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Loca por Peter

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de amigos a amantes
playboy
bisexual
seductive
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Descripción

Jamás tuve en mi vida ningún tipo de vicio. Nunca me atrajeron las drogas, el alcohol en exceso o un tipo de postre en específico, pero Peter se había convertido en uno del que era tan consciente que no podía parar. Sentir sus manos, su piel, su respiración sobre mi cuerpo era tan adictivo como cualquiera de esos vicios y tan dañino a mi cordura que a veces, cuando lo veía de pié desnudo frente a mi, después de entregarnos tanto en pocas horas, sabía que necesitaría mucha ayuda para desentoxicarme. La mente y el cuerpo.

Luego, como si nada cada uno tomaba un camino dististo y quiza sea probable que de seguir así se creen afectos, despues de todo somos humanos y el contacto tan poderosamente atrayente s****l que compartíamos siempre estaba llevándonos al límite. No era amor, era una locura.

Él tendría su mecanismo, no lo sé y no se lo preguntaría ni le pediría que me enseñara, porque ya tenía suficiente como para no olvidarlo jamás. Y porque yo tenía el mío.

Para mi Peter era la libertad, el placer de deshinibirse y que mi cuerpo flotara al tiempo de que mi mente enloquesía. Me enseñó a tenerlo sin tabú, me entregó su cuerpo a voluntad con el desenfreno que debería poseer cualquier buen amante, y no me permitía siquiera por un momento tener el pensamiento egoísta de que fuera sólo mío. Existe un antes y un después de haberlo conocido.

Estaba convencida de que como me tocaba lo hacía con cualquier hombre, o mujer, o simplemente lo que le provocara y estaba bien con ello. A veces lo imaginaba en otros brazos, me gustaba así.

Era mi completa debilidad, él debía dejarme yo era incapaz de negarle nada. Apenas me sonreía y me miraba con esos ojos brillantes estaba dispuesta a ceder y a hacer lo que sea a placer. Tenía que admitir que estaba total e indiscutiblemente loca por él y lo único que deseaba era disfrutar los días que me concedía, porque alguno de estos sin que me diera cuenta... simplemente acabaría.

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Vodka y Limón
Hola… ¡No, así no! Muy buenas tardes…. ¡No! tampoco. No estoy en clases. Quizá esto no te resulte normal, normal como lo que le sucede a un porcentaje deductivo de personas comunes… Como yo. Puede que escuches estas historias a menudo… o no. Mi nombre es Maraí…. Soy Maraí Stevenson, sí Maraí como si hubiesen mal escrito el clásico nombre de María, es decir.. soy una variante desde el nombre, pero una variante común. Me conocen mejor como la profesora Stevenson, Mara la aburrida estricta profe de matemáticas y física de una preparatoria cualquiera. Para mí lo único seguro y exacto en el mundo es la aritmética, no importa cual sea la ecuación el resultado es único, siempre terminará agilizando tu mente para hallar la respuesta correcta y lógica a cualquier elemento numérico que acompañe símbolos. Es utilizada en casi todo el mundo, pocos la practican, pero la usamos en casi todo. En tareas cotidianas como contar, en relaciones económicas diarias y en los más avanzados cálculos científicos, arquitectónicos y médicos. Estudiar ciertas operaciones con los números y sus propiedades elementales finitos e infinitos es alucinante. No hay nada que no se acompañe de números. El tiempo lo hicimos medible como una dimensión física que representa la sucesión de estados por los que pasa la materia. "no hay espacio ni tiempo fuera del límite de tu universo". ¡Bah! La humanidad esta llena de límites y aunque no pienso aburrirte como a mi clase, describe muy bien mi personalidad. La lógica corre por mis venas como una operación aritmética y así pasé toda mi vida, veo al mundo como tablero numérico en un pizarrón, en blanco y n***o. Vivo en mi propio límite estúpidamente medible. En fin.. no pagaré a un psicólogo para que me escuche, estoy lista para hablarle de esto a un vaso bien equilibrado de vodka. Tampoco es para tanto, no soy la primera ni seré la única a la que le sucede. De hecho es bastante común hoy en día, ojalá me pasaran cosas increíbles que rompieran los esquemas. Pero NO hasta esto tenía que sucederme. Finalmente después de ser la rara de cualquier grupo normal de amigos, de ser la que nunca se arriesga, bebe demás o hace locuras típicas a mis 30 me comprometí. Conocí a el hombre de mi vida. Un guapo profesor universitario de física al que le apasionaban tanto los números como a mí, era lo más parecido al hombre que siempre desee para formar una familia, ya sabes.. de esas que aparecen en las películas, felices, preciosas y perfectas. NORMALES. Salimos durante cuatro años y nos acoplamos bastante bien a nuestras cotidianidades, muchas veces nos ayudábamos, colaborábamos para preparar nuestras clases ¿y qué más puedo decir?. Se convirtió en mi mundo. Me encantaba acariciar su traje, acomodar su corbata mientras me miraba con sus tiernos ojos café a través del cristal aumentado de sus gafas y adoraba que su bigote oscuro me hiciera cosquillas en mis labios cuando me besaba. Para ser franca me imaginé toda una vida a su lado. ¿Jamás te ha sucedido?. ¿Imaginar la vida entera con una persona?. ¿Eso se llama amor o ingenuidad?. Una noche me invitó a cenar a un restaurant precioso, era perfecto. Una rosa en el centro, las luces tenues, la comida deliciosa y el presentimiento de que al fin pasaríamos al siguiente nivel. Lo conocía muy bien estaba muy nervioso y yo estaba en ese instante si se podía exactamente describir tan enamorada, que todo lo que tuviera que ver con Cal era perfecto. Sacó de su impecable saco marrón una cajita azul de terciopelo y la abrió frente a mi diciendo que era el signo que le hacía faltaba para magnificar su ecuación. ¿Qué crees que respondí?. - ¿Puedes servirme otro trago?. No, eso no fue lo que respondí… - resoplé bastante mareada y reí tontamente Creí que a partir de allí mi vida sería como siempre la soñé. Normal y perfecta. Comencé a planear la boda con mi hermana menor Regina. Nuestra madre murió cuando era muy joven y papá… no pudo con la carga de una familia, así que nos abandono hace ya muchos años cuando éramos unas pubertas. No supimos más de él. Supongo que hizo otra familia ninguna de las dos lo volvimos a buscar siquiera. Quiero creerlo, y que luego habrá madurado y le daba vergüenza presentarse ante sus hijas. Quizá vivo justificando a los hombres empezando por mi padre. En fin.. Yo lo perdoné, pero Regina nunca lo hizo y si le preguntas te dirá que está muerto. Investigué su paradero hace cinco años y estaba con vida, no quise saber más. Me hubiese gustado que mi padre me llevara de su brazo al altar. Guardo su fotografía con nosotras cuando éramos niñas. Era muy guapo y un infiel. ODIO A LOS INFIELES. ¿Crees que Regina y yo estamos pagando los pecados de nuestros padres?. ¡No, claro que no es una estupidez!. Pero realmente en pleno siglo XXI casarse es algo así como un logro. ¿No lo crees?. No me contestes eso parecerá un debate político..... Me hacía ilusión de algún modo. Crecer con mi abuela me había chapado a la antigua y quería hacer las cosas bien, lo normal era como había vivido y aquí está otra vez esa palabra. NORMAL. Siempre me pregunté qué significaba y mientras me miraba al espejo esta mañana una vez mas vestida como en los 90´s, sin maquillaje y con una cola simples que sujetaba mi cabello en el cuello me definí normal. Nada extraordinaria. -Tomé de mi trago y pedí otro - ¿Crees que me veo normal?. Tampoco respondas eso no hieras mi autoestima, ese es mi trabajo. Supongo que soy el problema, no es por mi crianza. Regina es toda desastres, hermosa, extrovertida todo lo opuesto a mi. Su relación más larga con un hombre había durado seis meses y eso fue porque según ella se amañó demasiado. Es de esas que vocifera que los hombres todos son iguales y que mejor andar sola que mal acompañada. No es así porque la hubiesen lastimado y roto el corazón, es así porque no quiere darle la oportunidad a nadie de que lo haga. Culpó una vez a papá por ello, pero estaba feliz por mí y mi decisión de ser una esposa. Las tres pasamos verdaderos momentos de risas y emociones planeando mi boda, cada noche miraba mi anillo con ilusión pensando en el futuro sereno y precioso que tendría con Cal. Podríamos educar a nuestros hijos con una enseñanza lineal y complementaria, él sacaría a pasear al perro en la noche mientras yo preparaba la cena. En navidades nos despertaríamos en pijama para correr al árbol y sonreír juntos al tiempo que abríamos los regalos, y siempre en cada escena, nos imaginábamos amándonos y felices. Suspiraba añorando esos momentos, puede que lo idealizara demasiado. Hasta que al fin mi última prueba de vestido frente al enorme espejo me generó tanta ansiedad que la boca de mi estomago se contrajo, comencé a respirar rápidamente y por primera vez dudé. Tal vez era normal. ¿Pero de que dudaba?. Amaba a Cal, éramos perfectos juntos. ¿Otro trago? Al día siguiente me senté en la mesa cabizbaja y mi tata me puso un vaso de jugo. Por supuesto que le dije lo que sentía tenía que hablar con alguien, desde entonces no me expreso sobre mi vida con tanta claridad ha de ser el vodka o el limón. Me dijo que quizá eran los nervios, o la proximidad de la boda, o el temor de que pusiera un listón muy alto de perfección y entonces recibí el consejo más útil de toda mi vida. - Nada es perfecto Maraí. No puedes ir por la vida pensando que es una ecuación lógica, que la solución está en seguir una ruta que solo tiene un matiz y consideres normal. Quizá ves a Cal maravillosamente porque lo amas y eso está bien, pero también debes amar sus defectos, sus errores y sus rarezas. Si no puedes vivir con ellos y si no se muestra ante ti como realmente es, es mejor que no se comprometan. Espero que Cal te merezca. A partir de ese momento mis dudas en lugar de disiparse comenzaron a crecer preguntándome por las imperfecciones de un hombre al que creía conocer y que… definitivamente casi no conocía nada. Jamás visité la universidad en la que trabajaba, no conocía a sus amigos solo a un par de colegas y manteníamos esa área aparte. Conocía a su familia sí, pero siempre fueron comidas muy formales y todo entre nosotros siempre fue tan formal que se parecía más a un compañero de trabajo con el que tenia sexo de vez en cuando. Estaba tan ciega que realmente pensé que eso estaba bien. - Levanté mi mirada borrosa y volví a resoplar - Mejor deja la botella El sexo era muy bueno y normal. Creo. Algo mas programado que espontáneo y yo lo veía lógico. Mucho trabajo, poco tiempo. Algunos fines de semana me quedaba en su departamento. Honestamente sentía que algo faltaba o puede que estaba auto saboteándome la felicidad, no lo sé. Pero despertó en mi a otra mujer, una más curiosa. Algo faltaba, algo quería, algo necesitaba que Cal se reservaba. Me pregunto si hay algo más allá del simple hecho de hacer el amor. ¿Cómo hace una pareja que se conoce cada rincón para mantener la llama viva?. ¿El placer tendrá tantas sensaciones en la cama? Quise ser espontanea y me miró como si estuviese descontrolada, como si fuera una extraña y me hizo sentir así. Le propuse vivir juntos daba igual nos íbamos a casar, pero él dijo que solo lo haríamos cuando nos casáramos y en nuestra casa. Su mente era aún mas cuadrada que la mía y nunca me molestó tanto como entonces. Estábamos en negociaciones por una hermosa casa en un suburbio, porque era lo correcto. Me asaltó la duda de si podría soportar tal rutina día con día. Si el amor era suficiente para sobrellevar la monotonía, tenía que hacer algo. Fui de sorpresa a la universidad, le llevaba un pastel que había hecho la noche anterior. Soy buena con los dulces, adoro cocinar. Me dieron indicaciones de la ubicación de su oficina y al estar frente a la puerta escuche risas, susurros, la voz de una mujer y en lugar de tocar… me quede parada a un lado escuchando. La voz del hombre sin duda era Cal y ella le coqueteaba directamente con frases elaboradas de favores para subir sus números a cambio de ella subir… otras cosas. Él reía y decía que bajara la voz porque no estaba permitido, pero que podía darle una pequeña muestra en otro lugar. Me sorprendió, solo por el hecho de que conmigo jamás coqueteo de ese modo. Se hizo un silencio que me hacía mucho ruido, me alejé de la puerta confundida y en el pasillo tropecé con otra mujer que me pregunto si estaba perdida. Si. estaba perdida, aturdida y a punto de llorar. Le regalé el pastel que había hecho con amor. En estos casos el amor no es suficiente. Llamé a Regina muy desesperada y nos sentamos en un bar en donde el vodka. Como este, aunque con menos limón calmo bastante el revoltijo que era mi cerebro. Regina estaba echando fuego y si bien no dijo algo como "yo tenía razón, todos son iguales" me brindó una mejor solución. Atraparíamos a Cal infraganti. Eso era un plan descabellado, yo estaba en completa negación no era de actos tan impulsivos, mientras Regina ponía sal en la herida y a su limón para dar un trago sólido al tequila. - Nos emborrachamos pésimamente esa noche. Nunca en mi vida había tenido tal resaca - tomé un sorbo y suspiré audiblemente Soy una mujer práctica, quizá me dirás que no vi nada ni escuché nada malo y es inocente de cualquier sospecha. Además todo problema debe tener una solución, esa es mi especialidad. Esa misma noche lo llamé y le pregunté si me amaba. - ¡Claro que te amo Maraí!. Voy a casarme contigo - como si fuera un favor y prueba suficiente de que era la única mujer que quería en su vida - reí con ironía Decidí enfrentarlo y preguntarle. Llegué a esa oficina nuevamente con una pesada resaca, esta vez estaba solo. Me miró con el ceño fruncido y de la manera más dulce me preguntó qué hacía allí. Nunca, jamás había hecho cosas impulsivas en mi vida, una tras otra salían espontáneamente hasta ese momento que le pregunté. - ¿Me estas engañando con otra Cal? ¿Y cuál fue su respuesta?. Reírse como si fuera un chiste y decirme que no sabía de dónde había sacado de pronto esas cosas. Si alguna de sus alumnas me contaron alguna cosa debía estar tranquila, eran solo jóvenes desesperadas por los créditos. Era claro que yo estaba mal. Cal era un hombre de cuarenta y deseaba formar un hogar conmigo, no tendría por qué jugar con veinteañeras. No se alejaba de mi la duda y aunque los preparativos avanzaban yo no conciliaba bien el sueño y nunca pensé que haría esto… lo seguí, alquilé un auto el mío es muy original y lo esperé a la salida de la universidad cada tarde por una semana entera. Nada era fuera de lo común. Me arrepentí y me sentí tonta. No me considero una mujer celosa, nunca lo he sido no sabría decir que me impulsaba. - ¿Crees que estaba loca?. - Tomé de un solo trago y serví más. Ya estaba viendo doble y apareció frente a mí un plato pequeño con mas limones picados En mi última tarde cuando estaba a punto de irme una mujer se le acercó demasiado, ambos parecían nerviosos mirando a todos lados. Ella era rubia y preciosa con pechos enormes y carita de muñeca. Seguramente sería del tipo de cualquier hombre sobre el planeta. Se dijeron algo al oído y Cal subió al auto solo, pero no arrancó en seguida. La chica había estacionado y le hizo cambio de luces. Lo seguí, los seguí casi como una estúpida caravana hasta un hotelucho cualquiera en una estación de servicio. Las manos me temblaban tanto que las aferre con fuerza al volante y aguanté la respiración. ¿Sería raro decir que aquella situación hacía que mi vientre se contrajera?. La odiaba o me gustaba, no lo sé describir. Excitante y agobiante. De todas maneras no haría un escándalo. Definitivamente no.. Entré quince minutos después mientras calmaba todas esas emociones y sensaciones nuevas. El de la recepción, un hombretón regordete y desaliñado evidentemente aburrido de estar allí me miró con extrañeza. Le sonreí coquetamente bastante mal a mi parecer y le dije - Vengo a la habitación de la pareja que acaba de entrar. Él es mi prometido y mi regalo es un fabuloso trío. No te atrevas a reírte, fue lo único que se me ocurrió o… era lo que hubiese preferido. No.. quiero decir… no soy tan rara. No es que un trio sea raro... Pero normal, no lo creo Me mojé los labios y le enseñe mi anillo mirándolo entre mis pestañas, ya no coordinaba el torrente de palabras que salían de mi. Me sonreía mirándome fijamente mientras escuchaba mi historia con atención. Creí que así de fácil me dejaría pasar, pero dijo que llamaría a la habitación para confirmar por seguridad, arruinaría todo. Pedí una habitación para mi obligándome a registrarme. Tenía mucha ansiedad y rabia no sé cómo explicarte. Era decepcionante, pero algo dentro de mi me hacía calcular cada paso porque quería verlo, quería que me mostrara como realmente era y lo que hacía a mis espaldas. Fue allí que comencé a llorar con desconsuelo, yo quería que me invitara como un desconocido a un hotelucho y me hiciera las cosas que seguramente le hacía a ella. ¡¡Demonios!! ¿Qué tenía de malo?. Sería algo sublime que me sucediera algo así. El hombre se preocupó por mí que no paraba de moquear como niña y fue por servilletas. Miré un libro grande que llevaba, era tan arcaico que registraba a mano. Lo tomé y leí el nombre de Cal junto a el numero de la habitación antes de que volviera con una caja de toallas húmedas para bebé. Finalmente di algunas vueltas en la habitación que pedí tratando de calmarme, pero mi rabia iba en aumento. Sentía un ardor entre mi pecho y mi estómago asfixiante. Salí buscando el número y me paré frente a la puerta como cuando lo hice en la oficina, tenía miedo de entrar me debatía entre tocar y girar la perilla que probablemente estaba con seguro. La tomé lentamente, la fui girando de a poco, muy lento para no alertarlos y el momento me generó tanta ansiedad que creí que… creí que se me saldría el corazón, lo tenía en la garganta y cuando la supe abierta… solté el aire de a poco sintiendo una punzada en la boca de mi estómago que bajó hasta otro lugar - reí y bebí todo el trago nuevamente - la gire hasta el final, empuje muy despacio. Así de pausado vi la grotesca escena. Cal estaba desnudo parado sobre la cama y la rubia tenía la cabeza enterrada entre sus piernas, la sostenía fuertemente mientras le hundía el m*****o en la garganta, pero era yo quien estaba allí sin aliento. -¿Te parece gracioso?. Créeme que no lo fue en su momento, ahora sí.. puede que de risa. Deja de reírte así, es serio. Si me concentro en pensar en la pobre niña con el no tan espectacular Cal no era tanto su trabajo. Basta de reírte. No hay mucho que contar después de eso. No hubo escándalo, no dije nada más y simplemente me di la vuelta. Le envié todas las cuentas del matrimonio a dos meses de la boda a Cal en una caja con un enorme moño rojo. Mi vestido, las invitaciones con las flores que elegimos para mi ramo y la decoración entera. Todo menos el anillo. Era costoso y sentí que aunque no repararía el daño, costearía algo bueno para mí. Ahora siento un peso menos, pero también tengo muchas dudas, ganas que… -¿Qué te parece un fin de semana en un Spa de lujo?. ¿Una cena en una cabaña en las montañas?. He pensado en un vestido de marca con unos zapatos a juego. Aun no me decido. Tuvo el descaro de presentarse en mi casa solo dos veces mientras yo pasaba mi dolor en un despecho del tipo "NORMAL", muy al estilo de Brigitte Jones, aunque no lo parezca lo amaba. Le cerré la puerta en la cara y la segunda vez Regina estampó su puño en el ojo rompiendo sus anteojos y haciendo el escándalo que yo no hice. - Me entristecí - Desaparece esa botella, estoy demasiado ebria. Cuando estoy nerviosa o borracha siempre hablo demás. Ha pasado un año y medio. En ese tiempo mi vida empeoró en Chicago. Tata enfermó y nos dejó demasiado pronto, ahora somos mi hermana y yo simplemente. Mi rutina se hizo pesada, me ofrecieron una plaza en la preparatoria de Florida. Vendimos la casa de la abuela, nos montamos en mi precioso deportivo azul del 93 y aun llevo el bellísimo anillo de cartier. Tengo 32, estoy soltera y no he tenido sexo en todo este tiempo. - ¡Vaya!. ¿Tanto trauma te dejó el imbécil que te volviste célibe?. Yo hubiese fornicado con media ciudad en lugar de comer tres kilos de helado. ¡Un deportivo del 93! - silbó - que clásico - Puedes servirme agua, porque hoy tendré sexo - dije con palabras enredadas y la vista perdida mientras me erguía en mi silla de la barra para tratar de divisar mejor al bartender que tenía esa voz tan sexy. - ¿Tienes una cita? -Pretendo conseguir un voluntario en este bar. Por ello entré - parpadeé y su barba rojiza fue lo primero que mis ojos encontraron acorde con su voz. Hasta ese momento solo estuve al pendiente del limón y me tambaleé en mi silla sin poder ponerme siquiera de pié - No lo creo. Son las seis, el bar aun no se llena y estas más que un poco ebria. Aunque te podría ayudar. - Lo miré con sorpresa y rió - Puede que tengas un poco de suerte - salió detrás de la barra y se acercó mirándome detenidamente - Debes conocer muchas historias peores que la mía. Cóbrame esta botella antes que llames a una ambulancia - Honestamente es un mito. Las personan no llegan a contarle su historia a un bartender eso solo sucede en las películas, pero para tu tranquilidad si las he visto nacer y morir detrás de esta barra y eso lo hace entretenido. Lo tuyo fue algo acertado. Ese tal Cal y su pequeña polla infiel te salvó de un matrimonio que terminaría seguramente en divorcio. Si me permites opinar te ahorraste muchos trámites, pero si piensas tener sexo esta noche… debes atraer a alguien y… - ¿Tan mal me veo? - Digamos que no te ves bien. ¿Cuántos números ves? - me mostró la mano y volvió a reír de esa manera tan seductora - Lo siento, tenía que hacer esa broma Apartó un mechón de mi rostro y al fin detallé al hombre al que no sé cómo, ni por qué, le relaté esta bizarra parte de mi vida que creí haber superado hace tiempo. Estaba muy mareada, aún así noté que era pelirrojo. Sus manos eran grandes y suaves al tacto, olían a limón y estaba jodidamente bueno. La camisa blanca se le pegaba a un cuerpo muy trabajado. Sus fuertes brazos me ayudaron a levantarme de la silla medianamente cómoda de la barra y a pesar de estar de pie era mucho más alto que yo. Me relamí los labios y pensé que necesitaba urgentemente tener sexo o comería a cualquiera que se me cruzara en frente, como a ese ejemplar hermoso por ejemplo. Me acompañó al baño, una vez adentro me di cuenta que seguía a mi lado y finalmente me escandalicé - Estas en el baño de mujeres - Estoy en un baño Mara, aquí no hay etiquetas. Puedo… - me pedía autorización para quitar mi saco marrón nada moderno y asentí - si dejaras de vestirte como si tuvieras 50 años atraerás hombres interesantes, además de que espero que se te baje el alcohol lo suficiente como para entablar una conversación. No les hables de tu ex y tú no tienes nada de malo. Comenzó a darme una serie de consejos de seducción o eso creía, mientras respiraba muy cerca acomodándome el cabello y su sonrisa era preciosa. Tenía unos ojos aceitunados y una boca deliciosa, en resumen si seguía tocándome de esa forma en dos minutos estaría sobre él rogándole que me diera todo lo que trajera debajo de ese delantal n***o que se amarraba a su cintura. Sacudí la cabeza sin sentir siquiera mis pies, al tiempo que él escudriñaba en mi bolso y me ponía en los labios un poco de brillo rosa. Le coloque alas manos en el pecho para mantener el equilibrio. Sentía sus músculos duros y su cuerpo tibio debajo de mis dedos, con el último resquicio de cordura y dignidad cerré los ojos y comencé a contar, a hacer operaciones de raíces y divisiones que me distrajeran de la necesidad que me recorría el cuerpo con esa cercanía. - Estoy seguro de que muchos hombres serían afortunados de tenerte. Eres preciosa y debes salir allá afuera para demostrártelo - abrí los ojos y suspiré Se alejó de mi contemplándome complacido del cambio que había hecho, dejando mi camisa dentro de mis pantalones de vestir, mi cabello suelto y sin el saco, mientras yo seguía mentalmente entre números. El bar comenzó a llenarse al mismo tiempo que mi cuerpo se deshacía de los efectos de alcohol y mi bartender ya sea por lástima o por amabilidad estaba entre cuidándome y atendiendo a los clientes. Yo no podía apartarle la mirada de encima. No era posible que existieran hombres como ese y yo tan sola. Era pésima para detectar si había algún interesado y a medida que avanzaba el tiempo deduje que mi plan era terrible. Debería usar esa aplicación que tanto me nombraba Regina, estaba tan desfasada que debía admitir que ya no se conseguían ligues de una noche en un bar sin un previo like o match. Tomé un poco mas de agua soltando el aire. No tenía nada destacable que atrajera a ningún hombre, o al menos eso pensaba. El pelirrojo volvió a acercarse mientras secaba un vaso y me susurro que habían unos caballeros muy guapos en la estancia y que habían estado mirándome, sugirió que debería dedicarle una mirada coqueta a el que mas me gustara y le sonreí con una mueca. No tenía ni idea de cómo era dedicar una mirada coqueta. Si, eran muy guapos. Descubrí en ese instante el fastidio enorme que me daría que se acercara alguno y tener que darle detalles como de donde soy, a que me dedico, si tengo hijos o mascotas y entre muchas otras preguntas. Mi desanimo le ganó la batalla a mi libido una vez más. Busqué en mi bolso una pluma y escribí en una servilleta un simple gracias con una carita feliz dedicándole una sonrisa de lejos a el simpático y ocupado bartender. Salí del bar rumbo a casa. Aún me quedaba la sensación de haber bebido demasiado y poco a poco volvían a mi mente retazos del vergonzoso rato que pasé en ese bar y de cómo ese hombre me había acomodado mi desaliñada y ebria presencia. Había estado pensativa todo el día y muy aburrida de mi rutina, que aunque cambié de ciudad parecía seguir siendo la misma. Llamé a Regina y saldría tarde de sus sesiones de masaje a domicilio. No quería llegar a casa para estar sola, así que me detuve en una calle concurrida y entré en el primer bar que se me cruzó por un trago. No calculé que sería casi toda la botella cuando fue demasiado tarde. Entré a la ducha y el agua comenzó a llevarse un poco la vergüenza de haberle contado a un bartender que me habían puesto los cuernos antes de mi boda con cada detalle y que nos riéramos de ello. Además de mencionar como si nada que no había tenido sexo en más de un año y que prácticamente lo necesitaba. Llevé mis manos al rostro y gimotee con tanto bochorno que era evidente el porqué no había podido rehacer mínimo mi sexualidad. De pronto las imágenes borrosas, pero tan vívidas de ese hombre acariciándome el cabello, tocando mi cara y mi ropa sin aparente malicia tan delicadamente arremetieron con una punzada en mi vientre y mi piel tuvo la sensación. Como un recordatorio de lo que me estaba perdiendo con el contacto de otra piel, o era simplemente ese ser que despertó algo, alguna parte que estaba dormida en mi. Mi mano bajó lentamente con el recorrido del agua desde mi cuello, ajustándose por la suave protuberancia de mi pecho. Cerré los ojos recordando su incipiente barba rojiza y esos ojos brillantes e intensos, de mis dedos en su pecho y los suyos sobre mi cintura al tiempo que mis dedos jugaron con mi pezón y brotó de mi garganta un suspiro. Esas manos grandes deberían están posadas en mi ardiente piel, pero mi imaginación las suplantó al tiempo que bajaba por mi vientre y me perdía en un lugar intimo, apreté los ojos cuando recordé como quitó mi saco y tomó mi rostro con delicadeza y en el jugueteo apreté mis piernas y gemí. En lugar de parar seguí pensando en ese bartender y en todos los detalles que recordaba de su rostro, su piel, su boca, su risa y la dulce voz varonil con la que me decía que era preciosa, mientras que jugaba conmigo sin desistir. La sensación me estaba enloqueciendo y el olor a limón de sus manos inundó mis sentidos. Volví a gemir mientras más lo necesitaba y estallé solo en tres minutos. Abrí los ojos de par en par. nunca había hecho algo como eso. !Soy una pervertida!

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