POV Rosa — Gabriel, basta, espera por favor. — ¿Por qué? No hay razón para detenernos — me dice sin dejar de besar mi cuello, mientras me tiene contra la pared en nuestra habitación. —Claro que hay razones y más de una, todos están en el comedor, seguramente nos están buscando para empezar la cena. No podemos hacer esto. —Coloqué el seguro a la puerta — me susurra al oído, apretando mi cintura. —¡Gabriel! —un grito se queda atrapado en mi garganta al sentir sus dedos acariciar la parte más delicada de mi cuerpo. —También lo deseas Rosa. —No soy de piedra, Gabriel — le respondo. —Tú no serás de piedra, pero yo sí estoy como uno. Sus dedos juegan en mi sensibilidad, puedo sentir cómo esa zona se vuelve más húmeda, llegando al punto donde suelto un gemido y él envuelve mis labios con