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CAPÍTULO II Cuando Carolyn subió para cambiarse de ropa, Amalita se sentó frente al escritorio de su padre. Encontró el libro de domicilios en el cual había apuntado los nombres y direcciones de todos sus viejos amigos y de la gente con quien se había relacionado antes de su primer matrimonio. Entre ellos estaba el nombre del Marqués de Garlestone, con quien él solía hospedarse en las pocas ocasiones en que iba a Londres. Habían sido grandes amigos, recordó Amalita oír decir a su padre, cuando ambos eran jóvenes. En su elegante letra escribió: “ Milord: Mi difunto esposo, Sir Frederick Maulpin, hablaba con frecuencia de Su Señoría y de las bondades que tuvo con él cuando fueron jóvenes y más tarde cuando se hospedó algunas veces con milord, después de que se casó. Ahora que ha term