Capítulo 4

906 Palabras
—Ana, la otra información que te pedí, por favor. —La Omega se quedó pasmada por un momento, el olor de Leo era incomparablemente más fuerte y no podía evitar tener miedo ante un alfa furioso—. Tranquila, todo estará bien. —Ella se despabiló y se tranquilizó un poco, sabía que esa furia no era dirigida hacia ella pero al tener su lado animal, el Alfa era como una autoridad mayor. Le entregó lo que pidió a Félix. Ahora recordaba como le había pedido que investigara a ese hombre, Filip Black, no lo entendió hasta ese momento, era más que evidente que Leo lo había reconocido. Este tomó la carpeta que su tío le extendió, mientras sus ojos chispeaban por no tenerlo frente a él, como hubiera deseado eso. —¿Quién es él? —dijo dudoso. —Tenía mis sospechas sobre todo esto. Filip era un matón de Dalan Tonny. Un día leyendo el periódico internacional me encontré con este artículo, es demasiado curioso lo que ocurrió con el. Como pasó de ser un simple matón a uno de los candidatos para la presidencia del país. —Félix alzó una ceja sugerente. Su crecimiento era algo inimaginable, pasó de ser un peón y títere que solo se encargaba de hacer los trabajos sucios de la mafia coreana, a tomar el puesto como jefe y principal rival de la familia Burk. El primer paso para lograr su sueño era desaparecer a sus adversarios empezando por Edgar Tanner, él padre de Leo era uno de los más poderosos mafiosos en el país y un claro obstáculo para el objetivo de Black. Desde el tráfico de armas y droga hasta el lavado de dinero, aquellos eran sus principales negocios, pero no conforme con ello, hace unos meses había explorado en el ámbito de la política, convirtiéndose en candidato para la presidencia del país y peor aún, era uno de los favoritos para el puesto. Leo apretó sus puños con furia, no podía permitir que él hombre que le arrebató todo llegara hacer presidente. Félix observó la furia en los ojos de su sobrino, estaba decidido acabar con Filip y no podía negar que el estaba esperando por ello. —Acabare contigo —musitó Leo con rabia, señalando la foto del monitor. —¿Qué haremos? —Ana tomó la palabra—. Ahora que es candidato su seguridad debe ser atroz. Tanner lo sabía y lo sopesó, necesitaba un buen plan y sobre todo ejecutarlo sin fallas, solo tenia una oportunidad y no la dejaría pasar. Como el gran francotirador que era podía hacerlo simple, hakear su agenda, ver en qué lugar y a qué hora estaría, esperarlo en un edificio alto y ¡pam! Pero no era tan fácil como eso, quería tenerlo enfrente, ver en sus ojos el terror personificado, y que cuando se cansara de hacerlo suplicar por su vida, le confesaría que el era el niño que había dejado a su suerte en aquel sótano, junto a los cuerpos de sus padres muertos solo para dejarlo morir igual. Hacerle saber que todo lo que había hecho para llegar a donde estaba, no había servido de nada por que su vida terminaría en ese momento y en las manos de Leo Tanner, su primera víctima. . . . Los Ángeles California. Se asomó por la terraza apenas despertó, contempló la inmensidad de su jardín y sonrió al ver el día soleado, su clima favorito. Alzó las manos al aire estirando su cuerpo, puso música movida y comenzó a bailar mientras hacía su rutina de cuidado facial, se duchó y vistió, jamás salía antes de estar perfectamente arreglada, era conocida en su círculo de amistades como la omega más hermosa, no quería admitirlo pero ser reconocida por su belleza, solo aumentaba su ego y le encantaba. Bajó al comedor alegremente, Victoria además de hermosa era una omega muy risueña y amable. Abrazó a su papá por la espalda mientras desayunaba. -¡Papi!... Por poco Filip escupe su comida por la sorpresa, Viky, como le decía su él, siempre solía darle esos sustos. Sonrió cuando tomó asiento a su lado. Nada alegraba su día como ver a su querida hija. —Mi pequeña Vicky. ¿Como amaneciste? La omega pestañeo elocuentemente mientras acunaba su rostro entre sus manos como respuesta, Black rio y tomó su mano tiernamente colocando un pequeño dije de media luna sobre la palma de su mano, Victoria lo admiró fascinada, era lo más bonito que había visto. —Era de tu madre... lo usó el día en que nos casamos, hoy es un día especial así que pensé que era tiempo de que lo tuvieras. —Filip sonrió. —¿Día especial? —preguntó sin dejar de contemplar su obsequio. Una de las cocineras llegó hasta su lado sirviendo un exquisito desayuno, los ojos de la omega se iluminaron cuando junto a su platillo se encontraba su tradicional trozo de chocolate amargo, que todos los días pedía como postre. El sabor ácido y dulzoso, más ese olor tan exquisito lo hacía el bocadillo perfecto para ella. —Gracias Nani. —Agradeció con una sonrisa más amplia. Siempre la consentía. —De nada mi niña. —Le guiñó un ojo, simple. El omega miró a su padre esperando respuesta a su pregunta anterior. —Lo sabrás a su momento, ahora come que te veo muy delgada. —Acarició su hombro.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR