– Le di mi vida a ese hombre, dejé de conocer personas por él, era mi príncipe, fuimos novios desde los catorce, por dios ¿Cómo pudo haberme hecho esto? – sin poder evitar sentir tristeza, suelto un par de lágrimas.
Me es imposible verla llorar de esa manera y no acompañarla. Casi podría decir que siento su dolor.
– Erika, cariño… Estamos en público – dice suavemente Amanda, acariciando su espalda – No puedes permitir que nadie vea el daño que te han hecho, tienes que ser fuerte, levantar la cabeza y demostrarles no tienen ese poder – por una parte, entiendo lo que quiere decir Amy, pero por otra ¿Cómo le puede pedir a Erika que no demuestre su dolor cuando han pasado solo un par de días cuando descubrió que su historia de amor era una farsa?
– Es que, si tiene ese poder, yo se lo di ha
