Capítulo 18

1508 Palabras
Me encontraba en mi despacho con José poniéndonos al corrientes de todo lo sucedido estos días durante nuestro viaje. —¿Cómo reaccionarías tú en su lugar? —No lo sé, supongo que de la misma manera. —Debes darle tiempo amigo, su hija es su adoración y puede estar sintiendo traicionado por ti. —No pensé enamorarme de ella, de la hija de mi mejor amigo. —Lucrecia es muy atractiva aparte que es espontánea, inteligente y divertida. —Y terca —Sonrió —. Esa terquedad de ella fue lo que me tiene así... —¿Enamorado? —Me cuestiona y sonrió inevitable. —Así es amigo, estoy perdidamente enamorado de esa pequeño demonio. —Te harás más viejo rápido —Sonríe —. Ahora aparte de lidiar con las ocurrencias de Fara tienes que lidiar con las de otra jovencita. —Debo tener mucha paciencia o me terminarán de volver loco hermano. Gritos se escuchan provenientes de la sala, José se levanta rápidamente saliendo seguido de mi y al ver que ocurre nos encontramos con una Sandra en el piso gritando de dolor mientras Lucrecia tiene su bravo torcido haciéndole una llave. —¡Suéltame!, ¡Quítenmela de encima! José me mira, camino y sujeto a Lucrecia por la cintura separándola de ella. —¿Qué demonios pasa aquí? —¡Está tipa esta loca! —Chilla Sandra —. Casi me quiebra el brazo con sus locuras. —Agradece que no lo hice, si me vuelves a tocar lo próximo que te quebrare es el cuello igualada. —Lucrecia... —¡No! O le pones límites a esta maldita loca o no respondo Damian porque lo próximo que tendrás que escoger es un lugar en esta casa entre ella y yo. Se suelta de mi agarre y se va a pasos agigantados saliendo de la casa. José suelta a Sandra y la tomó del brazo llevándola conmigo a mi despacho. —Damian, te juro que ella... —¡Suficiente Sandra! Desde que Lucrecia llegó a esta casa todo ha sido problemas con ella. —Su lugar no es en está hacienda, solo ha venido a darnos líos y a separarnos. —Lucrecia ya no está en esta casa como una invitada, si no como mi mujer y como tal la tienes que respetar y acatar cada una de sus órdenes. —¿La preferirás a ella antes que a mi? Crecimos en esta hacienda juntos como si fuéramos hermanos Damian, una desconocida no puede importarte más que yo. —Y precisamente por ese cariño que te tengo y la promesa que le hice a tu padre no te he despedido, pero no colmes mi poca paciencia porque no dudaré en hacerlo. Lucrecia es la mujer que amo y como ende cada empleado en esta casa debe darle su lugar y respeto, ¿Entendido? —Si patrón, como usted diga. Limpia las lágrimas que por su mejilla caen, se da la vuelta y se marcha dejándome a solas. La puerta se abre unos segundos después entrando Fara mirándome fijamente. —¿Ya se calmó? —Está más encambronada que yegua salvaje encerrada —Suspira —. Sandra está siendo un gran problema hermano y en gran parte la culpa la tienes tú por permitirle tomarse atribuciones que no debe. —Lo sé, traté de que nos viera como la familia que no tuvo pero me equivoqué y ahora debo enmendarlo. —Y hazlo pronto hermano o terminarás teniendo un gran problema con Lucrecia. —¿Dónde está ella? —La encontré en las caballerizas alistando a Delta para salir. —¿A Delta? —Asiente —. Pero si esa yegua solo la he podido montar yo. —Pues te equivocas. Lucrecia a estado conviviendo con ella las últimas semanas y han tenido una conexión tan grande que deja que ella la monte sin problemas. “Eso no me lo esperaba” —Iré tras ella, necesito hablar y solucionar las cosas. Me levanto saliendo de mi despacho con dirección a los caballerizas, me encuentro con José y me acompaña a ensillar mi caballo. —Los trabajadores dicen que la vieron hacia el norte de la hacienda,dijo que iría cerca de los límites. Monto mi caballo cabalgando hacia el norte, por todo el camino le voy preguntando a los trabajadores que me encuentro y todos me dicen lo mismo. Había pasado por los caminos ya hace varios minutos. Apresuró el paso y cabalgó hasta llegar a los límites. Mi angustia empieza a crecer cuando no veo rastros de ella por ningún lado. Ha empezado anochecer y busco desesperado por todos los lugares cercanos. Llamo a José para que busque en los predios junto a otros trabajadores, la noche está por caer y estoy por volverme loco. —¡Patrón, la encontraron! —¿Donde está? —En los predios de la cascada. “La cascada” Apresuró el paso de mi caballo corriendo lo más pronto hacia esa dirección, al llegar me bajo rápidamente y corro hacia el grupo de trabajadores reunidos en una esquina. Al llegar mi corazón se detiene al verla inconsciente en el suelo y su camisa completamente llena de sangre. —Lucrecia, mi amor. Me arrodillo tomándola en mis brazos, rebusco donde se encuentra la herida y la encuentro en su hombro izquierdo el cuál sangra sin parar. —¡Hay que llevarla al hospital! La tomo en mis brazos acercándome a una de las camionetas. —Damian yo conduzco —Me interfiere José —. Vete con ella en la parte de atrás. Los trabajadores me ayudan a subirla a la parte trasera, la sujeto con cuidado y José conduce a toda prisa hacia el hospital del pueblo. —Lucrecia —Musitó tocando su mejilla —. Nena, ¿me escuchas? Su rostro luce aún más pálido que de costumbre y la herida no deja de sangrar. Los minutos se vuelven eternos y martirizantes para mi hasta que finalmente llegamos al pueblo. Al llegar a la puerta de urgencias José grita por ayuda se acerca un grupo de galenos con una camilla y la arrancan de mis brazos subiéndola a ella y revisándola. —Pulso bajo, herida de bala en hombro derecho sin orificio de salida y hemorragia. Hay que llevarla a quirófano,¡Ahora! Corren con ella puertas adentro, trato de seguirle el paso hasta donde me lo permiten y me detiene una doctora. —Me temo que solo nos puede acompañar hasta aquí. ¿Qué es usted de la paciente? —Es mi novia. —¿Sabe que ocurrió? —Salió a cabalgar en los predios de mi hacienda y la encontramos inconsciente y herida cerca de una cascada. —Mantenga la calma, le avisaremos como sigue de salud en las próximas horas. Cruza la puerta dejándome allí con el corazón a mil y completamente asustado. —Trata de mantener la calma amigo —Sujeta mi hombro —. Ella estará bien,ya lo verás. —Necesito saber que sucedió, ¿Quién le hizo esto? —Ya ordene a nuestros hombres a investigar, pero por ahora solo ella nos puede decir que sucedió. —¡Damian! —Me giro encontrándome a Fara alterada —. ¿Qué sucedió, cómo está ella? Se acerca abrazándome y puedo encontrar un poco de consuelo en ella. —La acaban de llevar a quirófano —Responde José por mi —. Hay que esperar a ver que nos dicen los médicos. —Hay que avisarle a sus padres —Musita —. Ellos también necesitan saberlo. —No los quiero preocupar, al menos no por ahora. —Está bien, pero le avisaré a Paula. Es su mejor amiga y necesita saberlo. Saca su móvil de su teléfono y se aleja para poder hablar con ella. —¿Cómo está ella? Me giro encontrándome a Abang. Su presencia en este lugar se me hace extraña y bastante molesta. —¿Qué haces aquí? —Fui a buscar a Lulú a tu hacienda y me contaron lo qué pasó , ¿Cómo está ella? La doctora sale nuevamente y se acerca a nosotros a pasos agigantados. —Tenemos un problema. —¿Qué sucede Doctora? —Ha perdido mucha sangre, necesitamos conseguir dos pintas de sangre antes de empezar la cirugía pero hemos detectado que la señorita tiene un tipo de sangre que no es muy común. —¿Qué tipo de sangre? — AB negativo. No contamos con ese tipo de sangre aquí y debemos conseguirla lo más pronto. —Yo soy AB negativo —Responde a mi lado —. Es mi tipo de sangre. —¿Le donarías a Lucrecia? —Pregunta Fara a mi lado. —Sin dudarlo. —Venga conmigo, tenemos que darnos prisa. —¿Cómo la ve doctora? —Pregunta Fara. —No les mentiré, ha perdido mucha sangre y en estos momentos está en una situación delicada, con permiso. Se marcha junto a él dejándome completamente ansioso y lleno de miedo por primera vez en mi vida…
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