Ruptura repentina. 1

3602 Palabras
Chloe se despertó antes que el sol asomara, como lo hacía cada mañana, el sonido de su alarma se mezcló con el suave murmullo del viento que pasaba por la ventana, aún somnolienta, se estiró y dejó que el día la envolviera lentamente. Sabía que tenía mucho que hacer antes de irse a su trabajo. Se levantó de la cama, el frío del suelo le caló los pies, pero eso no la detuvo, se dirigió al baño, se miró al espejo y en los ojos de su reflejo vio la determinación que siempre la acompañaba para lidiar con los clientes del hotel. En ese año y medio viviendo en Londres, Chloe había experimentado una transformación inesperada, desde que había llegado, su vida parecía haber tomado un rumbo incierto, pero ahora, con el paso de los meses, se encontraba en una posición que nunca imaginó. De ser la recepcionista del hotel Kingsley, un puesto que le parecía solo un peldaño en la escalera de su carrera, por sus excelentes habilidades había ascendido rápidamente hasta convertirse en la gerente general. El esfuerzo y la dedicación que había invertido cada día en el trabajo no pasaron desapercibidos, a pesar de las largas horas y las constantes presiones, Chloe nunca perdió su enfoque, su habilidad para organizar, liderar y resolver problemas, incluso en los momentos más difíciles, la había destacado frente a sus superiores, había ganado la confianza de sus compañeros y la admiración de los clientes frecuentes, quienes siempre la describían como eficiente y accesible. Chloe se envolvió en el vapor del baño caliente, dejando que el agua cálida aliviara la tensión acumulada en su cuerpo, sabía que necesitaba estar en su mejor forma para afrontar otro día en el hotel Kingsley, un buen baño siempre era su ritual matutino para despejar la mente y revitalizarse. Mientras el agua caía, sus pensamientos se centraron en el trabajo que la esperaba, ser la gerente general no era tarea fácil, había más responsabilidades que nunca, pero también más satisfacción al saber que todo estaba bajo control. Una vez fuera de la ducha, se secó y se puso una ropa cómoda pero profesional, eligiendo con cuidado un conjunto que reflejara su seriedad y, al mismo tiempo, su estilo personal, no le importaba lo que pensaran los demás, pero sabía que, como gerente, su presencia debía imponer respeto, con el cabello recogido en una coleta baja y un toque sutil de maquillaje, Chloe se sintió lista para enfrentar el día. Le gustaba llegar temprano al hotel, mucho antes de que los primeros huéspedes llegaran, a esas horas, el lugar estaba tranquilo, solo interrumpido por el sonido de las primeras actividades del personal. Era el momento perfecto para organizar sus pensamientos y planificar las tareas del día sin las interrupciones habituales, ser gerente general implicaba que cada decisión tenía un impacto directo en el funcionamiento del hotel y Chloe se tomaba esa responsabilidad muy en serio. Al salir de su apartamento y caminar por las calles de Londres, el bullicio de la ciudad le daba energía, a pesar de que seguía sin sentir esa ciudad como su verdadero hogar, pero le gustaba en parte su rutina, otra jornada llena de desafíos y logros la esperaba, aunque la presión era constante. Mientras caminaba por las calles de Londres, el sonido de sus pasos se mezclaba con los pensamientos que no lograba sacar de su cabeza, Chloe trataba de centrarse en el día que tenía por delante, pero algo seguía rondando en su mente, la forma en que Lucas había cancelado su cita de la noche anterior, sin previo aviso, sin una explicación, solo un simple mensaje que decía: "Lo siento, no puedo esta noche. Otro día." El frío de la mañana no era lo suficientemente fuerte como para disipar la sensación incómoda que la invadía, Chloe había estado esperando ese momento con ansias porque hace varios días que su relación amorosa se estaba sintiendo ausente, no era como si estuviera obsesionada, pero había algo en Lucas que la intrigaba, algo más allá de las pequeñas conversaciones casuales que habían tenido en las últimas semanas. La idea de pasar la noche con él le parecía prometedora, hasta que, de repente, todo se desvaneció en la nada, el mensaje le había dejado una extraña sensación de inseguridad, no solo por la cancelación en sí, sino por la falta de explicación, era extraño para ella, acostumbrada a la claridad y la transparencia que había marcado su relación desde un principio, especialmente en su trabajo, donde cada acción debía ser justificada, pero con Lucas, nada había sido claro en las últimas semanas, era un hombre con el que había compartido sonrisas, miradas que sugerían más, pero nunca llegaron a materializarse en algo más concreto como lo imagino en el momento en que se mudó. Tal vez estaba sobre analizando todo, pero sentía que merecía una respuesta o al menos una disculpa más personal que un simple mensaje, a pesar de la molestia que le causaba, también no podía evitar preguntarse si en algún punto de su vida, las cosas sencillamente no estaban destinadas a ser tan claras como ella pensaba que serían, pero entonces, un pensamiento le cruzó por la cabeza ¿Por qué seguir pensando en alguien que no da ni una mínima señal de interés real? Con una leve exhalación, Chloe decidió dejar el tema atrás, estaba demasiado ocupada para perder tiempo con esa incertidumbre, había mucho por hacer y ese día el hotel Kingsley necesitaba de su atención más que nunca pues ocurriría la celebración de un evento bastante grande, la celebración de un compromiso. Al llegar al hotel Kingsley, Chloe se sintió aliviada por la familiaridad de su entorno, el bullicio de la ciudad quedaba atrás y el elegante lobby del hotel la recibía con su cálido brillo, a lo lejos, vio a Oliver Blake, el recepcionista del día, atendiendo a un par de huéspedes. Oliver se había convertido en un amigo cercano desde sus primeros días en el hotel y aunque sus funciones eran distintas, compartían una camaradería que hacía que el trabajo fuera mucho más llevadero. Era un hombre un año mayor que ella, de cabello castaño claro, los ojos de un gris azulado bastante único, siempre tenía una expresión seria, pero cada vez que sonreía era verdaderamente cálido. — ¡Buenos días, Oliver! — saludó Chloe con una sonrisa mientras se acercaba al mostrador. Oliver levantó la vista de sus papeles y le devolvió la sonrisa, con su característico toque de simpatía que destilaba una gran confianza. — ¡Chloe! — exclamó — Buenos días ¿Cómo va todo? — preguntó, mientras ajustaba las gafas sobre su nariz y le daba paso para que se acercara más. — Más o menos... — respondió ella, arqueando una ceja mientras se quitaba el abrigo — Ya sabes, el estrés de siempre ¿Cómo estás tú? — Oliver se encogió de hombros, dándole a entender que, a pesar de la rutina, su día había sido bastante tranquilo hasta ese momento. — Todo bajo control, aunque, como siempre, el trabajo aquí nunca falta, acabo de llegar y ya tengo dos quejas con referencia al servicio de la noche, al parecer la recepcionista estuvo de mal humor anoche. — su tono de voz era relajado, pero sus ojos brillaban con una mezcla de cansancio y diversión. Era uno de esos días en los que Oliver tenía la sensación de que nada podía sorprenderlo, Chloe asintió, sabía que iba a tener que reunirse con el gerente nocturno para tocar ese tema, pero por el momento estaba agradeciendo la calma en la que se encontraba el hotel a esa hora temprana, después de unos segundos de charla trivial, su rostro volvió a reflejar una ligera preocupación que no podía evitar, pensaba nuevamente en Lucas, pero no quería compartir esas inquietudes con Oliver, al menos no por ahora, sin embargo, iba a tener que verlo más tarde. — Bueno, parece que hoy será otro día largo... — dijo Chloe mientras miraba el reloj — Nos vemos más tarde, Oliver. — se dirigió hacia su oficina que estaba detrás de la recepción. — ¡Cuídate, Chloe! — respondió él, su voz cálida y amistosa. La oficina de Chloe estaba ubicada justo detrás de la recepción, separada solo por un pasillo discreto, desde allí, podía ver a Oliver trabajando, siempre con una sonrisa en el rostro para los huéspedes, era un lugar perfecto para alguien como ella, que disfrutaba de estar cerca de la acción sin perder el control de todo lo que ocurría en el hotel. Al cruzar el umbral de su oficina, un aire de sofisticación la envolvía, las paredes, de un tono neutro y elegante, estaban adornadas con piezas de arte contemporáneo que daban un toque moderno al espacio, el mobiliario era minimalista, pero lujoso; una mesa de madera en el centro, sillas de diseño y estanterías metálicas llenas de libros de gestión hotelera, arquitectura, arte y carpetas llenas de los preparativos de ciertos eventos. Lo que más destacaba en la oficina de Chloe era el gran cristal que ocupaba toda una pared, era un cristal de vista unilateral, lo que le permitía observar el movimiento en el lobby sin ser vista por los huéspedes, a través de él, veía el bullicio de la recepción, el ir y venir de los empleados, y a Oliver, quien ahora atendía a un par de turistas que se acercaban al mostrador. La luz natural entraba con fuerza por el cristal, iluminando suavemente el ambiente y creando un contraste perfecto con las luces cálidas del interior, la oficina no solo era un lugar de trabajo, sino un espacio donde Chloe se sentía cómoda y en control, era un regalo por parte de Arthur cuando fue nombrada gerente por sugerencia de los demás jefes. A pesar de la calma que emanaba el lugar, Chloe sabía que su día apenas comenzaba, se sentó en su escritorio, encendió su ordenador y revisó los correos electrónicos que ya se habían acumulado, pero, a pesar de estar rodeada de lujo y éxito, la inquietud por la cita fallida con Lucas seguía flotando en su mente, decidió, por un momento, dejarlo atrás y enfocarse en lo que tenía que hacer. Chloe estaba completamente sumergida en su trabajo, organizando las actividades del día, revisando presupuestos y contestando correos electrónicos de proveedores, cuando el sonido del radio interrumpió su concentración. Tomó el dispositivo, que siempre mantenía a mano y escuchó la voz del encargado de seguridad del hotel, Henry, al otro lado. — Señorita Harper, tenemos una situación en el restaurante Azul... — informó Henry, su tono preocupado — Un cliente está exigiendo hablar con la gerencia, parece bastante alterado. — Chloe suspiró y dejó a un lado su bolígrafo, sabía que parte de su trabajo consistía en manejar este tipo de conflictos, aunque siempre deseaba que no ocurrieran tan temprano en el día. — Entendido, Henry, voy para allá. — respondió con profesionalismo. Se levantó de su asiento, se alisó la blusa y se dirigió hacia el restaurante Azul, ubicado en el ala este del hotel, era uno de los espacios más exclusivos del Kingsley, famoso por su refinada carta y su ambiente sofisticado, un lugar donde solo se podía entrar con reservación porque siempre estaba lleno. Al llegar, encontró una pequeña conmoción en la entrada al restaurante, el gerente estaba al lado de la anfitriona y frente a ellos un hombre joven con una expresión de disgusto absoluta en su rostro, vestido con un traje caro, estaba discutiendo, su tono subiendo lo suficiente como para incomodar a los demás comensales dentro del lugar. — Buenos días... — saludo Chloe con un tono muy suave — ¿Cuál es el problema aquí? —preguntó Chloe, viendo al hombre a los ojos. El hombre giró hacia ella, evidentemente irritado, aunque pareció suavizarse al notar su presencia y su tono de voz. — Usted debe ser la gerente general del hotel... — dijo, tratando de recomponerse — Quizás usted pueda explicarme por qué mi reserva fue cambiada sin aviso... — saco su celular — ¡Llevo años viniendo a este lugar con mi familia y jamás me habían tratado con tan poca consideración, sobre todo en este día que se supone debía ser perfecto, este es el correo del momento después en que reserve! — Chloe mantuvo la compostura y le dedicó una sonrisa profesional después de revisar el correo en su celular. — Lamento muchísimo la confusión, señor, permítame aclarar lo ocurrido. — dijo con calma, dirigiendo una mirada al gerente y se acercó a él — Me explican qué ha pasado, las mesas de los clientes no se cancelan hasta después de quince minutos de espera, ese hombre ha venido justo a la hora. — comentó Chloe y toco la pantalla donde se mostraban las mesas de todo el restaurante. — Samantha le ofreció la mesa del joven a una mujer que dijo ser la esposa del dueño del hotel, apenas ha comenzado a trabajar hace dos días, está en entrenamiento, tuve que ir a la cocina por cinco minutos y la tipa logró intimidarla. — explicó Marcos, el gerente del restaurante. — Que los meseros corran, un ramo de rosas a la mesa treinta de la terraza, pon a tu mejor camarero a encargarse de ellos. — Chloe era una mujer que sabía resolver al instante. — Esa mesa estaba reservada. — Marcos se extrañó mucho. — Hace media hora que su reserva debió haber sido cancelada, dos llamadas y ninguna tuvo respuesta, si se presenta deberá esperar. — levantó la mirada hacia la anfitriona que parecía no saber dónde meterse. — Enseguida me muevo. — Marcos se alejó, fue rápido con los meseros para implementar el protocolo de conciliación con el cliente. — Señor... — caminó hacia él — Lamento mucho lo que ha pasado y lamento mucho más no poder tener la mesa que reservo, pero le tengo una mejor opción, por favor acompáñeme... — tomo una carta y extendió la mano para que fuera con ella — ¿Un evento especial? — preguntó con sutileza mientras caminaban por el restaurante. — Si, pienso proponerle matrimonio a mi novia y quería la mesa donde tuvimos nuestra primera cita. — comentó con cierta irritación. — Una disculpa sincera caballero, pero creo que, con un escenario como este, su propuesta será mucho más mágica. — le mostró el lugar donde estaba ubicada la mesa y la molestia en el rostro del hombre pasó a ser pura sorpresa. La ventana de piso a techo dejaba ver un pequeño jardín al exterior con rosas, en el techo, justo sobre la mesa una delicada lámpara de cristales que irradiaba una cálida luz, en medio de la mesa un ramo de rosas rojas, olorosas y bien abiertas, todo en la mesa gritaba elegancia y autenticidad, perfecta para una propuesta de matrimonio. — Es mucho mejor. — el hombre se rio, fascinado. — Por favor, tome asiento y estoy segura que su acompañante no debe tardar en llegar, espero que el ramo de rosas sea de su agrado. — suavemente corrió la silla. — Muchas gracias. — el hombre aprovechó primero a sacar algunas fotos antes de tomar asiento. — Con su permiso... — Chloe se retiró — Casi le arruinamos la propuesta de matrimonio, que el mesero esté muy pendiente de ellos, si ella acepta su petición que le ofrezcan una de nuestras mejores champañas para que festejen, que corra por la casa. — estaba haciendo un control de daños, el cliente siempre debía irse satisfecho, sobre todo si provenían de familias tan constantes como la del joven. — Perfecto, voy a llamar a fotógrafo y que les ofrezca una polaroid. — Marcos también debía hacer su control de daño. — Me parece perfecto. — se acercó a la computadora nuevamente. — Lo siento mucho. — dijo la chica en un hilo de voz. — Es de humanos cometer errores y debes aprender de ellos, pero si quieres permanecer en este trabajo a largo plazo debes comenzar a ser más firme en tu actuar, no puedes dejar intimidarte por cualquier persona o entonces te van a usar. — la estaba regañando, pero sin llegar a gritarle ni ser grosera con ella. — Le prometo que no volverá a pasar. — volteo a ver al gerente. — Espero que no, el cliente debe llevarse la mejor experiencia en este restaurante, pero también hay que ser firme con las posturas y hay hechos que no se pueden cambiar, el señor Kingsley no es un hombre casado, no te dejes engañar por vividores. — conecto un auricular a la radio para poder escuchar de forma personal lo que estaba ocurriendo. — ¡Oye! — una mujer le tronó los dedos, era la misma a la que se le dio la mesa del hombre. — Yo me encargo de esto, gracias por haber venido, debes tener mucho trabajo que hacer. — Marcos se molestó mucho por la forma en que esas mujeres estaban tratando a todo su personal, los camareros ya se estaban quejando. — Yo me encargo, termina de instruirla y si tienes dudas consulta antes de tomar una decisión... — dijo Chloe antes de encamarse hacia la mesa de las mujeres — ¿En qué puedo ayudarlas? — preguntó suavemente, pero su postura firme. — Este es un excelente restaurante y tiene un excelente menú, pero los meseros han sido muy groseros con nosotras, quisiera saber cómo es que van a compensar eso. — movió sus manos y sus largas uñas resonaron entre ellas. — Nuestros colaboradores están muy bien capacitados para el servicio al cliente, pero me encargare personalmente de revisar las cámaras corporales de los meseros que las han atendido y veremos. — Chloe estaba acostumbrada a tratar con mujeres manipuladoras como ella. — ¿Estas poniendo en duda mis palabras? — se hizo la ofendida — ¿Sabes quién es mi esposo? — se cruzó de brazos. — ¡Esto es increíble, que mediocre el servicio! — la amiga se puso en el mismo plan. — ¡Llámame al gerente general de este hotel, no puedo creer que me den este trato! — comenzó a alzar la voz. — Mucho gusto, Chloe Harper, gerente general del hotel Kingsley... — puso una mano sobre su pecho — Tenemos protocolos que seguir y el revisar las cámaras corporales de nuestros camareros si hay algún problema es parte de ese protocolo, tampoco sé quién es su esposo, pero espero que comprenda que nuestro interés es mantener a los clientes especiales felices. — su postura y forma de hablar dejaron en claro que no iban a jugar con ella. — Esta bien, comprendo eso y creo que podemos dejarlo pasar por esta vez. — la mujer bajo sus humos al darse cuenta de que no iba a poder jugar con ella. — Gracias, me encargare de que les regalen un flan para compartir... — su mirada severa hizo que ambas solo asintieran — Henry, vigilancia constante a la mesa veinte, posible fuga. — dijo atreves del pequeño micrófono del auricular. — Entendido jefa. — después de esa respuesta, la comunicación se cortó. Cuando regresó a su oficina, respiró aliviada, situaciones como esa no eran nuevas, pero cada vez que lograba resolverlas sin mayores complicaciones, sentía una pequeña victoria personal, ajustándose el chaleco, retomó su trabajo frente a la computadora, siempre estaba lista para cualquier otra cosa que el día pudiera deparar. Chloe se sumergió nuevamente en sus tareas, avanzando con las revisiones de los reportes diarios y organizando una reunión con su equipo de operaciones porque estaban teniendo unas cuantas cojeras en el trabajo y eso no le gustaba, sin embargo, el radio volvió a activarse, interrumpiendo su concentración, esta vez, era la voz de uno de los supervisores del bar. — Atención, seguridad, tenemos un incidente menor en el bar... — dijo el hombre — Parece que dos huéspedes están discutiendo, pero nada grave, estamos manejándolo por ahora, solo quiero que estén al tanto. — todo debía reportarse, así se evitaban malos entendidos y era prioridad que todo el personal de importancia estuviera al tanto para saber resolver. Chloe levantó la mirada del monitor, escuchando atentamente las palabras al otro lado, aunque no era un problema que requiriera su intervención directa, su instinto como gerente la mantenía siempre alerta, decidió no intervenir a menos que fuera absolutamente necesario, confiando en que el equipo del bar, liderado por el experimentado barman Abrahán, sabría cómo manejar la situación por muy dificil que se pusiera. Con un suspiro, tomó un sorbo de su café que ya estaba un poco frío y continuó revisando los informes que tenía dispersos sobre el escritorio, aunque parte de ella quería pasar por el bar para asegurarse de que todo estuviera bajo control, también sabía que debía confiar en su equipo, había trabajado arduamente para entrenar a su personal y asegurarse de que cada m*****o supiera manejar conflictos con profesionalismo y empatía. Mientras el incidente en el bar se resolvía con éxito, Chloe no pudo evitar sentir una ligera tensión en el ambiente que la estaba rodeando, sabía que en un hotel de lujo como el Kingsley, donde el servicio excepcional era la norma, cada detalle importaba sin duda alguna, sin embargo, también entendía que confiar en los demás era una parte fundamental de ser una buena líder. Decidió mantenerse al margen por ese momento, pero no sin antes tomar nota mental de verificar con Abrahán más tarde para asegurarse de que todo hubiera quedado resuelto sin inconvenientes adicionales.
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