Capítulo 8 "Cerrar el trato"

2258 Palabras
– Lena – volteo sorprendida porque pensé que ya se había ido hace rato de la oficina. – Señor, ¿lo puedo ayudar con algo? – Fabrixio al parecer no se fue junto con sus compañeros hace ya casi media hora, sino que se encuentra al otro lado de mi escritorio con las manos tras su espalda y con un porte lleno de seguridad. Puedo asegurar que no es del todo atractivo, pero tampoco es feo, tiene dinero y parece bastante interesado, como dijo Thomas antes, sería un buen partido. Pero a mí me van otro tipo de personas, algo así como mi jefe. – Por favor, llámame Fabrixio, ya te lo he dicho – sí, la misma cantidad de veces que he aguantado por decirle que me llame por mi apellido y no se comporte tan cercano. – Lo siento, no podría ¿hay algo que se le ofrezca? – puedo notar como Thomas se acerca a tomar unos papeles en mi escritorio ignorando por completo la situación aun cuando es obvio que toda su atención está en nosotros. Es un mal amigo por no ayudarme cuando sabe que me siento incomoda, pero el chisme le puede más. Le diré a Theo sobre esto. El italiano suspira y se acerca aún más a mí, haciéndome agradecer al cielo por tener en medio de los dos el escritorio. – Me pasaré menos por aquí ahora que el trato está cerrado, Leone quiere hacerse cargo personalmente de este proyecto – saber eso me trae un alivio impresionante – Pero no me gustaría cortar el contacto contigo – previniendo lo que podría pasar, quito las manos de sobre el escritorio y las mantengo a los lados de mi cuerpo. – Lo siento, señor, no creo que sea apropiado – no, definitivamente no me gustan como él, yo prefiero los que representan un reto, por ejemplo, Pily, en un inicio se mostró bastante renuente, esto debido a que no había admitido que le iban las mujeres, pero ese es otro tema. Y ahora, mi jefe, que cuando le doy la espalda no deja de verme, pero frente a mí, solo me dedica malas miradas. Sí, me aburre alguien que se lanza hacia mí solo por ser bonita, yo prefiero ser la agresiva, la que se lanza. – ¿Qué te hace pensar eso? – porque ni siquiera me agradas como amigo. Camina un poco, rodeando el espacio para entrar en mi escritorio y eso me pone tensa. ¿Qué espera Thomas para ayudarme y dejar de hacer como si en esos papeles estuviese la respuesta a todos sus problemas? Ya no lo voy a querer después de esto. – ¿Pasa algo? – suspiro disimuladamente de alivio al escuchar ese maravilloso acento llegar desde algún lugar del piso. – Jefe – volteo a verlo, dándole la espalda al italiano, y le demuestro todo el alivio que siento por su interrupción, ahora solo necesito que por favor termine de alejarlo de mí. – Meyer, no pasa nada, solo una conversación personal con Lena – muerdo mi labio con incomodidad volteándome otra vez a Fabrixio, sin sentir favorable darle la espalda. Si Pilar estuviese aquí, ya se hubiese armado una grande, por otro lado, Theo estaría igual que su hermano, solo dispuesto a intervenir si la situación escapa de nuestras manos, de resto, disfrutaría la situación como si fuese el mejor chisme. – La señorita Johnson está en horario laboral, me temo que lo mejor será que dejen esa conversación para su hora de salida – volteo otra vez hacia el jefe abriendo los ojos como platos. No sé si me salvó o me lanzó del precipicio. – Me parece que eres muy estricto, pero está bien, son tus reglas, las respeto, Lena – me giro nuevamente dirigiéndole una sonrisa bastante tensa – Te esperaré en la salida, podemos ir a cenar – él ni siquiera pregunta, solo lo asume y eso me irrita un poco. – No puedo, espero me disculpe – justo en ese momento suena mi celular y por primera vez desde que Pilar se tomó esa mala costumbre de llamarme en horario laboral, le agradezco que lo haya hecho – Si me disculpan – lo tomo entre mis manos y mientras pasaba por el lado del italiano, descuelgo la llamada. >> Cariño, te he dicho que no me llames cuando esté en el trabajo – aunque me quejo, evidentemente estoy agradecida. – Lo sé, pero tengo que contarte algo ¿es buen momento o te llamo después? – llego hasta el pasillo, sin alejarme tanto solo por la pereza de caminar más cuando sé que hoy haré todo el camino a casa a pie. Mi primer sueldo está pronto a llegar y decidí que, si quiero pagar la deuda pronto, tengo que recortar todos los gastos posibles, el agua, la luz, el gas y la renta son indispensables, pero caminar es saludable, por lo que prescindí del transporte público. Un error si me preguntan ahora mismo, pero no encontré otro lugar de donde ahorrar. – Algo te pasa, yo no me equivoco con esto, te conozco mejor que nadie – están pasando muchas cosas. Un hombre me está cortejando hasta hacerme sentir incomoda y no puedo rechazarlo por ser alguien importante, por otro lado, le tengo terribles ganas a mi jefe y no se deja coquetear. Y mi amigo chismoso me ve en un aprieto y no me ayuda. Quizás esa es la peor parte. – Si, bueno, luego lo hablamos, ahora se supone que tengo que trabajar, dime que tienes que contarme – por el rabillo del ojo veo al moreno mostrarle unos papeles al jefe y el italiano ni siquiera disimula tener toda su atención en mí. Mejor que Pily se demore todo lo que tenga que demorarse. – Me darán un ascenso importante y podré trabajar algunos días desde casa, pero antes de eso tengo una reunión en Estados Unidos representando al jefe ¿puedes creerlo? – todo lo malo queda atrás y doy un pequeño salto de emoción al escucharla. Desde hace mucho tiempo está anhelando esa promoción, pero según sus palabras, su jefe es un cerdo machista que prefiere ascender al más inútil solo por ser hombre que a ella. Yo solo le decía que tenía que tener paciencia y aquí está, todos los frutos de su esfuerzo. – Pily, eso es genial – escucho como suena su nariz del otro lado de la línea y con eso sé que está llorando. Ella no es de llorar – ¿Pasó algo más? ¿qué tienes? – me preocupo un poco. – No, es que me bajó la regla y luego el jefe se va y llega esta nueva jefa demostrando ser todo lo que siempre he querido ser y me asciende… – me enternezco. – Cariño, esto es fantástico ¿y vendrás pronto? Cuando llegues tendremos que celebrarlo, comeremos tu comida favorita y luego veremos que hacemos ¿qué te parece? – vuelve a sonar su nariz y suelto una pequeña risita. Pilar es una mujer hermosa, pero cuando llora no lo es tanto, se hincha, se pone roja y sus ojos se ven más chiquitos, por eso odia hacerlo y yo no puedo evitar burlarme un poco cuando su periodo llega y cualquier cosa la hace llorar. Es gracioso más que todo porque ella siempre es tan perfecta en todo, que es refrescante ver que también es un humano con defectos. – No te rías, eres tan insensible – suelto otra carcajada, haciéndome sentir mejor. Adoro tremendamente a Pily por lograr quitarme toda esta tensión que tenía solo con un gesto tan simple como este. Ella siempre tiene ese poder en mí, y por eso me siento agradecida con el cielo con el hecho que ella no haya querido alejarse cuando acabó lo nuestro. Sin ella estaría perdida, y es que puedo tener muchos amigos, a donde sea que vaya tengo la confianza que haré varios, pero ella es la mejor que he podido tener. – Te quiero, nos veremos pronto, tengo que volver, cuídate ¿sí? – se queda callada por un momento. – También te quiero, y te extraño – suspiro un poco triste entendiendo lo que hay detrás de ese mensaje. Amo saber que todavía cuento con ella, que puedo estar segura que seguirá junto a mí cuando lo necesito, pero me duele saber que quizás, que sigamos en contacto le hace daño. – Nos vemos – y cuelgo sin querer alargar más la situación. Vuelvo a mi escritorio todavía rodeado de esos hombres y me pregunto si el jefe también está de chismoso. Estos dos hasta ahora, nunca habían demorado tanto leyendo documentos, al menos no en mi lugar de trabajo. – Lena – comienza el italiano, pero luego de hablar con Pilar cogí las fuerzas que me faltaban para volver a ser yo. A mí no me importa que él sea un socio de mi jefe, un secretario o el mismo presidente de lo que sea, mi vida amorosa no tiene nada que ver con el dinero o los negocios de estos hombres, y si rechazarlo trae problemas, pues ninguno tiene ética laboral. – Lo siento, Fabrixio, me siento alagada pero no puedo aceptar tu proposición – por un momento parece dispuesto a seguir insistiendo, pero aun cuando sonrío con amabilidad, mi tono es rígido – No siento ese tipo de atracción hacia usted, discúlpeme, si se ofende, pero no estoy en la obligación de aceptarlo. Parece que herí su ego de alguna manera, lo que me hace querer rodar los ojos. A veces, los hombres son realmente una cosa seria. – Si tenía pareja, pudo haberlo dicho antes – y sin más, se da la vuelta y sale del piso a pasos alargados, incluso hasta prefirió utilizar las escaleras. Volteo, confundida hacia los otros dos, cuyas miradas están puestas en mí. – ¿Qué acaba de pasar? – en ningún momento dije que tenía a alguien más, no me gusta mentir, no le veo motivo para hacerlo. – Te escuchamos hablar con tu cariño – suelta con voz burlona Thomas llevándose las manos a la cintura. Quien diría que ese hombre tan serio y rígido a primera vista, es tan chismoso y tiene esos pequeños gestos afeminados que me causan gracia. Lo perdono solo por recordarme que, aunque es mal amigo, termina siendo una buena compañía. Igual le diré a Theo que su hermano es malo conmigo. – Era Pilar – volteo sobresaltada cuando un estruendo se escucha a nuestro lado, consiguiéndonos al jefe con el ceño fruncido recogiendo el portalápices que tengo siempre a la mano con todos mis marcadores de colores. – ¿Qué ven? – espeta después de aclararse la garganta y sin decir más, se acuclilla un par de segundos, recogiendo el pequeño desastre que hizo y lo deja todo en su lugar. Me hace gracia verlo. – Vaya, jefe, no sabía que era torpe – me burlo suavemente. Ya sabía yo que solo hacía falta que se aprobara ese negocio para que mi guapo jefe volviese a ser solo amargado y no un amargado insufrible. Creo que ahora ya puedo volver al ataque ¿cierto? – ¿Pilar es quien siempre te llama a mitad del trabajo? – pregunta Thomas sin inmutarse con lo que acaba de pasar. – Sí, como nunca había trabajado en algo así, le gusta hacerlo para asegurarse que no cometo ningún error, ella sabe mucho de todo esto, siempre ha trabajado en una oficina, utilizando trajes y esas cosas – hago una pequeña mueca recordando. Más de una vez ha intentado explicarme que es lo que hace realmente, pero me parece tan aburrido que me cuesta prestarle atención. Ahora me arrepiento un poco porque al inicio me costó mucho más de lo que seguro habría costado si la hubiese escuchado. Pero bueno, lo importante es que ahora me hace llamadas periódicas para revisar que no cometa un error que cause mi despido. Solo por eso no tuvimos un gran problema de esto, ya que parece tener una respuesta para todo lo que pregunto. Es asombrosa. – ¿Qué hace ella? – que mi jefe quiera saber me emociona un poco, después de todo, parece interesado, y aunque no deja de arrugar su ceño, es como por curiosidad, creo. Quizás lo que me emociona es saber que estoy aprendiendo a leerlo mejor. – No tengo idea, es en una empresa importante en España y vendrá pronto a Estados Unidos por una reunión, representando a su jefa, la ascendieron – sonrío con orgullo tal cual hubiese sido mi logro. – Bueno, es asombroso aun cuando no sé qué tan importante es ese ascenso – Thomas se burla. – Yo tampoco entiendo muy bien, pero ella lo ha querido desde hace muchísimo tiempo – pienso un poco arrugando la nariz – Trabajar en una oficina haciendo lo mismo siempre ha sido tan tedioso para mí que me cuesta prestarle atención – una garganta se aclara a mi lado y volteo fingiendo susto. >> Disculpe, jefe, no quise ofenderlo diciéndole lo aburrido que me parece su mundo, en realidad quería decirle que estoy muy agradecida con que me dé trabajo – no puedo evitar soltar una risita al verlo entrecerrar los ojos hacia mí. Sé que no está tan molesto como antes, y es asombroso, al menos mi instinto ya no me impide coquetearle, al contrario, hasta me apura, me grita que voy tarde y me insta a quitarme la camisa.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR