Mi cabeza palpitaba y el dolor era insoportable. Sentía mis ojos demasiado pesados para abrirlos pero aún así podía escuchar murmullos.
El frío que sentía, el ruido de algo pitar cada segundo, el olor antiséptico y de medicamentos me hacían saber que me encontraba en un hospital.
Una vez más intento abrir los ojos, esta vez lo logro con algo de dificultad y abriéndolos poco a poco.
La luz llega a mi siendo un poco molestosa. Lo primero que veo es a un Damian en una esquina de la habitación con un semblante cansado y una sombra de barba lo cual me deja saber que no se ha depilado.
Observo a mi lado y me encuentro con una Fara que sostiene mi mano mientras se encuentra recostada a la camilla que estoy con los ojos cerrados.
—¿Qué hacen aquí? —Logró musitar apenas —. ¡Maldición! Tengo la boca completamente seca.
—Lucia —Musita Fara sonriendo —. Finalmente despertaste.
—Puedes darme un vaso de agua, nunca había sentido la necesidad de beber agua como ahora.
Damian se acerca a la mesita tomando una botella de agua, con cuidado me ayuda a tomar de ella y sus ojos se encuentran cristalizados.
—¿Qué hago aquí? —Trato de levantarme pero un fuerte dolor en el hombro me lo impide —. ¡Ouch, mierda!.
Observo mi hombro y lo veo completamente vendado.
—¿Qué mierda paso?
—Es lo que queremos saber mi cielo —Sujeta mi mano —. ¿Qué sucedió?
—No lo recuerdo bien —Trato de recordar —. Iba caminando de manera tranquila acercándome a la cascada cuando un grupo de hombres en una camioneta se me acercaron, traté de correr pero fue en vano. Me alcanzaron forcejee y lo último que recuerdo es escuchar un estruendo y caer inconsciente.
—Te dispararon Lulú —Musita Fara —. Los trabajadores de la hacienda te encontraron casi desangrandote.
—¿Qué?
—Si, mi cielo —Damian deja un beso en mis manos —. Tuvieron que hacerte una transfusión de sangre durante tu operación porque era muy grave.
—¿Qué tiempo estuve dormida?
—Dos días —Musita acariciando mi cabello —. Los dos días más horribles de mi vida.
La puerta de la habitación se abre entrando Paula junto a Abang los cuales sonríen con complicidad.
—Finalmente despertaste —Se acerca a mí abrazándome —. Casi muero del miedo cuando Fara me llamo para contarme, ¿cómo te sientes?
—Adolorida, con dolor de cabeza pero bien —Sonrió —. No debiste haber venido de esa forma.
—¿Estás loca? Eres mi mejor amiga,casi mi hermana. Tenia que estar aquí a tu lado.
—Y tú —Observo al asiático con sonrisa pícara detrás de ella —. ¿Qué haces aquí? Hace días que no te veía ni sabía nada de ti.
—Estaba haciendo viajes de negocio —Se acerca tomando mi mano —. Fui a la hacienda a buscarte y me contaron lo sucedido así que no dude en venir a buscarte.
—Lucrecia, el fue quien te dijo la sangre que necesitabas —Musita Fara —. Gracias a él no tuvimos problemas a la hora de conseguirla.
—Muchas gracias por hacer eso por mi.
—Para eso somos los amigos pequeña Lulú —Reímos —. Siempre que necesites un amigo allí estaré.
La puerta de la habitación nuevamente se abre esta vez es el doctor junto a una enfermera.
—Buenos días veo que has despertado —El doctor me sonríe —. Soy el doctor Rodríguez, estuve a cargo de tu operación y estaré a cargo de tu recuperación.
—Mucho gusto doctor —Le extiendo mi mano —. ¿Cómo me encuentro en estos momentos?
—Gracias a Dios pudimos retirar el proyectil la sin ninguna complicación, sin embargo mantiene una ligera fractura en la clavícula por lo cuál deberás utilizar un cabestrillo durante un periodo.
—¿Qué tiempo doctor?
—Al mes durante un mes, luego del mes evaluaremos qué tal va tu recuperación y si puedes retirarlo o si debes seguir con él.
"Maldición"
—Eso significa un mes en reposo —Musita Damian y el doctor asiente —. Vaya trabajo el que voy a tener.
—¿Por qué dices eso? —Preguntó indignada.
—Porque tú no sabes el significado de estar en reposo y quieta —Ruedo los ojos —. Y me tocará estar detrás de ti cuidando de que no hagas nada inapropiado, ¿O me equivocó?
—¡Eres detestable! —Se acerca a mi sonriendo —. No se como puedo soportarte.
—Lo mismo digo mi cielo —Me da un casto beso —. Pero adoro hacerlo.
***
Regresar a la hacienda fue de lo más aliviánate para mi. Saber que mis padres no fueron avisados me alivia de cierto modo ya que no quisiera darles preocupaciones o motivos a mi padre para seguir oponiéndose a nuestra relación.
¿Eso lo que tenemos Damian y yo?
—¿En que tanto piensas mi cielo? —Su voz me saca de mis pensamientos —. Pareces pensativa.
—Damian, ¿Tú y yo tenemos algo?
—¿A qué te refieres mi cielo? —Parece no entender mi pregunta.
—Tu y yo desde que nos conocimos esa noche hemos tenido sexo sin compromiso, eso quiere decir que no somos nada más que solo eso, sexo.
—¿Qué? Por supuesto que no —Sonríe acercándose a mi —. Eres mi mujer, la mujer que quiero a mi lado.
—¿Y como uno pasa de ser mujer sin ser antes novia?
—Porque eso de novios es para un hombre que no busca compromiso mi cielo. Yo quiero todo los compromisos contigo y por eso eres mi mujer.
—¿Me quieres?
—No, me he dado cuenta que no te quiero —Me mira fijamente.
—¿Entonces que hacemos juntos? —Trato de levantarme de la cama pero me detiene.
—No te quiero nena, te amo —Musita besando mis labios —. Me he dado cuenta que estoy completamente enamorado de ti como un loco Lucrecia.
—¿Hablas enserio? —Sonrió sobre sus labios sintiendo como mi corazón se acelera.
—Completamente mi cielo —Acaricia un mechón de mi cabello —. Estoy locamente enamorado de usted Lucia Oliveira.
—Yo también estoy enamorada de ti mi viejito.
—¿Cómo me has dicho? —Río al ver su reacción tan graciosa.
—Mi viejito, ¿Tiene algo de malo?
—Tengo treinta y seis años, no soy un viejo.
—Me llevas quince años,—Me levantó de la cama —. Si que lo eres cariño.
Se levanta mirándose en el espejo y salgo de la habitación riéndome por lo bajo por su graciosa reacción…