Libre

3220 Palabras
Le conté a Regina sobre el bar aunque no de Peter, ni de Jim. Peter… un nombre que no dejaba de rondarme la cabeza como un recordatorio constante, como una punzada aguda de deseo. Sentía en el fondo como una vocecita me decía que me mantuviera alejada de ese hombre que exudaba peligro por todos lados. ¿Pero que clase de peligro?. ¿Acaso debía hacerle caso a mi instinto que falló durante años?. Lo que si me quedaba claro era que necesitaba volver a verlo y tenerlo cerca aunque fuera para comprobar la densidad del peligro, fue un reto a mi misma. ¿Qué tan cerca del fuego estaba dispuesta a estar?. Para ser honesta me intrigaba. Regina y yo entramos a un animado bar esa noche del viernes en donde todos parecían divertidos, una mujer cantaba en una tarima de madera en el rincón con una pantalla de tela a sus espaldas que ponía la letra. Mi hermana siempre estaba modo fiesta así que se aclimató rápidamente y me arrastró a la barra para pedir unos tequilas. Nos atendió una mujer muy simpática y joven mientras mi mirada se posaba en el guapo pelirrojo que cautivaba a otras mujeres con su sonrisa. Yo sonreí por instinto sin dejar de mirarlo y el primer fondo de tequila me calentó el cuerpo entero. Por fin pude atraparlo con la mirada, se acercó sin apartarme la vista saliendo detrás de la barra para sorprenderme por primera vez con un beso en la mejilla, además de presentarse inmediatamente a mi hermana dándole igualmente un beso. Se la describí tan bien que la reconoció. - Mara me ha hablado mucho sobre ti. Regina - ¡Ah sí! Pues a mí no me dijo absolutamente nada acerca de ti - lo miró con descaro de arriba a abajo - pero ahora sé porque le encanta este bar - ¡Regina por favor! - le advertí por lo bajo mientras me avergonzaba - Esta bien se que viene por mi, cuando lo admita me dará su número así no la perderé de vista. - sus ojos brillantes acompañaban al jugueteo de sus palabras y un guiño. Allí estaba el candente peligro obvio que me confundía. No estaba segura de si bromeaba o hablaba en serio - Tengo ayuda esta noche, pero tengo que atender la barra hay mucha gente. Son mis invitadas la casa paga la botella entera, a cambio espero que pidan algo para cantar. -Que dulce eres Peter. Gracias - le contestó mi hermanita sin dejar de sonreírle coqueta. - ¿Y eso?. ¿Cómo conociste a ese monumento? -¿Qué? - tomé otro fondo y saboree el limón con los ojos cerrados - Eso en mi diccionario se llama un pase de corriente, TS tipo 1  - la miré con extrañeza - esa tensión s****l entre ustedes es tan jodidamente perceptible que me dieron ganas de beberme la botella de tequila y llamar al de turno, puede que todo termine así y tú en la cama de ese bartender. Mi consejo es que te emborraches, hagas que te lleve a casa, una vez allí te quitas la ropa y te abalanzas sobre él hasta que te corras tres veces mínimo. - Puse los ojos en blanco ante lo que consideraba lenguaje vulgar, pero ya debería estar acostumbrada a su forma abierta y directa de ser. La idea me pareció fantástica, pero jamás lo admitiría como ella lo hacía - No hay ninguna tensión Regina, no seas tan soez, ni siquiera lo conozco - Sabes que te apetece y solo eso se necesita para ir a la cama con un espécimen de esos. Si pierdes la oportunidad con ese hombre te arrepentirás toda tu vida, es más, si no te acuestas con él vas directo a llenar la planilla para hacerte monja Maraí, por favor libérate. Me queda claro que ambos tienen pensamientos realmente pecaminosos sobre el otro. Me pediré una canción para ti. Se levantó dando un fondo al tequila y yo miré a Peter. Tensión s****l de tipo 1, esa sensación y presión intensa. Volvió a mirarme sonriendo de lado y la punzada tibia en mi vientre me hizo cerrar los ojos. No podía ser posible que existiera realmente tal cosa. Para mí siempre ha sido teoría, aunque él desafiaba toda lógica en mí libido. A medida que avanzaba la noche y bajábamos la botella yo me animaba mucho más. Le hacíamos coro a muchas buenas canciones y la energía de las personas nos daba la sensación de estar en un lugar alejado de los problemas. Regina se subió a la tarima con tequilas demás en su sistema y me hizo reír cuando me dedicó la canción que de adolescentes solíamos cantar. Savage Garden - Crash and Burn "Si necesitas explotar, entonces explota y arde. No estás sola.". Me trajo gratos recuerdos y me hizo beber otro fondo con más limón - Tu hermana es muy divertida - le escuche decirme detrás de la barra - Te lo dije. Es todo lo opuesto a mi - Supongo que ella lo exterioriza y tú te lo reservas Mara - allí estaba de nuevo esa mirada verde brillante que me hacía tragar en seco. Regina se sentó a mi lado extendiéndole el micrófono a Peter, diciéndole que recibió órdenes de el hombre a cargo de la consola. Él sonrió en su dirección y simplemente comenzó la pista suave "when i was your man de Bruno Mars". ¿Acaso él era perfecto?. Sabía cantar y lo hacía tan bien que era imposible no quedarse embelesada escuchándolo. Todas las miradas estaban en la barra desde donde él cantaba con una pasión desbordante, de memoria y con una voz preciosa. Todos le aplaudieron y me di cuenta que la mayoría que lo elogiaba lo conocía muchísimo más que yo. - ¿Sabías que es el dueño del bar?. Bar los fines de semana entre semana es más un restaurant familiar. Cierra la boca Maraí o toma otro trago - susurró Regina y obedecí con ambas. - No lo sabía - susurré mientras se acercaba nuevamente a nosotras y no sabía que decir. - Eres muy bueno Peter. Deberías ser cantante - Le elogió Regina - Gracias - rio - se me dan mejor los tragos - le sonrió amablemente a mi hermana y luego me miró - y otras cosas - Retuve el aliento un momento imaginando rápidamente que cosas podrían ser - te toca cantar algo - ¡¡Claro que No!! yo no canto ni en la ducha - le sonreí achispada por el alcohol. -Todos cantamos en la ducha o... ¿Qué otras cosas haces tú a parte de tomar un relajante baño Mara? Su pregunta hizo que casi escupiera el tequila junto con unos muy marcados recuerdos que lo involucraban. Me dio la sensación que leyó mis pensamientos porque se echó a reír y Regina también, sentí mis mejillas arder. Dejé de beber porque conduciría y también porque tal vez comenzaría a caer en el juego de palabras decidiendo hacerle caso a mi hermana. Regina declaró que el tequila gratis jamás debe ser desperdiciado,  ninguna de sus predicciones sucedió. La llevé muy ebria a casa y la acosté en su cama mientras me decía que debía divertirme más. Estaba de acuerdo. Al día siguiente con un café y la claridad en mis pensamientos decidí que tenía que acostarme con Peter o no estaría en paz, era desesperante y totalmente angustiante haber conocido a un hombre al que deseaba sin siquiera tocarlo o conocerlo.  *Señorita Maraí, profesora Stevenson, Mara o la muy mal calificada aburrida y estricta profe de matemáticas de una preparatoria. Le escribo un mensaje tan largo solo para que guarde mi número en su teléfono, pero por favor no como Peter. Use para mí un calificativo acorde. La primera palabra que le venga en mente cuando piense en mí.  Pd. Tu hermana olvidó su teléfono sobre la barra. Te tiene como llamada de emergencia, estaré en el Bar a partir de las 16:00.* Limón. De todas las palabras que se me ocurrieron finalmente lo registré en mi teléfono como una fruta ácida con propiedades antibacteriales. Vitamina C, con cualquier ensalada o bebida. Aquel sábado daría un paso al frente, sabía que Regina había hecho eso con toda la intención para que ese hombre tuviera como comunicarse conmigo. Yo no daría ese primer paso, lo sabíamos y mas allá de mis pensamientos eso tenía que cambiar. Yo debía cambiar, por mí quería hacerlo. Abrir mi mente y mis brazos a lo que la vida me entregara tanto como para recibir, como para dejar ir. Ser realmente libre. Por la tarde estacioné frente al bar. Al entrar lo primero que noté era que estaba vacío y oscuro, olía a desinfectante floral listo para comenzar de nuevo esa noche. Me acerque al fondo tratando de no hacer ruido con el corazón desbocado en mi pecho por lo que estaría dispuesta a hacer, pensando si de verdad sería capaz, pero la escena con la que me encontré era totalmente inesperada y a pesar de la poca luz en ese instante era claro todo frente a mí. Un hombre besaba apasionadamente a Peter que no ponía ninguna resistencia y sería acertado decir que lo disfrutaba. Noté como ese hombre se pegaba a su cuerpo con movimientos que pretendían seducirlo y en lugar de salir de allí me quedé pasmada, entre buscándole una explicación lógica y para añadirle más rareza al incómodo momento me encontré con que mi cuerpo reaccionaba, algo excitante y a la vez decepcionante que me confundía por igual. ¿Me gustaba lo que veía?. Sus manos paseándose por su espalda, las ganas con las que sus bocas se devoraban. Trate de salir, di un paso atrás haciendo ruido con una silla que no sabía que estaba a mi lado, choqué con ella. Cuando se percataron de mi presencia el otro hombre me miró con el ceño fruncido y Peter lo apartó con delicadeza. - Lo siento, yo no… no quise interrumpir. Vine por el teléfono de mi hermana - dije agitada mientras él se veía realmente desencajado y aparté la mirada de la suya. - Hablaremos esta noche Pete - dijo el otro hombre -Hablaremos cuando podamos - le refutó sin más mientras salía del bar pasando lentamente por mi lado y yo no me atrevía a alzar el rostro. Mi sangre se había acumulado en mi vientre y mi cabeza. ¡Incómodo! - Puedo explicar… - No, no es necesario - se acercó tanto que tuve que alzar la mirada y sus ojos parecían buscar algo mas en los míos, me ponía nerviosa - ¡Vaya! ¿¡Así que ese es tu novio!?. Es... él es muy guapo - Lo nuestro es.. complicado. Fue directamente detrás de la barra y buscó el aparato para entregármelo, al tiempo que yo me tragaba el desencanto acusándome de ilusa y haciendo a Peter aún más inalcanzable para mí que una simple decisión. Quizá mi desesperación vio cosas que no existían entre los dos, y estúpida de mi me seguía agradando la sensación que me causaba a pesar de saber que sólo quedaría en mis pensamientos húmedos. Tomé de su mano el teléfono que no soltó mirándome fijamente con palabras que no pronunciaba. Le sonreí como si nada disimulando bastante la frustración y suspiré agradeciendo su amabilidad. Quizá no volvería a pisar ese lugar de la vergüenza, pero esa misma mañana había decidido cambiar. Mis ganas por tenerlo cerca parecía que en lugar de haber muerto con desilusión se habían aumentado. - Mara.. - Sabes que decidí como voy a usar el dinero de este anillo -  le mostré mi mano - Voy a deshacerme de él y renovaré mi armario. Tienes razón no puedo seguir viéndome y sintiéndome de 50. El otro día al mirarme en el espejo no me reconocí y nada externamente ha cambiado. Pero contarte esa historia como si fuera un chiste de Pink Panter me funcionó. - Cuidado. Puede que te conviertas en la sexy profesora de matemáticas, a tus alumnos les encantarán los números que mostrarás - Lo haré para sentirme mejor conmigo, soy consciente de que lo necesito. Además podría conseguir buenas citas - le guiñé el ojo con camaradería - Mejores citas. No se trata de cantidad sino de calidad. Yo podría ayudarte, soy excelente en ello - ¡Hecho!. ¿Cuándo tienes libre? - Los Lunes el bar cierra y por la tarde… el club abre - ¡¡Bien!!! Regina está trabajando nunca ha tenido paciencia y necesitaré mucha ayuda, ya ves que me quedé muy atrás en la moda. También podrías ayudarme con los hombres soy muy torpe para ser coqueta… - De pronto había transformado la ecuación y sabía que la única forma que estaría en mi vida era como un… amigo - estaba nerviosa, hablaba demás - Y quizá podamos salir los tres, supongo que nos hace falta integrarnos más en esta ciudad y conocer a más personas. Se echó a reír y tomó mi mano observando fijamente el anillo, la acarició mirándome sobre sus pestañas cobrizas. Me quitó el aliento. - No soy gay Mara. Sí puedo ser tu amigo si eso quieres, pero te estoy proponiendo algo más. Has agregado una fantasía mas sobre ti y es el verte cambiar de atuendos sexys, pero por favor no me trates como si fuera una mujer o me veas como si haremos pijamadas con Regina. - Tragué en seco con los ojos muy abiertos. - ¡Claro! lo siento… no quiero tratarte diferente, pero si eres gay. Tu novio acaba de salir - El club del que te hablo es privado y selectivo no te estoy invitando a bailar. Serás mi invitada, pero necesito algunas pruebas médicas. ¿Irías conmigo?. - se hizo un silencio mientras esperaba mi respuesta o que finalmente procesara todo - Si no quieres te juro que jamás volveré a insistirte - Pestañe muy confundida - ¿eres bisexual y quieres ser infiel? - retiré bruscamente mi mano y de toda esa información era la única pregunta que logré formular  - ¿Cómo me agendaste en tu teléfono? - ¿Eso que tiene que ver…? no.. estas confundido y estas confundiéndome - se acercó con una postura rígida, respirando demasiado rápido clavó su mirada brillosa en mis ojos - Tengo 36 años Mara, no estoy confundido. Tampoco soy "bisexual" y prefiero que no existan ese tipo de etiquetas, aunque si eso te hace darte alguna idea en lo s****l sobre lo que me gusta y lo que encontrarás en el club puede ir en esa dirección. Desde el momento en que entraste aquí, despeinada, sin maquillaje con los ojos distraídos y pediste una copa algo de ti hizo que me atrajeras de una forma en que no suelen atraerme las personas, fuera del club… luego comenzaste a hablar y eres fascinante. Inteligente, bonita, dulce y demasiado sexy. También despistada y ausente de ti misma, tanto como para no darte cuenta que no he dejado de imaginarte haciéndote cosas que estoy convencido jamás te han hecho. Lo observé dudar, pero finalmente acarició mi mejilla y el olor del limón me aturdió mucho más de lo que ya estaba. Era inútil desviar las ganas de tocarlo y mis manos se pasearon por su pecho duro a través de su camisa ligera. Suspiró y no sé cuanto tiempo sostuve la respiración ni porque estaba allí deseándolo, si era posible aún mas después de saber que le gustaban los hombres y que su novio acababa de salir. Nuevo, Prohibido y excitante. - No me limito en el sexo. Lo disfruto con personas no con un genero. - Cerré los ojos buscando la lógica a sus palabras y respire el aroma - Limón - dije torpemente mientras él se acercaba a mi oído y como si hubiese tomado mucho tequila el calor se extendía por todo mi cuerpo de abajo hacia arriba - Entonces soy eso, un Limón que no ha hecho mas que desearte todos estos días. Respóndeme ¿me deseas? - Tienes novio - Chasqueó la lengua impaciente - Puede que tenga sexo con él y piense en ti si no logro hacerte mía - susurro acariciando mi cuello y haciendo que mi piel se erizara acelerando mi imaginación - No nos hagamos esto. Si lo que te impide estar conmigo es mi relación con otras personas puedes estar segura de que no soy un infiel. Tampoco etiqueto las relaciones. Me aparté de golpe volviendo a respirar y por Dios que lo necesitaba, me sentí mareada, tenía la boca seca y lo miré a los ojos confusa, mil veces más desde el momento en que había llegado allí esa tarde - Deberías arreglar las cosas con él - Lo intenté. - dijo con molestia, quizá mas por alejarme de nuestro pequeño momento íntimo que por tratar de desenredarme la mente - Una pareja estable, algo mas real, pero no funcionó y no voy a seguir lastimándolo ni a él ni a nadie más. Soy libre. Nadie puede arreglar algo que no tiene ya arreglo, ni forzar las situaciones. Soy como soy Mara, llámame como quieras, úsame, deséchame. Me da lo mismo si solo aceptas aunque fuera una noche conmigo en el club - volvió a acercarse tomándome de la cintura - sólo una, te llevaré a un lugar de ti que no conoces, seremos libres juntos y te daré placer. Lo prometo. Me resulta enormemente excitante el sólo pensar que lo conozcas completamente con mis manos. - ¿A dónde vas a llevarme? - cerré los ojos en sus brazos cediendo por completo - ¿Es… un club s****l? - Sólo di que si - se acercó a mi boca y me alejé. Jamás me había sentido tan extraña y tan dispuesta al mismo tiempo, no me sentía yo misma y no sabía identificar si me gustaba o no. En nosotros habita la conciencia y la razón como dos versiones distintas de lucha de uno mismo, cada vez era mas fuerte dentro de mí. La moral lógica y el deseo ferviente. Entonces bastaron unos segundos mirando en sus ojos las ansias para contestar - Si. Lo haré Sonrió relamiéndose los labios como si hubiese aceptado ser su cena y no había nada que deseara más que serlo. Poco me importaba quién o qué era y no quería descubrirlo, me bastaba con la descripción libre que me dio. Mi hermana tenía razón si no tenía a Peter me arrepentiría, el airé se volvió pesado y tenía que asimilar ese momento. Salí sin más palabras del lugar, no me detuvo y yo no volví a mirarlo. Cuando me subí a mi auto lejos de ese extraterrestre deje caer la cabeza en el respaldar y respire audiblemente varias veces como si me faltara el aire. Ese hombre definitivamente no era nada normal y sonreí mordiendo mis labios, era mi momento para demostrarme de que estaba hecha como mujer. Todo había cambiado desde que decidí con mi hermana cambiar de ciudad, no podía pretender seguir siendo la misma, no quería serlo. Mi primer deber era conmigo tendría lo que quería, sería quien quisiera y haría lo que me diera placer. Sería Libre.
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