CAPÍTULO III Conforme el carruaje tirado por cuatro excelentes caballos que le había enviado el Conde se acercaba a Galeston Park, Carmela se sentía más y más asustada. Había sido emocionante viajar a Londres el día anterior en el carruaje de la Condesa, al que estaba acostumbrada, y cuando llegó a la Casa Galeston se sintió tranquila, pero ello se debía a que estaba segura, por la carta que le había mostrado Emily, de que el Conde no estaría allí. En su lugar, la recibió su secretario, hombre de edad avanzada y trato encantador, que le brindó una cálida bienvenida, como si fueran viejos amigos, y quien habló con gran respeto de la Condesa, a quien había conocido en el pasado. Como estaba cansada del largo viaje, le agradó cenar en su habitación y enseguida se retiró a dormir. Por ins