Capítulo 9 “Su Irritabilidad”

2231 Palabras
–Pensé que no vendrías más después de la última vez – Amari no deja de lado su sonrisa burlona y estampa contra el pecho de su hermano su bolso con la comida. –Te conozco, sé que luego de dos veces coges costumbre y seguro no trajiste comida esperando que yo llegara – y no se equivoca, Adrien es un hombre de rutinas, y una vez entra a una, le irrita salir de esta. Pero está irritado y estresado luego de una mañana extenuante de trabajo, así que claramente no le dará la razón, aunque no hace falta, los dos saben muy bien cuanta verdad hay en sus palabras. –Pude salir a comprar algo de comer, no es como si me fuese a dejar morir de hambre por ti – ella simplemente se encoje de hombros y sigue sonriendo, lo que lo ayuda a calmar en bastante cantidad todo lo que lo tenía tenso. Suspira, como si todo el malestar se fuese en un suspiro. –¿Vienes a seguir seduciendo a mi jefe? – apenas termina de hablar, su hermana le suelta un ligero golpe en el hombro, pero a la vez suelta una pequeña risita, una llena de travesura escondida. Aunque no muy bien disimulada. –No, nunca vine con ese propósito, solo quería traerte la comida y hablar un poco contigo – Amari siente ese ya familiar cosquilleo recorrerla, lo que hace que su sonrisa se agrande un poco –Coquetear con tu jefe solo fue un plus. Adrien puede ver desde su lugar como el Señor Carter, a varios metros de ellos, posa su mirada sobre su hermana, como un depredador, lo que lo hace rodar los ojos. –Es hastiante como te ve, como si fueras un trozo de carne – la castaña suelta una ligera risa. –No me molesta, dado que yo lo huelo como si fuese comida, muero por darle un mordisco – Adrien hace una mueca, y se encarga de darle un ligero golpe en la frente que la hace carcajear con ganas. –Eres asquerosa, no me interesa saber si quieres o no follarte al señor Carter. –Pensé que ya sabias lo que quería, disculpa, la próxima vez seré más discreta – vuelve a recibir otro pequeño golpe, ella vuelve a reír. A pesar que fue un día que comenzó algo mal para ambos, estos cinco minutos de charla de hermanos los ha hecho alivianar bastante sus preocupaciones y molestias. Después de todo, nadie los comprende mejor que ellos mismos. –¿Qué pasó hoy? – pregunta luego de un par de segundos el menor, conociendo a su hermana con la precisión con la que lo hace. Amari simplemente se encoge de hombros. –Fui a desayunar con mamá, me dijo que podría trabajar con una amiga suya – Adrien hace una mueca mientras que la mayor suspira con pesadez. Amari adora enormemente a su familia, se podría decir que son sus personas favoritas en el mundo, y el sentimiento es completamente recíproca. La familia Prisloo es una de esas familias funcionales y llenas de amor, en donde las discusiones se conversan hasta llegar a algo y no duran más de un día enemistados. Pero si hay algo que Amari no puede tolerar es la condescendencia, sentir que la tratan como si fuese de cristal, no soporta que las personas la tratan con lastima, como si ella no fuese igual que todos, sino que es más débil y por ello hay que tratarla con tales cuidados. Y no hay nadie que la trate con más delicadeza que su madre. Carlota es una madre devota, ella haría lo que fuera por sus hijos, los ama con locura y desde que se enteró de la llegada de cada uno fue inmensamente feliz, decidida a protegerlos de todo lo que el mundo podría lanzarles. Por claras razones, aun cuando es la mayor, fue mucho más protectora con su pequeña Amari, y esto causó miles de problemas durante la adolescencia de la castaña, que harta de ser tratada con tanto cuidado, decidió demostrar que podía cuidarse sola de la peor manera que se le puede ocurrir a una hormonal chica de quince. Poniéndose en peligro, saliendo a escondida, exponiéndose a personas peligrosas e irresponsable, y siendo parte de ese grupo de irresponsables también. Por suerte no tomó más de un par de accidentes que pudieron ser fatales para que ella decidiera controlar un poco su vida y para que Carlota aprendiera que lo mejor es darle algo más de libertad a su pequeña hija, que ella no era tan indefensa como siempre creyó. Pero hay cosas que no se superan, y entre ellas, la necesidad de querer tenderle la mano a su hija, aun cuando sabe perfectamente que a la muy terca no le gusta la ayuda y prefiere lograr sus cosas por su propia cuenta. –No tiene nada de malo que te consiga ese empleo con su amiga – intenta el rubio de hacerla entender que su madre no siente lástima, solo está intentando ayudarla. Pero Amari es una persona mucho más complicada de lo que parece algunas veces. –No pienso ir a trabajar a un lugar en donde las personas sabrán que estoy ahí por un favor a mi madre – sí, esta es una escena que ya se ha repetido un par de veces, pero la castaña está bastante empeñada en que, si va a trabajar, va a ser luego de una entrevista y haber pasado todos los filtros requeridos por su propia cuenta. No por un favor que ni siquiera le están haciendo a ella, sino a otra persona. –Amari… – ella suelta un suspiro. –Por favor, solo quiero pasar un rato tranquilo, todo está bien, aun me quedan ahorros – la castaña le intenta quitar importancia, queriendo evitar a toda costa otra de estas discusiones, y más que todo por el hecho que se encuentran en un lugar público. Adrien lo piensa un momento, considerando que no está de más seguir insistiendo, esperando que en algún momento su hermana deje la terquedad y acepte esa ayuda, sin embargo, él la conoce perfectamente, y a juzgar por la actitud aparentemente relajada que ella está adoptando, sabe muy bien que si la molesta de más Amari simplemente dará media vuelta y lo dejará hablando solo. Lo que menos necesita es que su hermana mayor, terca e impulsiva se marche enojada y probablemente ignore sus llamadas por al menos hasta mañana. Lo mejor será no tentar a la suerte. –Me dirás si necesitas algo ¿cierto? – la castaña suelta un ligero suspiro, pero decide desistir al menos un poco, sonreír y asentir sinceramente. Es cierto que le irrita sentir que todos la tratan como si estuviese hecho de frágil cristal, pero si se pone en su lugar, ella también intentaría por todos los medios ayudar a alguno de sus seres amados si se encontraran en su situación, se preocuparía y haría su mejor esfuerzo. Solo por eso logra ablandarse un poco. Pero no lo suficiente. –Buenos días – la voz gruesa, rasposa, atractiva, suena cerca, muy cerca de Amari, pero el mayor no se encuentra lo suficientemente cerca como para que haya alguna clase de contacto físico. –Buen día – tal y como los días anteriores, ella lo saluda con una sonrisa algo coqueta, aunque ni siquiera se esfuerza por voltear en su dirección. No está de buen humor, ni siquiera después de sentir el cosquilleo que le causa tener a ese hombre cerca de ella. –Buenos días, señor Carter, una sorpresa volver a verlo por aquí – por otro lado, la voz del hermano menor de la castaña suena forzadamente amable, lo que hace que la sonrisa de la castaña se agrande un poco con burla. Adrien es un hombre, ya es profesional, tiene su trabajo, vive solo, es independiente, y ha vivido las suficientes experiencias para garantizar que es alguien que sabe de qué trata la vida, o al menos una noción debe de tener. Pero a veces es tan crío que Amari no puede dejar de burlarse. Es como si su hermanito menor, siempre será su hermanito menor, ese pequeño bebé que llegó a su vida para hacerla feliz y hacerle sentir todo más alegre y lleno de amor. También aquel que vino a hacerle algunas cosas algo más complicadas. –Sí, yo no creo que lo sea – Thomas arquea una ceja en dirección al rubio y le quita importancia para posteriormente volver a enfocarse en la mujer que no ha podido dejar de observar. No le interesa prestarle atención a un crio imbécil que cree que tiene poder sobre sus decisiones. –¿Necesitas algo? – al escuchar la pregunta, la muy inesperada pregunta, provenir del imponente hombre, la sonrisa que anteriormente adornaba los labios de la castaña titubea. ¿Qué lo hace creer que ella necesita algo de él? –No ¿por qué pregunta, señor Carter? – ahora, es el mayor que encuentra algo molesto que ella se dirija a él por su apellido luego de la última vez que se vieron y compartieron un momento con más confianza que esa. Por algún motivo que él no quiere detallar, le irritó que ella se dirigiera a él como alguien así de desconocido, aunque realmente si lo fueran. –¿Estás segura? – sin embargo, él toma la decisión de dejar pasar su tono y volver a preguntar. No es que ella parezca más demacrada que otros días o algo por el estilo, solo que desde la primera vez que la vio notó que tanto la castaña como su hermano menor lucían algo descontentos. Luego pudo escuchar al menor diciéndole que debía decirle si necesitaba algo. Decide ignorar arbitrariamente el por qué él quiere ser quien cubra las necesidades que ella pueda tener. Y Amari decide ignorar aquella pequeña voz de su consciencia que hace un segundo le insistió en relajarse y tomar todo con calma. Desde la última vez ella ha estado guardándose ese malestar de sentir que él está siendo tan amable por compasión, y esta vez ella no va a tener la misma paciencia. –Sí, estoy segura de que no necesito nada de nadie más – joder como es que todos decidieron ser tan jodidamente irritantes con sus necesidades el día de hoy. Actúan como si estuviera vistiendo harapos y la hubiesen encontrado tirada en las calles. ¿Tan mal se había vestido y arreglado ese día o que mierda? Por otro lado, al recibir tal respuesta, los tres hombres que la acompañan se sorprenden. Incluso Adrien, que no esperó que su hermana le hablara de tal modo a su jefe, por no mencionar a Jared, que en algún momento llegó a pensar que esa mujer seria su salvación y lograría ablandar al menos un poco el carácter de Thomas. Y luego está Thomas, que, aunque su rostro refleja algo de molestia, en realidad se encuentra curioso y algo preocupado por la actitud defensiva de la mujer. Ella, hasta ahora, no había mostrado una actitud como esa, aunque tampoco es que dudo que tuviese algo de carácter. –Tengan un buen día, caballeros, me retiro – harta de sus actitudes, y queriendo evitar a toda costa que le siguieran insistiendo sobre ese tema, da media vuelta y se marcha, siendo seguida de cerca por el pelinegro, o eso era lo que pretendía antes que el rubio menor lo detuviera tomando su brazo. –Déjela, ella solo necesita un tiempo a solas y ya mañana estará más tranquila – a Adrien no le agrada ni un poco la idea de su hermana consiguiendo follarse a su jefe, de hecho, le repugna el hecho que su cabeza, en contra de su voluntad, recree la asquerosa escena. Sin embargo, nada le preocupa más que ella y nadie desea más que él el que su hermana consiga todo lo que quiera, incluso si esto es coger con Thomas Carter. Adrien es un hermano así de consentidor después de todo, y aunque no lo parezca, también es consciente que su hermana es una mujer adulta, y así como él tiene sus necesidades, ella también las puede tener. Aun y que él no pretende detener al mayor con malas intenciones, a Thomas le importa una mierda. Él es de los que, al tomar una decisión, es capaz de atropellar a todo aquel que intente frenarlo. Arqueando una ceja, aparta el brazo del agarre del rubio y ni siquiera le presta atención por seguir su camino y seguir a la castaña. Irritado por haber sido ignorado, Adrien intenta seguirlo, pero ahora es él quien es detenido por el asistente del mayor. –Señor, tiene que detenerlo, no hará sino hacerla enojar – Adrien señala la dirección en la que su hermana se marchó, siendo seguida por el mayor. El castaño simplemente niega y con el agarre que mantiene en el brazo del menor lo insta a seguirlo de vuelta al edificio. –No te preocupes de eso, Carter es más amable de lo que parece, y tu hermana está grande, seguro sabrá ponerlo en su lugar si se sobrepasa – o al menos eso es lo que él espera. Solo toca esperar que la facilidad de irritarse de Thomas no le juegue en contra y no logre alejarla.
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