La acompañante Perfecta

La acompañante Perfecta

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multimillonario
HE
de amigos a amantes
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obrero
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Oficina/lugar de trabajo
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Descripción

Dusan Santor, un magnate de fortuna sin igual, elige un sendero inusual. Contrata los servicios de una acompañante para el banquete nupcial de su hermano, sabiendo que navega en aguas inciertas. Más no busca desvelar los secretos de la piel de su acompañante, solo anhela una compañía, una fecha sin etiquetas, sin vínculos, sin juegos, sin pasión. Sus razones residen en un pasado marcado por la pérdida y la renuncia a nuevas aventuras emocionales, por temor a heridas insondables.

Jazmin Adler, la dama de compañía, se adentra en este laberinto de deseos y necesidades con un fin altruista, mantener a su hermano en un lugar donde los cuidados son caros. Dusan Santor emerge como el sueño dorado, prometiendo compensarla con una suma inesperada. Pero en su hermosura turbulenta, Dusan se muestra inescrutable, una criatura de carne y alma que desafía la profesionalidad de Jazmin. Decidida a cumplir su misión y recolectar la recompensa, Jazmin intenta seguir las reglas impuestas por Dusan para convertirse en la acompañante perfecta. Sin embargo, antes de que le advierta, él está reescribiendo el contrato de sus vidas.

Cuando Jazmin se encuentra en el lecho de Dusan, descubre que él representa todo lo que ansía y todo aquello de lo que ha escapado."

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Capitulo 1
Dusan Todo lo que deseaba era una compañera para la boda de mi insufrible y torpe hermano. No una enamorada. Ni una relación. Simplemente una cita. Sin ataduras. Sin compromisos. Sin juegos. Sin intimidad. Cuando me puse en contacto con Elena en el servicio de acompañantes, fui bastante claro en mis intenciones. —Quiero a alguien de gran belleza, capaz de desenvolverse con elegancia en los círculos de la alta sociedad—, expresé. —Debe dominar el arte de la etiqueta y mantener una discreción impecable. No puedo permitir que alguien cause escándalos o haga alarde de su presencia en público. Además, nada de apariencia vulgar. No deseo exceso de maquillaje ni senos exuberantes y artificiales—. Elena, con su tono desenfadado, respondió: —No tengo mujeres de aspecto corriente, señor Santor, a menos que sea su preferencia. En ese caso, tengo una abundancia de opciones—. Hubo risas en su voz. Esperé a que terminara antes de continuar: —Necesitaré que esté disponible durante dos semanas. Tengo eventos de cóctel, almuerzos, brunchs y cenas de ensayo antes de la boda. Y luego, para mi desgracia inexplicable, mi hermano quiere que todos nos unamos a él en su luna de miel en el Caribe. Se avecina un tormentoso viaje—. Suspiré y me masajeé las sienes, ya que dos semanas con mi familia prometían ser suficientemente desafiantes. Y ahora, tendría que cuidar de una acompañante en todo momento, lo cual era mejor que enfrentar todo esto solo, al menos eso esperaba. —Deberá contar con un pasaporte y someterse a una prueba de drogas—, insistí. —No quiero a alguien con hábitos problemáticos—. Recordé con disgusto mi última experiencia con una escort. Aunque habían pasado más de diez años, aún tenía grabado en mi memoria despertarme y encontrarla en el baño, inyectándose entre los dedos de los pies. Luego de ese episodio, emprendí una penicilina y una resolución: no más prostitutas baratas. —Todos mis acompañantes se someten a pruebas de detección de drogas—, afirmó Elena con calma. —Además, todas cuentan con pasaportes debido a sus frecuentes viajes. No es un problema—. Hubo una pausa antes de que ella continuara: —Hablando de pruebas, necesitará someterse a exámenes de detección de enfermedades de transmisión s****l. Requeriré que me envíe esos resultados por correo electrónico antes de finalizar los arreglos—. Insistí: —No tengo la intención de tener relaciones con ella...— Elena me interrumpió, aparentemente sorprendida: —¿Disculpe?— Aclaré: —No deseo involucrarme sexualmente con ella. La necesito como un escudo frente a mi familia—. Elena asintió comprensivamente: —Como usted prefiera, pero será una joven hermosa, completamente a su disposición—. Exhalé profundamente mientras caminaba por mi lujosa sala de estar. Estaba vestido elegantemente con un traje y listo para enfrentar el día. Observé el sol elevarse sobre Los Ángeles, bañando mi hogar con su luz. No deseaba abandonar este refugio. Tenía todo lo que necesitaba, incluyendo mi cómodo sofá de cuero y un televisor de pantalla plana. Lo único que no quería en mi vida era una escort y mi familia. No discutí más con Elena, pero aún así, no planeaba involucrarme con la mujer que estaba contratando. Mi objetivo era mantenerla a distancia, como lo hacía con los demás. No deseaba complicaciones emocionales. Solo necesitaba una relación falsa para mantener a raya las preguntas y susurros. Las preguntas sobre por qué estaba solo, los susurros insinuando que era gay o, peor aún, que me sentía solo. La verdad era que prefería la soledad, librarme de las ataduras y no era asunto de nadie más. —Haré que mi médico le envíe los resultados de las pruebas mañana. Necesito concluir esto pronto. Llegaré en avión el viernes y la necesito a su disposición en ese momento—, finalicé. Todos los eventos y la boda se llevarían a cabo en Boston, seguidos de un viaje en grupo a Providenciales para una supuesta luna de miel familiar. Lo último que necesitaba en ese momento era un desahogo. Elena preguntó: —¿Tiene alguna preferencia en cuanto a la apariencia de la acompañante? Le proporcioné el código para ver los perfiles en línea...— Respondí: —Ya lo hice. Todas parecen adecuadas. Encuentre alguien que no me avergüence, inteligente, sin exageraciones. Nada de estridencias. Mi hermano es muy perspicaz y notará si algo no cuadra—. Ella continuó: —¿Algún criterio específico sobre el color del cabello? ¿El tipo de cuerpo? ¿Algo en particular? Dado que estará rodeado de su familia, deseará que sea natural—. Reflexioné sobre mi última relación, con Linet. Tenía cabello rubio liso como una tabla y un cuerpo tonificado sin rastro de grasa. Sin embargo, había sido una molestia constante y eterna. Opté por: —Pelo oscuro, con curvas. Busco a alguien que no le tema a una buena comida. Debe lucir bien en bikini, pero no excesivamente llamativa, si me entiende. No quiero que atraiga miradas indiscretas en público. Un toque de clase, Elena. Necesito que tenga clase—. Me volví a masajear las sienes. Estaba contratando una acompañante para la boda de mi hermano. En vista de las circunstancias, quizás era absurdo buscar elegancia en esta situación. —Ya lo tengo—, dijo Elena con confianza. —De hecho, creo que tengo la chica perfecta. Te enviaré el contrato. Envíame el resultado de la prueba y tu depósito—. —¿Cuánto es, de nuevo?— Yo pregunté. La tarifa era astronómica, si no recuerdo mal. —El total por dos semanas, incluido el viaje, es de doscientos mil dólares—. Hizo una pausa por un momento. —La mitad pagada por adelantado. Y solo aceptamos efectivo—. —¿No crees que tus servicios son un poco, umm… demasiado caros?— Yo pregunté. —No estoy dispuesto a pagar precios de inversión por una fecha alquilada—. —Estás pagando por un producto de lujo—, dijo Elena, sin perder el ritmo. Había oído eso miles de veces de boca de hombres ricos que actuaban como unos bastardos baratos. —El desglose del coste, por hora, es de quinientos noventa y cinco dólares. Le pagas a tu abogado más que eso, estoy segura. Y no siempre se inclina cuando le dices que lo haga—. Si hubiera sido capaz de hacerlo, me sentiría un poco castigado por ello. La dejé continuar. —Dicho esto—, continuó Elena, —el precio que te cobro es nuestra tarifa estándar. No te estoy estafando sólo porque seas multimillonario. Pero siéntete libre de dar una generosa propina al final de tu acuerdo—. Resoplé. —Tu acompañante será la mujer más hermosa que jamás hayas conocido. Ella cumplirá todas tus fantasías, que en tu caso es ser la fecha perfecta para la boda de tu hermano. Si tuvieras otras fantasías —hizo una pausa para lograr el efecto —ella también podría cumplirlas—. Ella volvió a reír. —Pero, por supuesto, eso no te interesa—. —Ja, ja—, dije. —Por ese precio, quizás tenga que dormir con ella—. Seis maneras a partir del domingo. Me obligué a dejar de formar una imagen mental. —Por supuesto—, dijo. —Y una vez que lo pruebes, realmente entenderás por qué estás obteniendo el valor de tu dinero. Por cierto, todas nuestras acompañantes toman anticonceptivos. Los probamos periódicamente para asegurarnos de que cumplan. Entonces los condones son opcionales. Los resultados de sus pruebas son parte del contrato. Garantizamos niñas sanas y limpias. Entonces, si también estás limpio, ambos pueden relajarse y simplemente disfrutar el uno del otro—. Hizo una pausa y yo me retorcí, mi entrepierna se puso rígida ante sus palabras. Había sido un largo tiempo. Cálmate amigo, pensé. —Nos vemos pronto, señor Santor. Estoy deseando trabajar con usted.— Colgamos y negué con la cabeza, riéndome un poco para mis adentros. Doscientos mil dólares. Pero la promesa en sus palabras pondría duro a cualquier hombre. Ese era el punto. Por eso el servicio de acompañantes de Elena era el más exitoso, el más exclusivo de la Costa Este. Ella era buena en ventas. Y según las fotos que me había enviado, sus empleadas eran bastante atractivas. Deseé que la agitación de mi erección desapareciera. Estaba usando el servicio de Elena porque estaba en un aprieto, no porque no pudiera echar un polvo. Necesitaba a la mujer perfecta para llevar a la boda perfecta de mi hermano. Para que todos me dejaran en paz.

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