5- Primer día a su lado.

1550 Palabras
Capítulo 5. Primer día a su lado. Paula durmió desde el momento en que su cuerpo sintió la suavidad de la cama, se estremeció al despertar tras la misma pesadilla que la perseguían desde aquel día. La ropa que llevaba puesta la hacían sentir incómoda pues no eran de su talle, despertó temprano en la mañana como a las seis o tal vez un poico antes, se dio una ducha y no tuvo de otra que utilizar prácticamente la misma ropa. —Necesito hablar con este detective, si estaré aquí necesito ropa y al menos intentar contactar a Franco, debe estar preocupado por mi… y mi hermano, tengo que ir a verlo como cada mes. —Paula sentía que no encontraría una solución rápida a sus problemas, Pablo, su hermano a pesar de su discapacidad mental, se daba cuenta cuando llegaba la fecha en que su hermana iría a verlo al hogar, con algún dulce o su comida favorita, ella inclusive pensó que estos criminales podrían atacarlo a el una vez que se enteren de su existencia. —Piensa mientras se muerde las uñas de sus manos, y oye rugir su estómago. Ella acostumbraba desayunar temprano debido a su trabajo. «¿Cómo este hombre puede dormir tanto en momentos como este?», pero de seguro está acostumbrado. —Se decía mientras la incomodidad se apoderaba de su cuerpo, optó por servirse un vaso con agua. Esperó como dos horas, y el detective no se inmutaba, la verdad consistía en que Paula comenzaba a sentir hambre, la noche anterior no pudo cenar o al menos prepararse un te o café, pero no quiso ni asomarse a la cocina por respeto a la privacidad del extraño con quien tendría que convivir por un tiempo. —Buenos días. —Escucha detrás de ella la voz del detective, en ese momento pensó en cómo puede ser tan sigiloso a pesar de su tamaño, el es un hombre corpulento, con un físico muy atractivo, media como un metro ochenta y algo, por lo que notó, el pudor no se hacia presente como su mejor consejero, ella volteo y el hombre llevaba puesto una toalla, la cual cubría la mitad de su cuerpo. —Buenos días. ¿Por qué sale así?. No está solo en esta casa, detective. —Paula se ruboriza, y enseguida se da vuelta a lo que el hombre con una sonrisa de picardía en su rostro responde: —Tienes razón, pero es mi casa y no porque tu estés aquí cambiaré mi forma de vivir, eso incluye mi forma de vestir o no vestir. ¿Comprendes?. —La piel se me eriza cuando escucho esa ultima palabra justo en mis oídos. —De acuerdo, no hay problema pero tengo unas peticiones que hacerle. —Sigue sin voltear— —Háblame sin formalidades Paula, después de todo tendremos que adaptarnos mientras la investigación continúe. —Va a la cocina con total confianza— — Bueno, bebo café siempre a esta hora, normalmente más temprano y vestido así, debes acostumbrarte. —Utiliza la toalla que llevaba en sus manos para secar su cabello— —Necesito ropa y …. —Le daba algo de pena decir que tenia hambre, pues notó que este hombre no conocía la palabra hospitalidad, el se preparó café y ni siquiera le preguntó si ella estaba bien o necesitaba algo— —Enviaré a alguien a tu casa y te traerán lo que necesites. —Bebe de su taza— —Mi casa está destruida, ayer pasamos cerca y bajé, pero todo estaba manchado con pintura, o algo así. No pude rescatar nada. El detective bajó su taza en la mesa, y esbozo una sonrisa que pintaba a frustración como si el comentario de Paula fuese una completa estupidez. —¿Y tu muy inteligente fuiste hasta allá?. Mira señorita, no se qué tan inteligente eres, pero eso que hiciste es la idiotez más grande que pudiste haber cometido, estás bajo custodia policial porque uno de los mafiosos más difíciles de atrapar cree que tu lo viste a el y a otros más, en síntesis ese imbécil cometió un error al dejarte con vida y tu audazmente quisiste ir a buscar “cosas” sin ningún tipo de protección. —El va hasta Paula y toma su mentón con su mano derecha— Tu estás a mi cargo desde que pisaste esa estación policial, y déjame decirte que no me gustan las chicas desobedientes, si quieres vivir tendrás que seguir mis reglas, ni siquiera puedes ir al baño sin que yo esté enterado. Si decides hacer lo que te venga en gana, puedes ir despidiéndote de este mundo. —La suelta con rudeza, y ella solloza tras sentir el miedo que provocaron las palabras del detective— —El oficial fue conmigo, no estuve sola, además quise… —Su voz se quiebra— lo que ella quiso fue tomar el álbum de fotos de su familia, pero debido al desastre no pudo entrar a su habitación, en donde todas las cosas se encontraban en el suelo, en completo desorden— Andrés vuelve a sonreír con sarcasmo ante el evidente intento de justificación por parte de la mujer. —¡Por favor!, el te hubiese dejado abandonada si su vida dependiera de ello. —Va hacia su habitación— —No lo volveré a hacer. —Hannah acomoda su cabello, ya que siempre lo llevaba suelto— Tengo hambre. —Dice sin más, ya que no tuvo opción— Andrés se queda quieto percatándose de no haber hablado con Paula con respecto a lo que puede o no hacer en la casa, el asumió que la chica había tomado algo del refrigerador, pero en el fondo le agradó la idea de que no se inmiscuyó sin autorización, odiaba que las personas fuesen entrometidas o desvergonzadas, por eso prefería vivir solo. —Puedes tomar lo que quieras, en realidad no tengo muchas cosas porque normalmente no me quedo aquí, y no consumo carbohidratos, salvo el arroz. No encontrarás nada particularmente normal aquí, a menos que compartas mi estilo de vida. —Voltea hacia Paula viéndola de pies a cabeza— Ella es rellenita, sonrió en su mente pues pensó que tal vez la chica desearía hacer alguna tostada, o sándwiches o tal vez encontrar galletas, cosas que jamás él tendría en su departamento puesto que no los consumía, su dieta era muy estricta al igual que su rutina de ejercicios. —El café es normal. —Responde ella un tanto avergonzada— —Claro, puedes servirte lo que quieras, también puedes ver televisión, estar en el jardín, siempre y cuando no husmees mis pertenencias. Yo tengo que salir, cuando vuelva comenzamos a charlar. ¿No te sirvieron las prendas que te di?. —La vuelve a observar, pues el es un hombre demasiado detallista se percató que llevaba puesta la misma ropa— —No, me quedaron pequeñas. —Responde sintiendo sus mejillas calientes, menos mal no tenia la piel blanca, sino su rostro hubiese estado completamente ruborizado— —Bien, le pediré a la secretaría de la estación que te vea algo, toma. —Coloca en sus manos una tablet— Escribe allí el talle que usas en pantalones, ropa interior, todo. «¡Qué incómodo!» Pensó mientras trataba de ser lo más específica posible, tras un suspiro comenzó a escribir en el bloc de notas. Blusas o remeras: Talle XL. Pantalones: Talla 46 si el tejido no es rígido, sino de lo contrario, utilizo la talla 48. Abrigos en la misma talla que las blusas. Ropa interior: En L, preferiblemente de algodón y uso bikini por favor. Ahh, y que los sostenes sean copa C, mis pechos son un tanto grandes pero no demasiados, utilizó esta copa porque son largas en las tiras por detrás. Muchas Gracias... Cuando terminó de hacer su pedido de ropa, fue a la cocina, y tal cual se lo había dicho el detective, en el refrigerador pudo ver frutas, verduras, leche vegetal, todo tipo de carnes congeladas y frutos secos. «Sufriré aquí» Pensó mientras tomó unas bananas para acompañar su café, ella acostumbraba desayunar unas tostadas con mermelada o queso untable. ¿Tampoco consume huevos?. —Se dijo a si misma— ¿Cómo es que puede vivir comiendo solamente esto?. —Pensó mientras bebía su taza de café, no dejaba de preocuparse por su hermano— Cuando vio a Andrés dirigirse a la puerta, sin despedirse, tratándola como "algo invisible", ella lo detuvo. —Andrés, yo tengo un hermano y no quiero que le suceda nada malo. Por favor. —Le dice sollozando, volvió a tomarlo del brazo, se apresuró en alcanzarlo justo antes de que cerrara la puerta— El hombre volteó con un rostro de enfado, no le agradaba que se acercaran de esa manera para conversar con el, sentía que su espacio estaba siendo invadido sin su permiso. Con agilidad, la tomo del brazo y la llevó hasta arrojarla a un sofá, Paula recordó que ya se lo había dicho, pero fue una reacción involuntaria. —No estamos comenzando bien Paula. —Ella no levanta su rostro, se queda allí quieta justo en el lugar en donde cayó tras el movimiento del detective en respuesta a haberlo tomado del brazo...
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