escuchar aquello.
— ¿De verdad solía ser un hombre amable? Creo que no le agrado mucho, es mejor que no vengas, al menos por un tiempo prudente. —Mi tía se preocuparía si le digo que el arquitecto planea quitarle su pensión si yo no obedezco.
—Sí, pero nadie supuso que él dejaría toda su fortuna a su exesposa, y de repente despierta, fue un milagro. —Al parecer, pocas personas conocen la verdad detrás de lo que mi tía acaba de mencionar. Leonardo dice que no le dejó nada a Camile; es algo que aún no entiendo bien.
—Bueno; tía, no conozco los detalles, pero te mantendré al tanto. —Me despido y vuelvo a respirar profundamente. Durante el resto del día estuve acomodando algunas cosas; Leonardo no se asomó ni un solo instante. No quise molestarlo hasta la mañana siguiente.
—Permiso, ayer no comiste nada; preparé el desayuno. —Conozco lo que le gusta, mi tía fue de ayuda para eso. Cuando entré a la habitación, él respiraba con dificultad. — ¿Estás bien?
—Sí, me sigue doliendo el cuerpo, eso es todo. —Cuando intento ayudarle, él no se deja.
—Mira, no podrás movilizarte por ti mismo hasta que te acostumbres. Si no me dejas ayudar, puede ser peligroso para ti. —Él guarda silencio; Imaginé que me gritaría o diría que no necesita ayuda, pero eso no sucedió.
—De acuerdo, solo necesito conocer esta pequeña casa. No tardaré en hacerlo. —Responde con poco entusiasmo. —Logró vestirse casi completamente bien, aunque la remera se la colocó al revés.
—Tu ropa, está al revés. —Suelta mi mano y de inmediato se despoja de la ropa mal colocada, pudo hacerlo sin demasiadas complicaciones.
—Nos casaremos hoy. —No comprendo cual es la razón por la que desea casarse.
—Eso, no creo que sea muy importante, ya tenemos un acuerdo, firmé el documento, un matrimonio no es algo… —Él no me deja continuar.
—Es necesario, fue la condición, no hay opción de cambiar la decisión, prepara tu documento de identidad. —Hay tantas cosas que no comprendo, como este matrimonio, pensé que olvidaría ese absurdo.
Mientras desayunamos, el silencio tenso se interpone entre nosotros. La decisión de casarnos se cierra como una sombra inexplicable. Intento comprender la lógica detrás de este acto, pero las respuestas de Leonardo son evasivas.
—Señor, ¿por qué es tan importante este matrimonio? No entiendo cuál es la urgencia. —mi voz tiembla un poco, expresando mi confusión.
Él suspira, como si cargara con un peso invisible.
—Es difícil de explicar. Hay asuntos legales, acuerdos que deben cumplirse. Este matrimonio es una formalidad necesaria. —Aunque sus palabras ofrecen una explicación vaga, siento que hay mucho más detrás de esta decisión. Sin embargo, decido no presionar más por ahora. Hay algo en su expresión que me impide indagar más a fondo.
—Claro… —Mis intenciones son las de ayudarlo. —Pero primero vamos a desayunar, tengo apetito.
—Igual yo. —Lo noto nervioso, también lo estoy, en unas horas estaré casada con el mejor arquitecto de todo Paraguay.
El desayuno fue silencioso; me encantaría hacer un sin fin de preguntas, pero no quiero arruinar este silencio cómodo porque, a pesar de que no dijimos nada, el ambiente se veía diferente al de tan solo unas horas.
—Maia. —Menciona repentinamente—. Vendrá un juez y un periodista., solo debes seguirme la corriente, bueno, iremos hasta ellos.
—¿Periodista? —Pregunto con sorpresa. — ¿Para qué un periodista?.
—Bueno, ya te darás cuenta. Todo forma parte de mi plan, sabes que mis intenciones son las de recuperar lo que me pertenece y, a la vez, hacer que esas dos personas en particular se arrepientan de lo que hicieron, Simon nos espera con un automóvil, vamos. —Con frustración acepta tomarme del brazo, al parecer la ceremonia sería en un juzgado, y no en la casa, Simon me saluda con una cálida sonrisa, el juzgado quedaba relativamente cerca.
«¿Qué estará pensando?... ¿Periodista?»
—Buenos días, vengo para la boda civil. Dijeron que sería rápido, así que solo deben firmar los papeles, vine con unas personas, mis asistentes. Ellos pueden ser testigos. —El juez se veía mayor, y bastante apresurado.
«Mi boda, nunca creí que me casaría, pero mucho menos creí que sería una ceremonia tan simple y fría.» Me vestí con un vestido holgado en color rosa pálido, opté por sandalias, no poseo demasiados zapatos como para haber demorado escogiendo el más bonito.
—Señor, lo ayudo a firmar. —Leonardo hace un gesto de enfado ante aquel gesto “amable” del juez, entonces yo coloco su mano en el lugar en donde debe firmar.
—Bien, eso es todo, puede marcharse, sé que Kevin llegó con usted; Podría decirle que ahora voy junto a el. —Solo observo lo que sucede a mi alrededor.
—Por supuesto, hasta pronto. —Me despido del juez y de sus asistentes. Esta fue la primera vez que firmo un documento de manera tan rápida; Me pareció extraño no ver a Simon aquí, en un momento como este, él se quedó afuera, en el auto. La presencia del periodista crea una tensión que es difícil de ignorar. Al finalizar, Leonardo me toma del brazo con determinación, porque necesita de mi.
—Ahora viene la parte crucial, Maia. Sigue todo lo que yo haga o diga. —Susurra mientras nos dirigimos hacia donde espera el periodista.
«La boda más fría que pudo haberse realizado.» Es lo único en lo que pienso.
—Buenos días, disculpen por irrumpir tan temprano en la mañana. Tú debes ser Maia; Yo soy Kevin. —Sigo de pie, sintiendome extraña por cómo Leonardo se comporta el dia de hoy, correspondo al apretón de manos.
—Un placer conocerlo. ¿Le gustaría beber café?, puedo ir a buscarlo en la máquina. —Leonardo voltea hacia mi.
—El café puede esperar. Déjanos solos, Maia. Por favor, espera afuera. Danos una hora. —Simplemente asentí y me dirigí hacia la puerta..
—Esperaré en el jardín trasero. —Les dije con seguridad, pero la curiosidad pudo más conmigo. Con sigilo, me acerqué a la sala donde estos hombres se encontraban conversando:
—Leonardo, sin duda alguna, Camile se sentirá ofendida cuando se entere de que estás casado con Maia.
—Lo sé, esta mujer no tiene ni una sola pizca de elegancia, no quiero pensar en cómo está vestida, a pesar de ser algo poco significativo, debemos vernos mal uno al lado del otro, pero cuando me acompañe a las reuniones de la alta sociedad, dejaré en ridículo a Camile, ella y Robert creen que me han ganado, pero tengo cartas poderosas bajo la manga. Una de ellas es avergonzarla. La haré quedar como una mujer oportunista.
—Entonces, lo que quieres es que te vean al lado de Maia y no de Camile. —Insiste el periodista.
—Sí, para mí ya es lo suficientemente vergonzoso vivir en esa casa, en compañía de alguien a quien no conozco, y con ese acento tan marcado y campestre es aún más vergonzoso. —No puedo evitar sollozar al escuchar el concepto que tiene de mí. Lo de mi voz es verdad; muchos años en el campo, y conservo mi acento típico de la ciudad en la que viví por veinte años.
—No la necesitaré tanto tiempo. Ahora lo único importante para mí es tener a alguien que sea mis ojos. Y además, al hacerla mi esposa, no solo me vengaré de Camile, también haré valer unas cláusulas de mis acciones, también oco a poco, recuperaré la visión de uno de mis ojos, el médico dijo que podría lograrse.
Después de escuchar esa conversación reveladora, me retiro silenciosamente en dirección al automóvil, tratando de procesar la complejidad de la situación. Me pregunto si mi matrimonio con Leonardo es simplemente una herramienta en su elaborado y desconocido plan de venganza contra Camile y Robert.
¿Soy solo un peón en su estrategia?
La realidad de la situación se vuelve más clara, y la frialdad con la que él habla de mí, de mi acento y de su vergüenza al estar a mi lado, golpea con fuerza a mi corazón y a mis breves recuerdos con él, la imagen que Leonardo tiene de mí es tan distante de la realidad.
«Leonardo no me recuerda ni un poco…»