Un pequeño costo

1874 Palabras

Desperté después de escuchar unos ladridos insistentes desde el patio. No estaba segura, pero tal vez Quimera estaba algo incómoda en su primera noche en esta casa. —No puedo dejarla así, pobrecita —dije aún algo adormilada, levantándome de la cama para colocarme las pantuflas. Salí al patio y encontré a Quimera un poco inquieta. —¿Qué pasa, linda? ¿No puedes dormir?, todo estará bien. Es solo la noche. De repente, ella corrió hacia la reja, y al darme cuenta noté que la reja estaba abierta. —Qué extraño, Ruth siempre le pone seguro en las noches. —Cerré la reja, pero Quimera aún seguía inquieta. —Señora, creí que estaba durmiendo —de repente, Ruth hizo presencia encontrándome en medio de la noche. —Imagino que también te despertaste por los ladridos de Quimera. Por cierto, Ruth, ay

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