Una creciente obsesión.

1632 Palabras
Cuando entró a la habitación estaba desnuda, la capa intentaba cubrir su cuerpo al parecer por los movimientos acalorados de la bruja, se había deslizado, exponiendo la tersa piel. La capa rozaba el piso. Se empezó a desnudar con rapidez, su m*****o palpitaba, sentía que explotaría y pensar que hace poco Bastix se la había mamado. Se arrancó prácticamente la camiseta, por igual los pantalones de cuero, con abrupta rapidez. Desnudo, estuvo en vilo con la luz tenue y el frescor de esa habitación, caminó despacio intentando no ser tan estruendoso para que el eco no la sorprendiera, con un despertar anticipado a su acción. Una cosa más intensa la sorprendería. Más de cerca su piel se veía más blanca, tenía una piel perfecta, nada como la de ellos, bronceadas y con muchas cicatrices, era semejante a la porcelana, como si nunca hubiera ni frotado una espina. Abrió delicadamente sus piernas, tenía buenas carnes y curvas tentadoras, en el centro estaba su coño, algo colorado con una leve hinchazón entre sus labios. Los vestigios de que un tronco enorme como él suyo, había colonizado esa v****a estaban a la vista de sus ojos enrojecido por la lujuria. Se lamió los labios con un estremecimiento voraz, —«¡Grrr!». tremendo coño.— No pudo evitar gruñir entre la excitación acalorada de esa visión exquisita. Más arriba estaban sus enormes tetas, quiso chupárselas, pero no, el contacto con su boca también podía despertarla. El placer era atravesarla y verla gritar fuerte con la punta frondosa volviendo a ser su entrada triunfar entre su carne. Su rostro plácido y hermoso pronto cambiaría, tocó levemente las hebras de su cabello plateado, era una de las cosas más exóticas que había visto en toda su existencia, al tacto era como la más pura seda, suave. Su brillo no había mermado a pesar de estar en ese infierno. Cuando volvió a posar sus ojos sobre el coño, se desespero por poseerla, tocó la punta de su v***a, palpó su abertura, empujó, los ojos azules de Vieda se abrieron, la tocó y la sostuvo con más fuerza por las caderas. Volvió a empujar, esta miró en esa dirección, se vio su pecho un poco agitado por la impresión, sumado al espanto, empujó nuevamente. —¡Ay! —Le fascinaba escucharla gritar.— Elevó más sus caderas, con sus manos toco sus glúteos. —Tienes buenas nalgas, bruja. —La levantó un poco más y la sacudió en su dirección para empujarla a que se enterrara más en su tronco, —¡Ay!. ¡Ay! me duele —Mucho había tardado la muy cretina en quejarse. —No te puede doler, ayer te jodí el coño, ¡aguanta!. —Se bajó un poco más, en ese momento al ver su boca carnosa, le dieron ganas de besarla. No era muy dado a besar hembras, con ella se le presentaba con ansiedad dicho deseo. En sí los demonios no tenían esas particularidades románticas, esas delicadezas débiles, pero a ella sí le gustaba besarla, la sensación era diferente a la experimentada con anterioridad, incluso con Bastix. Una fuerte apetencia lo invadió, fue directamente a buscar ese contacto. Luego de enterrar la mitad de su punta la liberó un poco, rozó sus labios con delicadeza. —"¡Bésame!". —Parecía temblorosa, cruzó sus labios, su vista azul era casi como un cielo terrestre. Ese cielo mundano que tanto odiaba. Enajenada de toda su existencia solamente abrió la boca ligeramente. —No sé muy bien cómo hacerlo. —Una total embustera, la bruja cretina. Lo empezaba a enojar. Había sacado su v***a de su v****a estrecha, paralizado a la espera de sentir sus labios. —¡Solo abre la maldita boca y bésame!. La abrió aún más, dándole amplitud, entró su lengua, se hicieron compactos, entremezclados con su dulzura, en verdad no tenía mucha experiencia, poco a poco comenzó su propio ritmo para saborearla y palpar su textura delicada. La elevó un poco más hacia arriba para acomodarse, poder volver a penetrarla; palpó su punta, la apuntó, sintió su leve sobresalto, al sentir la poderosa entrada, dura, potente, volvió a empujar, entró más su m*****o dentro de su coño, respingó con un salto agitado, más el aire entrecortado que se le escapó con un gemido casi visceral. Se quejó. No le importo. Volvió a entrar más, seguía besándola, acariciando la extensión de su cuerpo debajo de él, con una mano, con la otra, amasaba sus nalgas y apretaba sus piernas carnosas. Empujó hasta sentir el tope, estaba adentro, se empezó a mover suavecito, el coño caliente, le encantaba esa sensación, la fricción como se lo chupaba adentro, tenía el coño más calientes que había probado, jamás. Se paró un segundo, abrumado por su propio placer. Miles de brasas lo envolvían de forma placentera. —«¡Grrr, bruja!», tienes algo mejor que el infierno en tu v****a. ¡Me quema!.—Se movía, ella pronto lo acompañó también en sus gemidos, cuando sus embestidas se hicieron más poderosas, —¡Ay, demonio!. —La bruja se dejó vencer por el propio maleficio s****l que había instaurado en el. Le agarro los glúteos. —Tómame también, aprovechate, sé que te gusta cuando te follo.—Su cuerpo se retorcía debajo de el, sudoroso, agitado por sus sacudidas penetrantes.—¡Dime, dime qué te gusta!. No decía nada, solo gemía y comenzaba a seguir su ritmo, meciendo su coño con urgencia, entre el vaivén del choque explosivo entre sus piernas. —¡Ohhh, eres una puta!. —Seguía frotándo sus entrañas, frotándole durísimo ese coño, —¡Ay!, dime que te gusta.—Al ver su resistencia, a complacerlo con sus palabras y gritos del placer que sabía que estaba sintiendo. Jaló su pelo, un pelo que le gustaba bastante, le dio con más fuerza. —¡Ahh!, dime que te gusta, chupo su lengua, le mordisqueó levemente el labio inferior, la penetraba, entraba con más fuerza, puntadas cada vez más feroces. —¡Ay! me encanta. —¡Uhhh!. ¿Te gusta?, dime que sí.—Se quemaba dentro de ella, algo más profundo, incluso siniestro que el mismo infierno, se apoderaba de sus sentidos, con cada roce carnal y húmedo. Enjuago su v***a dentro de su coño, en círculos eróticos. Le regalaba sus jugos orgásmicos, más las contracciones que aumentaban su placer.—¿Quiere qué te lo saque?. —No,—Se volvía a venir, estaba más empapada, cerraba los ojos y abría la boca, se retorcía. Ambos estaban en llamas, sudaba, pero seguía dentro del coño de la bruja, atado a ella como un vicio. Se sentía tan delicioso estar dentro de ella, se emocionó y volvió a darle con fuerza. —¡Ay, ay, ay, sí!. — Gritaba, seguía empujando, dándole con más potencia en su coño, la elevó otra vez más, para tener una penetración más profunda. La saboreo, era insaciable también. Por eso decía siempre, "todas las hembras son unas putas", le encantaba que las cojieran duro. —¿Quieres qué te coja más suave? —¡Ay!, más duro, ¡sí!.—Estaba poseido por casi todo su arraigo animal. La sentía suya, hasta el fondo de los latidos resonantes de su corazón. ¡Es mía!. Pensó con una pasión explosiva. —«¡Grrr!». ¿De quién es ese coño?. ¡Ahhh!, dime, ¿de quién es?. —Necesitaba domarla, que reconociera que el demonio que se enterraba en ella con bestialidad, era su rey, amo y señor. —Tuyo. ¡Ay!, —La maldita gritaba como una desquiciada, apretó más sus carnes, ella también, le clavaba las uñas en la espalda, mientras la punteaba con más fuerza hasta el fondo, dobló en diferentes direcciones. Quería que nunca se olvidara el hecho de que Kairon Loguember era su dueño. Era de él, eternamente de él, siguió rozándola, el caliente y la fricción eran una cosa del otro mundo. Poco a poco sintió su orgasmo, su humedad, como lo exprimía por dentro. En el borde del clímax, la elevó por última vez, para culminar con fiereza animal. —¡Ay!.—Gritó nuevamente. Sus carnes resbalaban gracias al sudor segregado por sus pieles. La volvió a besar. —¡Ahh!, Kairon, no puedo más, se deshacía, ya su orgasmo la habia estremecido, su propio cuerpo unido al de ella sintió los temblores compartidos interactuar con sus latidos enloquecidos. Estaba absorbido en su gozo. Se deshizo segundos después, le llenó el coño de leche, la bruja reverberó. —«¡Grrr!».—Gruñó a la vez. Su cuerpo vibró, una corriente muy fuerte lo atravesó. Se desplomó al otro lado. —¡Ufff!, —Suspiro extasiado. —Me encantas, bruja!. —Tocó sus suaves tetas con su mano izquierda. Al voltear su rostro, vió como su cuerpo desnudo, yacía inmóvil a la par sus ojos brillantes regalaban una vibra exótica. Se coloco de lado, rodeo su cuerpo con posesión. —kairon.—Con solo tocarla, sentía su respuesta. Beso la cercanía de sus pechos, hasta capturar un pezón. Ella olía a todo lo que le gustaba en su infernal vida. Chupo el duro punto rosa.—¡Uhhh!.—La apretó, era tan suave y delicada. Elevó una de sus piernas, froto sus pliegues. Estaba resbaloso por el semen que empezaba a salir de sus entrañas.—¡Oh!. —Gimió, cuando volvió a penetrarla.Por igual seguía chupando sus tetas. Cuando la libero, le dictó su sentencia. —Eres mía.—Sus ojos demoníacos enfocaron los de ella, estaba en trance ante el delirio del placer que volvía a sentir con el balanceo de sus sexos unidos. El perdido en la creciente Obsesión, que pudiera ser su perdición.—Nunca te dejaré escapar, primero te mato.
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