Capítulo 1
Capítulo 1
Era viernes por la noche, la semana pasada había cumplido 17 años, y el sábado iba a ir a la casa de mi tía ya que mis papás no estarían.
Me acosté a dormir ya que tenía sueño y quería ir a la casa de mi tía, ya que era mi única tía y me caía muy bien.
Al día siguiente desperté a las 10:00am, mi tía me atraía por así decirlo, desde chica supe que me gustaban las mujeres ya que veía a mis compañeras y tenía unas ganas de hacerlas mías.
—Hija, cariño, a las doce vamos a ir a la casa de tu tía.
—Está bien mamá.
Pasó una hora y ya daban las once y treinta.
—Vamos cariño, es hora.
—Está bien.
—Llegamos a la casa de mi tía y me baje.
—¡Heyyy titaaa!, cómo te extrañe.
—Yo también cariño.
—¡Bueno, nos vamos adiós!
—Adiós ma.
—Ven cariño, vamos a dentro, hace frío acá a fuera.
—Tía, dónde están los juguetes con los que jugábamos.
—Haya arriba, en una cajita rosa.
—¿Subes conmigo?
—No, tengo que hacer la comida, en un rato te acompaño.
Narra Amanda (Tía de Samantha)
La verdad esos juguetes ya los había donado desde hace varios años, ahora le había regalado otros juguetes a Samantha, solo faltaba que ella los encontrará.
Narra Samantha (Personaje principal)
Entre a la habitación que me dijo mi tía y estaba buscando la cajita rosa, por fin la encontré, estaba abajo de la cama, abrí la caja y ahí encontré un ¿Palo? Largo rosa que tenían botones pulse un botón y Vi como sonaba y temblaba, por equivocación lo puse en mi v****a, pero se sentía rico, así que lo deje ahí, se sentía fenomenal.
Narra Amanda.
Iba subiendo las escaleras y escuché gemidos, supe que mi hermosa sobrina ya había encontrado sus juguetes que le había regalado. Me pare en el marco de la puerta y ahí la vi, desnuda, con el juguete rosa que le había regalado (había más) empecé a masturbarme, hasta que solté un pequeño gemido accidental.
Narra Samantha.
Oí un gemido y ahí me di cuenta de que no estaba sola, voltee a ver al rededor y pare en el marco de la puerta, ahí vi a mi sexy tía, masturbándose.
—Por fin encontraste tus juguetes.
—¿Mis juguetes? Valvucee por la sorpresa.
—Si con esos podrás jugar.
—¿Quiere mi sexy tía jugar conmigo? —Dije en tono seductor.
—Ah—, claro que sí cariño.
Ahí la vi abalanzándose hacia mí, empezó besándome ferozmente, luego bajo a mi cuello, lo chupaba y sabía que iban a quedar marcas.
—No sabes cuánto espere para que esté momento llegará, tardaste mucho en desarrollarte cariño.
—Tiaaa... Más más....
—¿Dónde quieres más amor?
—Aquí. —Señale mi coñito.
—Samantha, siéntate en mi cara. — Obedecí y ella me aferró con fuerza por la cintura.
Comenzó a lamber y lamber mientras yo ponía los ojos en blanco por placer.
—Tiaa.. t..e.. amo.. — Dije entre gemidos.
—Quiero probar tu lechita, mi niña.
Comenzó a lamer con mayor fuerza y ahí, me vine entre la boca de mi tía.
—A..hh— gimió de placer.
—Lucia, tu lechita estaba deliciosa. — Me dijo
—¿Puedo probar yo de tu lechita? - le pregunto con timidez.
—Claro, mi niña.
Siéntate ahora encima mío.
—Dije con voz casi dominante. Ella me hizo caso y se sentó en mi cara.
Comencé lamiendo lento.
—Si mi niña, soy tu maldita sumisa— dijo entre gemidos.
Cuánto más gemía más cachonda me ponía, visualicé un punto en el que tenía con más fuerza y lo mordí. Ella se retorcía de placer.
Comencé chupando y succionando con todas mis fuerzas. Ella gritaba de placer y me cogió de la nuca reclamándome más. Seguí haciéndoselo lo más duro que podía y con un último mordisco, en el "botoncito" se corrió en toda mi cara.
No me bastaba terminar me sus juguitos... Me había vuelto adicta.
Seguía chupando y lamiendo con mucho placer. Me encantaba como ella se retorcía y gemía de placer.
Tuvo un multi orgasmo, y caímos las dos abrazadas en la cama.
—Mi niña, follas igual de duro que tú mamá.
—¿Cómo sabes eso?
Samantha... En esta familia todas las mujeres hemos follado entre nosotras.
La primera vez de tu mamá, con la abuela, la mía con ella, y la tuya conmigo... Dime, ¿Te gustó?
—Si Amanda. Lo ame, quiero pasar el mayor tiempo contigo fallándote. —La mire con lujuria en los ojos.
—Seré tu amante cada vez que lo desees, pero tendrás que guardar este secreto, nadie lo puede saber, ni tu mami ni tu papi.
—Si tía, haré lo que sea para poder follarte. —La besó—
—Te amo tía.
—Yo también mi niña.
Ya había pasado un año desde que Samantha había perdió su virginidad con su tía, se reunían a "ver películas" cuando realmente no veían películas, pero si algo mucho más interesante.
Narra Amanda.
Mi niña ya se había convertido en todo una mujer, cada vez que nos veíamos me daba más duro que el día anterior.
Le enseñe a usar cada uno de sus juguetes de su regalo. Aprendía muy rápido, me volví como su maldita perra sumisa.
Cuando me lo hacía tan duro era visualizar a mi hermana Marta.
Quería volver a gemir por mi hermana.
Las últimas veces que trajo a Samantha, me quedé mirando su cuerpo y me alcanzó un par de veces mordiendo mi labio de forma inconsciente.
Cuando ella cumplió los 20 años y conoció a él, al que ahora es su esposo y padre de Samantha, se alejó de mí sin avisar y jamás pude volver a tocarla.
Quería más que nada seducirla, y que siguiera siendo mi amante.
No es que no apreciará a Samantha, pero ya era una adulta, necesitaba más que solo ella.
Esa mujer va a hacerme gemir. Lo juro.
Narra Marta.
Siento que mi esposo ya no me complace igual que antes, también creo que cuando tenemos sexo lo escucho gemir un nombre de un hombre.
Ayer definitivamente lo vi meterse un juguete s****l por el ano, mientras decía:
—"Oh Alex, dame duro... Papi…"
Tuvimos una grande discusión por eso y ahí me dijo que era gay, pero que no dijera nada ya que Alex, es su hermano.
Ahí algo me hizo Click y recordé las veces en las que le hacía el amor a Amanda.
Le dije que yo no diría nada y que podríamos tener sexo con quién quisiéramos, pero teníamos que fingir que todavía estábamos juntos.
Hoy me ha tocado llevar a Samantha al colegio, y después a casa de su tía.
Cuando la vi no pude sentirme excitada al verla traía una ropa ajustada, ella se dio cuenta de que la miraba y se agachó a abrazar a Samantha.
—Oh por dios, ¿Cómo puedo vivir tanto sin esos pechos? – pensó la mujer.
Narra Samantha.
Está última semana mami y mi tía Amanda se han comportado extraño, cuando sus miradas se cruzan parece que se quedan en shock. Se ruborizan y eso me.... ¿Excita? Creo que sí.
Amanda cada vez que lo hacemos se vuelve más sumisa y cada vez que le doy más duro me caliento con más facilidad. Ya el simple hecho de oírla gemir en ciertos acordes de lo más excitantes, me humedecen.
Hace tiempo que he empezado a sentir que necesito más. Algo nuevo... ¿O quizá alguien nuevo? Pensaba que solo era una sensación hasta que ví a mi mami en el baño masturbándose completamente desnuda. Ella gemía y gemía y yo salí corriendo. Estaba calentándome. Me ponía cachonda ver a mi propia madre así... La deseaba tanto... Haré todo lo que sea necesario para hacerla mía.
Narra Marta.
Ya tuve esa conversación con Jorge, me confirmó su lealtad pues haría lo que fuera por estar con su hermano.
Eso me conmovió.
No solo era deseo s****l, si no también se amaban. Tanto como yo amaba a Amanda un tiempo atrás y como deseaba que me amara aún ella.
No quería admitirlo.
Pero realmente me estaba volviendo a enamorar de ella. También ni hija ha estado rara está última semana... Cuando me ve me analiza de arriba a abajo. Me desnuda con la mirada. Con esa mirada que contiene un brillo.... ¿De lujuria? Me incomodaba y me excitaba.
La verdad es que ese cuerpo escultural era igual al de mamá... Sería igual de rico. ¿Me haría gemir igual que ella? Malditos pensamientos enfermos... Siguiendo por dónde iba esta noche iría a casa de Amanda para recoger a Samantha y le confesaría todo. Se lo diría y sentía lo mismo sería la mujer más feliz del mundo...
En casa de Amanda
—Amanda querida, ¿Se lo ha pasado bien Samantha hoy?
—Si Marta, Samantha es una buena niña, ¿Quieres un café o algo? Se que es tarde, pero como mañana no tiene clase Samantha así que... podrían quedarse un rato más.
—Está bien ¿Tú quieres Samantha?
—Sisisisi, y mil veces si, amo estar con mi tía.
—Entonces no se hable más, iré a calentar leche para los cafés.
—Iré a ayudarte Amanda.
Ya en la cocina me acerqué a ella y la conduje a la pared. La aprisioné y susurré en su oído:
—Llevo semanas pensando en ti... Rogando al cielo un momento como este. Dónde tenerte solo para mí.
—Pero.... Marta... ¿Qué hay de tu marido? —Dijo entre susurros.
—Tenemos un trato, él se acuesta con su hermano, y yo con la mía. —Lamí su oreja y la mordí suavemente. Claro realmente él no sabía que yo me acostaba con mi hermana. Seguía siendo la sumisa que yo conocí.
—Mi reina... Bájate los pantalones y las braguitas...
Ella obedeció y me puse de rodillas ante su coño todo mojado. Me desnude. Tenía mucho calor. Se lo comí entero mientras gemía mi nombre como siempre había deseado... Como antaño había hecho llenado toda la habitación...
Narra Samantha.
Mamá y la tía Laura tardaban demasiado. Así que fui a la cocina. Por el camino comencé a escuchar a la tía gemir el nombre de mami y eso me calentó. Me asome por el marco de la puerta y ahí estaban. Mi madre en cuatro comiéndole el comiéndole el coño a la tía mientras está masajeaba sus pechos. Comencé a respirar con dificultad y sentí mucho calor. Mi instinto no pudo con la razón y me desnude completamente. Me empecé a masturbar mientras las veía, no aguante más y corrí hacia la cocina y metí mi cara en en culo de mamá. Metí mi lengua por su ano y ella se asustó. Yo la sujete con fuerza y no permiti que se alejase. Después ella se dejó llevar y gimiendo mi nombre.
—Oh... Samantha~ que buena es mi niña...
—Marta... ¡Quiero más amor! —Suplicaba la tía mientras se masturbaba viéndonos. Mami se tiró sobre Amanda y le araño los muslos. Ella gimió y beso con ardor a su hermana. Amanda comenzó a masturbar a mamá y está me comió el coñito. No podía parar de gemir. La tía tenía razón, mamá follaba durísimo. Era una bestia salvaje.
—Aaaaah, mami que rico... Maaaaas!!!
—Mmmm... Amanda dame duro por el coño...
—Si hermanita. Voy por el arnés.
Mientras la tía cogía su juguetito mamá se lanzó como una pantera sobre mí y me hizo suya por todos los orificios. Me besó con ardor y me pellizco los pezones. Yo convulsionaba de placer.
—Aaaaah- mamá soy tu maldita perra!!!
—¿Aun no quieres darme tus juguitos? Mi bebita es igual de dura que su madre... Haré que chorrees amor.
—Aaaaaaaaaah mami te adoro!!!
—Marta. cariño... Traje refuerzos. —Dijo la tía mostrando dos arneses vibradores. Uno doble y uno simple. Mamá se puso el doble y la tía el normal. Mami me tiró al suelo y me puso en cuatro. Elevé mi culo como perra y ella introdujo en mi los dos vibradores. Uno en mi v****a y el otro por el ano.
Encendió al máximo nivel ambos y me embistió con una fuerza sobre humana. Gemía de dolor y de placer. Las lágrimas recorrían mi rostro y no podría pensar más que en mi madre. ¿Cómo pude vivir dieciocho años con esta máquina de placer y no haberlos aprovechado? Era un pecado. De repente mi mami se los metió hasta el fondo y se quedó ahí estancada en un grito de placer. La tía la había embestido por el ano sin lubricar el dildo, el desgarrado ano de mamá casi sangraba. Pero a ella le encantaba. Me senté sobre mi mami, y mami arriba de la tía y comenzamos a votar
Cómo controladas por una inmensa sensación de placer. Era una sensación sublime. Mi tía la sumisa nos estaba controlando a las dos dominantes como marionetas y se sentía taan ricoooo... Las tres nos corrimos a la vez y seguimos follando durísimo las unas a las otras.
No teníamos fuerzas, nuestras piernas temblaban, pero el instinto animal nos pudo.
Éramos simples perras en celo. Salvajemente en celo.
El ano de mamá chorreaba sangre y yo la lamía toda. Mi saliva le Escocia en su culito, pero ella gemía de placer.
Era la mayor masoquista que he conocido en mi vida.
La tía se había corrido múltiples veces en mis piernas y estás ya estaban pegajosas de fluidos. Acabamos dormidas todas en el suelo de la cocina.
Al día siguiente desayunamos y volvimos a tener el sexo igual de salvaje.
Llegó el momento de irnos a nuestra casa y todos los fines de semana íbamos a la casa de la tía Amanda. Era riquísimo cómo fallábamos las tres y como nos corríamos.
Siempre nos quedábamos los fines de semana con ella probando nuevas cosas y poses nuevas.
Mi esposo jamás se enteró sobre aquel romance por así decirlo y el como yo, mi hermana y mis hijas disfrutaban, claro el con su hermano.
Aquel matrimonio falso era el mejor que había tenido y el sexo también.