Vuelo a París. 2

4011 Palabras
Se sentó en la cama dejando su cartera aun lado, apoyando los codos sobre sus rodillas pasando los dedos entre su cabello que por suerte no padecía de friz y podía soltar sus rizos sin miedo a que estos se fueran a esponjar cuál león salvaje de la sabana, mientras repensaba sus posibilidades para librarse del evento del viernes escucho dos toques suaves a la puerta. – Señorita Sussina, soy Marta. – reconoció la voz de la asistente de Layla. – ¿Y qué se le olvidó a tu jefa ahora? – pregunto cuando abrió la puerta. – No se le ha olvidado nada, me mando a dejarle este obsequio. – extendió la caja que llevaba en las manos. – ¿Chanel? – alzo una ceja viendo el moño blanco que mantenía cerrada la caja. – Si, la jefa quería darles un regalo a sus mejores escritoras como incentivo por las excelentes ventas que han estado teniendo, me tome el tiempo para escoger la suya y espero que le guste, combinara muy bien con su estilo. – sonrió ampliamente. – Gracias. – cerro la puerta algo incómoda porque sabía que esa mujer era una bruja. Marta era de las personas que no le gustaba ver ojos lindos en rostros ajenos, no desaprovechaba la oportunidad para fastidiar a las demás escritoras y tenía una obsesión un poco extraña con Layla, a toda costa quería que la mujer la notara a pesar de que no tenía ningún talento especial. Dejo la caja sobre la cama y tenía miedo de abrirla porque no sabía que se iba a encontrar ahí dentro, deslizo la cinta hacia un lado y lentamente levanto la tapa para dejarla aun lado, no tuvo necesidad de levantar mucho el papel china que cubría la cartera porque solo de ver el color ya sabía que Marta había hecho de las suyas nuevamente ¿Cómo una cartera de color lila encajaría con su estilo? Se movió un poco para verse en el espejo, mezclilla, botas de cuero, chaqueta de motociclista, sombrero n***o ¿Dónde podía meterse esa cartera? Lo único rescatable es que tenía una asa larga tipo cartera cruzada. Paso la caja a una butaca y entonces se lanzó a la cama de espaldas porque necesitaba descansar un poco o al menos aclarar la mente un par de horas antes de ponerse a trabajar, las cosas no salieron como las imaginaba, pero pensándolo de mejor forma, las cosas habían salido mucho mejores y antes de que el tiempo se le acabara decidió ponerse manos a la obra. La puesta de sol en París sería casi a las diez de la noche y eso le dio a Zoe la movilidad suficiente para hacer las vueltas que planeo, las compras necesarias y para conseguir un número de celular pues por el cambio de país era urgente que lo consiguiera si quería hacer llamadas, volvió al hotel justo cuando el sol se iba ocultando y el cielo estaba pintado de naranja, entro directo al restaurante porque tenía ganas de comer algo delicioso, tanta caminata le abrieron el apetito y mientras esperaba decidió hacerle una videollamada a Magda porque estaba segura de que le interesaría mucho saber que era lo que iba a comer. – ¡HOLA! – Magda grito apenas vio la imagen de Zoe. – ¡Dios, estoy usando audífonos! – los oídos le quedaron pitando por el chillido. – Lo siento ¿Cómo vas? Dame detalles. – sonrió mientras se lanzaba a su cama pues ya estaba en casa. – Voy bien, ya conseguí lo necesario para mi estancia prolongada. – suspiro observando hacia un lado para después ver la pantalla de nuevo. – Con ese suspiro no te escuchas muy contenta que se diga. – aparto las mechas locas de cabello rubio de su frente. – Es una babosada, pero Marta ha vuelto a hacer de las suyas, por petición de Layla compro una cartera para mí. – sonrió cuando la mesera le dejo el plato sobre la mesa. – ¿Qué marca es? – Magda comía pan mientras Zoe disfrutaría de unas jugosas chuletas. – Chanel, la cartera es muy linda, el estilo es perfecto para salir un fin de semana a caminar por la playa llevando solo lo necesario, pero yo y los colores como el lila no congeniamos muy bien... – acomodo el celular sostenido por el centro de mesa – Me da hasta pena quejarme de eso porque fue un regalo de parte de Layla, lo único malo es que no hizo la compra personalmente. – con las manos libres pudo tomar los cubiertos. – ¿Marta te compro una cartera de color lila? ¿A ti? A la señora de la noche le compraron una cartera lila... – la vio asentir – Que perra ¿No hay forma de que la puedas cambiar? – se rio alcanzando a ver lo que su amiga comía. – La pudiera cambiar si tuviera el recibo de compra, pero no lo tengo y me da pena ir con Layla a decirle que la cartera que su asistente escogió para mí no me gusta. – volteo hacia un lado al escuchar carcajadas estridentes, eran del mismo hombre que choco con ella. – ¿Conoces lo que es la pena? – se rio cuando Zoe le mostró el dedo medio – ¿Qué planes tienes para mañana? – pregunto mientras se levantaba. – Dormir hasta tarde, por obligación tengo que asistir a la fiesta de aniversario del hotel y el sábado a trabajar, almuerzo con otros escritores y firma de autógrafos. – Zoe tomo la copa de vino para beber. – El sábado imagino que será tu punto alto de trabajo... – Magda saco unas uvas y comenzó a comerlas – Pero no tienes una agenda tan mala, quizás conozcas a un guapo escritor o algún francés que ame tus libros, prueba suerte mañana por la noche, algún millonario que nos saque de pobres. – movió las cejas de forma pícara. – Si conozco un francés a tu medida le mostraré tu foto en el baño de la discoteca con la falda levantada y enseñando tu sensual calzón de borregos, también le mostraré la otra foto donde me enseñas tu depilado en forma de diamante. – se rio porque la pobre Magda se atragantó con una uva. – Esa era la primera y última vez que yo comía galletas espaciales y lo del bikini era solo para vivir una nueva experiencia, deberías probarla. – dijo cuando se recuperó del ataque de tos. – Lo mismo dijiste con el coma alcohólico en nombre de tu ex y dos veces he tenido que llevarte al hospital porque te pusiste hasta las nalgas de borracha, con lo del bikini prefiero la depilación completa con láser. – esos sustos del hospital todavía no se los perdonaba. – Y lo peor es que ni estaba guapo, no eran muy inteligente y el otro era un holgazán... – Magda hizo un puchero – ¿Por qué tendré malos gustos a la hora de escoger hombres? – se quedó viendo a la nada. – Es porque tú te fijas primero en su entrepierna antes que en sus virtudes. – Zoe se rio al verla asentir con tremendo descaro. – Para qué te voy a decir que no, si es la verdad. – se mordió el labio inferior. – Tengo una idea para vestir el sábado, en el almuerzo va a estar Marta y no quiero darle el gusto de no lucir la cartera, necesito que me acompañes a comprar ropa. – la tecnología era una belleza y se podía llevar a su mejor amiga a kilómetros de distancia de compras. – Claro, yo te ayudo a escoger algo más colorido. – Magda amaba a los hombres musculosos, pero amaba más irse de compras. Zoe se apresuró en comer y sabía que las tiendas estaban abiertas las veinticuatro horas por si algún turista necesitaba un conjunto de emergencia a media noche, Zoe no llevaba ropa que pudiera combinar con aquel obsequio, pero no le iba a costar nada comprarse algo porque dejo espacio en su maleta para llevar a Italia nuevos conjuntos; una vez en la tienda fue recibida por un dependiente muy amable, tanto que hasta saludo a Magda quien todavía iba en llamada y lo primero que Zoe busco fueron zapatos, en específico sandalias de tacón alto que tuvieran adornos extravagantes y el chico le mostró un par de color lila con grandes flores en la cinta que pasaba por los dedos, no había mejor opción que esa. Para la ropa Zoe se tomó su tiempo porque había muchos percheros llenos de prendas, pero una falda de largo medio con flores lilas, moradas y rosadas fue lo primero que llamo su atención, Magda la aprobó y le sugirió que comprara una blusa que dejara ver su tatuaje, entonces tomo una blusa blanca con margas de revuelos caídos que dejaban al descubierto los hombros, un sombrero blanco con un cinto café, lentes de sol con un degradado lila, una paleta de sombras y hasta un par de joyas que fueron más un gusto culposo. Al salir de la tienda decidió colgar la llamada con Magda porque ya la estaba viendo cabecear por el sueño que tenía, era pasada la media noche y después de haber andado tonteando por toda la tienda necesitaba un poco de licor, pasando entre las mesas vio a una mujer mayor despampanante luciendo un vestido rojo intenso que la hacía verse como una diosa y estaba con un hombre bastante guapo, esa pareja era el centro de atención de todos en el restaurante, Zoe paso no muy lejos de la mesa donde estaba aquella elegante pareja y fue directo al bar porque necesitaba un trago, subió al taburete que tenía respaldo y dejo las bolsas sobre el taburete a su lado derecho porque la barra estaba sola, no iba a estorbar a nadie. – Buenas noches ¿Qué le puedo servir? – pregunto el bartender al acercarse. – Buenas noches, quiero un Dry Martini por favor. – no tuvo ni que ver el menú en las pantallas. – Enseguida se lo preparo señorita. – sonrió ampliamente antes de ir a prepararlo. – Gracias. – se recostó sobre el respaldo del taburete cruzando una pierna sobre la otra. – Es una bebida para personas bastante exigentes y de gustos refinados. – comento un hombre de voz carrasposa que se había sentado al otro lado de las compras. – Eso he escuchado... – Zoe volteo a verlo y era el mismo hombre con el que choco – Pero considero que solo es un gusto culposo. – volvió la vista al frente. – No eres francesa ¿Verdad? – el hombre volvió a intentar sacarle conversación. – No, de hecho soy italiana... Gracias. – recibió su copa de Martini. – ¿De Italia? – el hombre se vio bastante sorprendido – Yo juraba que eras brasileña o hasta cubana, tú sabes, de países al otro lado de Europa. – sonrió como tonto. – Claro, las personas trigueñas como yo solo pueden provenir de Brasil o Cuba... – Zoe le vio de reojo ya con asco por ese comentario idiota – Si hubiese dicho que solo provenían de África le ensarto la copa en un ojo. – susurro para sí misma mientras daba el primer trago. – ¿Estas de vacaciones? – el tipo volvió a insistir en conversar a pesar de que el ambiente entre ellos estaba tenso. – No, he venido por trabajo. – volteo a verlo tratando de ser paciente. – Trabajo con su jefe me imagino. – racista y machista. – No, he venido a una firma de libros, soy escritora. – se frotó el puente de la nariz. – ¿Escritora? Que bueno, imagino que deben ser libros de fantasía y esas cositas... – sonrió dejando ver sus dientes amarillentos – ¿Cuántas docenas de libros ha vendido? – cada vez que habría la boca más mal le caía a Zoe. – Medio millón de copias en Italia con mi primer libro, trescientos mil aquí en Francia, con el segundo y el tercero van compitiendo entre ambos países. – sonrió discretamente mientras bebía más de su copa, viendo de reojo la expresión del hombre. – Eso... Eso es impresionante... – tartamudeo un poco – Yo soy un empresario de la vieja escuela, de esos que forjaron su imperio desde cero y con invención, en mí se gravó mucho esa mentalidad de tiburón y he luchado para conseguir cada centavo. – presiono la barra con su dedo como si quisiera que ella viera un punto inexistente. – ¿La mentalidad de tiburón es aquella que se salta todos los límites de la ética, la moral y solo busca el dinero? – Zoe volteo a verlo. – Bueno... – sonrió torpemente – Dicho de esa forma suena muy malo, pero la verdad es que si no se es despiadado para llegar a la cima siempre habrá alguien que lo pisotee. – movió su mano pidiendo un trago para él. – En eso tiene un punto, el mundo ha evolucionado en tecnología, medicina, ciencias y hasta en las comunicaciones entre los seres humanos, pero no faltará aquel infeliz que quiera pasar sobre todos para conseguir lo que quiere, así y a quienes pisotee sean infantes. – levanto la mirada hacia el menú en la pantalla. – Sí... – el hombre se quedó en blanco por unos segundos – ¿Ha leído el libro "La bestia con disfraz de cordero"? – pregunto ya un poco más serio. – Nunca había escuchado ese título ¿Es un buen libro? – con la respuesta de Zoe al hombre le cambio el semblante. – Para nada, es un libro tonto que las mujeres suelen leer cuando están en sus días. – se rio y entonces le boto la paciencia. Zoe se bebió lo que le quedaba de licor, tomo el palillo metálico que atravesaba las dos aceitunas y se las comió lo más rápido que pudo antes de dejar la copa sobre la barra, no tenía por qué seguir escuchando a ese idiota y lo dejo bien en claro cuando sin decirle nada tomo las bolsas de sus compras, bajo del taburete y se fue mientras él se seguía riendo por su chiste basura. Cuando el tipo noto que ella ya no estaba sentada a su lado Zoe ya iba subiendo al elevador sin pena ni remordimiento, al llegar a su cuarto dejo las bolsas sobre la cama y paso a apagar todas las luces del cuarto para encender un pequeño artefacto que detectaba las señales de las cámaras y los micrófonos, pues le paso la mala experiencia de quedarse en un hotel y sus imágenes por suerte cayeron en manos de policías que investigaban el caso por múltiples denuncias previas, pero desde entonces se curaba en salud y revisaba el cuarto donde se estaba quedando. Una vez se aseguró que el cuarto estaba limpio encendió las luces y paso a quitarse la ropa, estaba acostumbrada desde que tenía memoria a utilizar un pijama durante toda la semana y no importaba donde estaba, esa costumbre no la iba a cambiar, así que saco el único pijama que había llevado para ese viaje, un short amarillo con pollitos y una camiseta de tirantes con el mismo estampado; mientras se estaba cepillando los dientes no dejaba de pensar en la infinidad de respuestas que pudo haberle dado a aquel tipo desagradable en la barra y es que siempre era así, las mejores respuestas a problemas llegaban cuando se estaba en el cuarto de baño y cuando termino paso a realizar su rutina nocturna de limpiado de rostro, crema con consistencia de aceite para retirar la mayor parte del maquillaje, después jabón limpiador, se secó y paso a sus productos antes de dormir, tónicos, sueros, crema y contorno para las ojeras, toda esa rutina se la había aprendido a Magda pues antes de conocerla solo utilizaba el típico desmaquillante de dos faces, el jabón para el rostro y nada más. Se metió entre las sábanas y mientras estaba buscando el lado más cómodo para poder dormir, escucho que su celular vibraba, le hubiese pasado por alto si fuera su celular normal con el que se comunicaba con todo el mundo, pero ese siempre andaba con el volumen a todo lo que daba, sin embargo, tenía un segundo celular que era un modelo bastante viejo, Galaxy flip 4 en color celeste con una funda gris que lo hacía parecer un llavero, se tuvo que levantar pues ese celular solo sonaba cuando recibía alguna notificación relacionada al trabajo y maldijo a lo bruto porque cuando se levantó con el cuarto completamente oscuro se golpeó los deditos del pie en la pata de la cama, eso le pasaba por tenerle más amor al trabajo que a su descanso nocturno. Cuando el sol salió Zoe ya estaba despierta pues estaba acostumbrada a despertar temprano y siempre comenzaba al día escribiendo por lo menos un capítulo de la novela que más enganchada la tenía, ese preciso día era la novela de los mafiosos que todavía no lograba encontrar el comienzo que fuese atrapante y que valiera la pena a sus ojos, entonces mientras pensaba en como avanzar en algo creativo llego a su mente la imagen de aquella pareja cenando en el restaurante y comenzó a pensar en su protagonista como una guapísima recepcionista que cautivo los ojos de un poderoso mafioso dueño del hotel donde ella trabajaba, con esa idea en mente comenzó a crear el primer capítulo y se fue como cuchillo en mantequilla escribiendo el primer capítulo de su nueva novela, la inspiración fue excelente hasta que golpes efusivos a su puerta hicieron que la inspiración se viera truncada. – ¡Ya voy! – exclamo mientras se levantaba de la cama – ¡Que joden! – se enojó por tanta insistencia. – ¡ZOE! – era Layla quien entro, la abrazo y le dio la vuelta como un trompo. – ¿Qué pasa? – pregunto preocupada por tanto sobresalto. – Acabas de pasar las cincuenta mil copias vendidas de tu novela "Dioses del amor"... – la tomo de los brazos – Si en esta semana se venden diez mil copias más habrás superado a Laura y tomaras su lugar en la lista francesa. – con la información más completa Zoe grito y Layla le hizo segunda. – ¿De verdad? ¿No estás bromeando? – pregunto cuando se calmó un poco. – ¡No tengo por qué jugar contigo, estás teniendo tanto éxito que estoy considerando lanzar tu carrera en Rusia! – con esa noticia Zoe se quedó paralizada. – ¿Es broma? Layla a ninguna de tus otras escritoras las has lanzado a Rusia. – se tuvo que sentar porque las piernas le flaquearon. – Lo sé bonita... – se puso en cuclillas frente a ella – Pero llevas un potencial espectacular y sé que vas a triunfar mucho, hay que explotar al máximo tu momento de fama y que mejor que llevándote a otros países. – sonrió ampliamente al ver que la mandíbula de Zoe se desencajaba. – ¡Esto es increíble! – se levantó siendo ella quien tomara los brazos de Layla – ¡Llevar mi pasión a otros países sería un sueño hecho realidad, eres un ángel caído del cielo, te adoro! – chillo y le dio un beso a cada mejilla eufórica. – Tenemos que ir a desayunar para celebrar esto. – la abrazo con fuerza mientras comenzaban a saltar de nuevo. – Espérame en el restaurante, dame veinte minutos y estaré lista. – esa noticia realmente ameritaba una celebración. – ¡Que te espero en el restaurante ni que ocho cuartos, ve a bañarte y yo te busco la ropa! – la empujo para que se apurara. – ¡Voy! – salto y corrió hacia el cuarto de baño. Layla con mucha confianza comenzó a hurgar en la maleta de Zoe para ver que conjuntos de ropa había llevado y le gusto mucho una blusa de canalé en color verde esmeralda de manga larga abultadas, cuello de tortuga y con una abertura en el pecho que hacía lucir la prenda bastante sexi, un pantalón formal recto de color n***o, los accesorios se los iba a dejar a ella porque usualmente quien le escogía a ella los accesorios era su hermana Sasha porque ella no tenía la habilidad de hacer encajar las piezas; cuando Zoe salió del baño llevaba puesta una bata porque recordaba que no estaba sola y se llevó la sorpresa de que Layla había escogido la ropa que pensaba usar ese día, ropa interior y paso a ponerse primero la blusa para después el pantalón para dejar la prenda superior dentro de la inferior. – ¿Dónde compras tu ropa? – pregunto Layla mientras la veía desde una de las esquinas del cuarto. – Hay una pequeña tienda de ropa cerca de mi casa, todos los viernes llevan productos nuevos y es ahí donde usualmente compro mi ropa. – busco el cinturón de ancha hebilla dorada. – Creo que voy a ir un día de estos a visitar esa tienda, me gusta mucho esa blusa. – la vio ir por sus anillos. – Me avisas para llevarte a un par de tiendas más donde hay cosas bonitas. – se puso los dos pares de aretes que siempre eran diferentes y a juego con lo que vistiera. – Te iba a preguntar quien demonios te regalo esa cartera tan fea. – señalo a la butaca frente a ella. – Ah... – Zoe la vio – Me la diste tú. – tenía que decirle. – ¿Qué? – Layla se levantó de un salto – Yo le hubiese dado esto a Laura, Bianca o Martina, pero jamás a ti, la forma de la cartera está perfecta, pero el color no encaja contigo. – la reviso por todos lados. – Marta me la trajo ayer, dijo que era un regalo de tu parte. – dijo torpemente mientras se ponía labial. – Le voy a pedir el recibo de compra para que vayas a cambiarla, sé que esto no va contigo. – estaba ligeramente espantada de verla. – No va con mi estilo, pero la podría usar con un par de conjuntos que tengo en casa y ya compre algo para usarla en el tiempo que esté aquí. – tomo su otra cartera porque con el color verde era bastante estricta en las cosas que complementaban. – Como me encantan esos botines. – lo dijo mientras la veía arreglarse el pantalón. – Es una pena que ya no haya más ejemplares de estos botines, los discontinuaron de la tienda. – quiso comprarle los mismos botines, pero ya no había. – ¡Eres tan mona! – le estrujo el cabello con mucho cuidado – Vamos a desayunar y hablamos un poco sobre como sería tu lanzamiento en Rusia, aunque podría hablar con mi sobrino y abrirnos camino primero en Polonia. – paso el brazo sobre los hombros ajenos. – Vamos despacio por favor, todavía sigo procesando que estoy a punto de superar a la escritora estrella de París. – froto el puente de la nariz pensando en todo. Layla soltó una carcajada porque era verdad que a veces era bastante explosiva al dar sus noticias y cuando tenía una idea era más fácil que le cortaran la cabeza a que le sacaran esa misma idea, bajaron al restaurante y se quedaron en la terraza para disfrutar de un desayuno tropical, ensaladas de frutas, yogur y frutas; la idea de reproducir sus libros en otros idiomas era la cosa más emocionante que pudiese haber ocurrido en su vida normal y ya había tenido la oportunidad de ser ella misma quien tradujera sus propios libros pues hablaba un francés muy fluido, su gramática era mejor que la de muchos franceses y eso se le fue reconocido cuando lo presento a los editores ortográficos de Layla.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR