Capítulo 5

665 Palabras
—¡Ay papi! —Llevó su mano hasta su estómago—. Lo dices por que me quieres, pero ya subí de peso. —Soltó un puchero. —Nada de eso. —Negó—. Eres perfecta como eres mi Vicky. —La omega sonrió dulcemente sin objetar ante su comentario. Su papá era su fan número uno. Empezó a devorar su comida mientras navegaba un poco por sus r************* , pero el gruñido del alfa a su lado, la hizo alzar la mirada de su móvil. El ceño de Black se hizo más visible cuanto empezó a leer las noticias de ese día, Victoria conocía a su padre, ese semblante serio y preocupado solo significaba problemas. —¿Pasa algo?. —Nada cariño, solo que el idiota de Dimitri, a subido 1.4% en las encuestas de popularidad. —Bufó molesto. Black era el favorito para ganar la presidencia del país, pero últimamente su contrincante estaba ganando terreno, a la gente le llamaba la atención su carisma y el aire jovial que desprendía. —¿Hobi? —Preguntó Victoria. Su padre la miró frunciendo a un más el ceño—. Es así como le dicen. —Se encogió de hombros apenada. —Hobi —musitó indignado—. ¿Qué esperanza puede traer ese a este país? Como sea, podrá ganar una batalla pero jamás la guerra —dijo más que seguro. La rubia asintió de acuerdo con las palabras de su padre, estaba convencida de que no había hombre más recto, de buenos principios que su padre, era el mejor para el puesto de presidente. —Señor, disculpe la interrupción, el ministro de estado está al teléfono. —Uno de sus guardaespaldas irrumpió en el comedor dando el aviso. El alfa mayor alzó la mano para que esperara un instante, se dirigió a su hija explicándole todo acerca del evento de esa noche. Victoria odiaba asistir a esas reuniones, pero no podía negarse, iría gente muy importante como el ministro de estado junto a su hijo, Alan Vidal, quien era su novio. Al pensar en él, su sonrisa se desvaneció, era de las pocas veces que se sentía frustrada y mal con su omega. Alan era todo menos un buen alfa, era alguien que solo pensaba en sí mismo, además de ser un mano larga, morboso. Juraba que si algún día estuviera en alguna situación de vida o muerte, él la usaría como escudo con tal de salvar su flacucho trasero. Pero no podía hacer nada solo soportarlo, mientras las elecciones no terminaran ella seguiría fingiendo delante de todos que estaba locamente enamorada de ese alfa. —¡Se te ve divino! Victoria se mantuvo sumergida en sus pensamientos, Emma, quien era su amiga incondicional y cómplice, la alentaba para que eligiera el mejor vestuario para esa noche, pero se preocupó cuando su semblante no era el habitual. —¿Qué pasa? Por qué no estás sonriendo y me dices que solo te digo que te ves hermosa con lo que te pongas, porque detesto venir de compras contigo. —Se puso en jarra. Conocía a su amiga. Joder, prácticamente cómplices en todas sus locuras. En la vida nacer omega era como un regalo de la diosa luna, pero los lobos de su edad no lo veían así, los Alfas eran muy crueles, sufrieron abuso y rechazos de pequeñas. Cuando se conocieron fue como un alivio. A pesar de no pertenecer al mismo círculo social, nació en ellas una gran amistad, Emma pertenecía a una familia de clase media, pero a Victoria jamás le importó de donde viniera y después de casi diez años podrían considerarse verdaderas hermanas. La Omega rubia suspiró pesado y se despabiló sonriendo al fin, no había algo con exactitud que la tuviera así, era un extraño presentimiento, su Omega interior estuvo inquieta desde que despertó, había querido ignorarla, pero cada vez era más difícil. —Tranquila, debes estar aproximándote a tu celo. —Emma tocó su hombro.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR