Capítulo 10: Los Susurros De La Rebelión

1163 Palabras
El amanecer trajo consigo un aire de incertidumbre. Las primeras luces del sol se filtraban entre las ramas, iluminando los rostros exhaustos de Alina, Kael y Selene. A pesar del refugio que el bosque ofrecía, todos sabían que la seguridad era temporal. Selene, con el brazo aún vendado por la herida de la noche anterior, observaba el horizonte con una mirada inquieta. Su semblante, normalmente resuelto, estaba teñido de preocupación. “Necesitamos movernos antes de que el sol esté en su punto más alto,” dijo, rompiendo el silencio. “Si Gavric envió rastreadores, no tardarán en llegar.” Kael asintió, recogiendo sus pertenencias. “Pero no podemos avanzar a ciegas. Gavric tiene ojos en todas partes, y si no encontramos aliados pronto, estaremos perdidos.” Alina, quien había pasado gran parte de la noche pensando en las palabras de Kael, miró el mapa que habían encontrado en el escondite de Adrien. Había un punto marcado cerca del borde del bosque: un antiguo pueblo que, según las anotaciones, había sido un bastión de resistencia contra Gavric en el pasado. “¿Y si buscamos ayuda aquí?” sugirió, señalando el lugar en el mapa. Selene frunció el ceño. “Es arriesgado. Si Gavric sospecha que estamos buscando aliados, podría haber enviado hombres para vigilar ese lugar.” “Pero es nuestra única opción,” respondió Kael, con determinación en sus ojos. “Si seguimos huyendo, nunca estaremos seguros. Necesitamos una base, un lugar donde podamos organizarnos.” El Camino Al Pueblo Perdido El viaje hacia el pueblo fue arduo. Los senderos estaban plagados de trampas naturales y signos de vigilancia reciente, lo que les obligó a tomar rutas más largas y peligrosas. En el camino, encontraron un claro donde las marcas de una antigua batalla aún eran visibles. Espadas oxidadas y escudos rotos se mezclaban con la vegetación, recordándoles la resistencia que alguna vez había existido. “Esto no fue una simple lucha,” dijo Kael, examinando los restos. “Fue una masacre.” Alina sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aunque no podía recordar la batalla, las emociones atrapadas en ese lugar parecían gritarle. Era un recordatorio brutal de lo que Gavric era capaz de hacer para consolidar su poder. “Sigamos adelante,” dijo Selene, interrumpiendo el momento. “No podemos quedarnos aquí. La energía de este lugar nos debilitará si no nos movemos.” Encuentro Inesperado Cuando finalmente llegaron al borde del pueblo, la escena que encontraron no era la que esperaban. En lugar de un lugar abandonado, las casas estaban ocupadas, y las calles llenas de actividad. Hombres y mujeres trabajaban en silencio, reparando techos, cultivando alimentos y vigilando los alrededores. Kael levantó una mano, indicando que se detuvieran. “No sabemos si están con nosotros o con Gavric.” Antes de que pudieran decidir su siguiente movimiento, un grupo de hombres armados apareció detrás de ellos, rodeándolos. “¿Quiénes son y qué quieren aquí?” preguntó el líder, un hombre de mediana edad con cicatrices en el rostro y una mirada feroz. “Venimos en busca de ayuda,” respondió Alina, dando un paso adelante. “Somos enemigos de Gavric.” El hombre la miró con escepticismo. “¿Y por qué deberíamos confiar en ti? Gavric ha enviado espías antes.” Alina respiró hondo, sacando el amuleto que llevaba colgado. “Porque yo soy Alina, hija de la reina Lysandra. Y juro que si no me ayudan, Gavric acabará con todos nosotros.” Las palabras de Alina causaron un murmullo entre los hombres, y el líder finalmente bajó su arma. “Si dices la verdad, será fácil de comprobar. Pero si estás mintiendo, no saldrás de este pueblo.” El Consejo De La Resistencia Dentro del pueblo, Alina, Kael y Selene fueron llevados a una gran cabaña donde los líderes de la resistencia se reunían. Allí, conocieron a figuras clave del movimiento: Eryon, un estratega brillante; Maia, una sanadora con conocimiento de magia antigua; y Lorne, un guerrero cuya fuerza rivalizaba con la de cualquier vampiro. “Si realmente eres la princesa Alina, deberías saber que tu llegada puede ser tanto una bendición como una maldición,” dijo Eryon, estudiándola con una mirada crítica. “¿Por qué una maldición?” preguntó Kael, con el ceño fruncido. “Porque Gavric no descansará hasta destruir todo lo que esté conectado a la familia real,” respondió Maia. “Y si él descubre que estamos protegiendo a la princesa, este pueblo será el próximo en caer.” Alina se puso de pie, mirando a todos los presentes. “Entiendo el riesgo. Pero también entiendo que si no nos unimos, Gavric seguirá extendiendo su tiranía. No quiero que arriesguen sus vidas por mí; quiero que luchen por un futuro mejor para todos nosotros.” La Prueba De Lealtad Antes de decidir unirse a la causa de Alina, los líderes exigieron pruebas de su identidad y su compromiso. Maia usó un ritual antiguo para comprobar la pureza del linaje de Alina, mientras que Kael y Selene fueron enviados a una misión para recuperar provisiones esenciales. El ritual fue agotador para Alina, pero demostró su conexión con la familia real. Sin embargo, eso no bastó para ganar la confianza completa de todos. “Una cosa es tener sangre real,” dijo Lorne, “y otra es demostrar que estás dispuesta a luchar por ello.” Alina aceptó el desafío, uniéndose a un grupo de guerreros en un entrenamiento intensivo. Aunque inicialmente era superada por los demás, su determinación y astucia comenzaron a ganar respeto. Por su parte, Kael y Selene enfrentaron su propia prueba al infiltrarse en un campamento de Gavric para recuperar suministros. La misión estuvo llena de peligros, pero su éxito fortaleció su vínculo con la resistencia. Un Nuevo Pacto Con las pruebas superadas, los líderes del pueblo finalmente aceptaron unirse a la causa de Alina. Sin embargo, no todos estaban convencidos de que sería suficiente para derrotar a Gavric. “Si queremos ganar, necesitaremos más aliados,” dijo Eryon. “Hay otros pueblos y facciones que han resistido a Gavric en el pasado. Si podemos unirlos, tendremos una oportunidad.” Alina asintió, sabiendo que la verdadera lucha apenas estaba comenzando. La alianza con el pueblo era un primer paso, pero el camino hacia la libertad sería largo y lleno de peligros. Esa noche, mientras el pueblo celebraba la nueva alianza, Alina se quedó sola, mirando el cielo estrellado. Pensó en su madre, en Adrien y en todos los sacrificios que habían hecho para llegar hasta aquí. Kael se acercó, sentándose a su lado. “¿En qué piensas?” “En lo que viene,” respondió Alina. “Cada paso que damos parece llevarnos más cerca del peligro.” “Pero también más cerca de la victoria,” dijo Kael, ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora. Alina tomó fuerza de sus palabras, prometiéndose a sí misma que no descansaría hasta ver a Gavric derrotado y a su reino libre nuevamente.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR