Sentado detrás de su escritorio ya hacia el hombre frío e imponente que era Alexander Vance. Meneaba sus dedos sobre el teclado de su computadora, siempre con su ceño fruncido por la concentración que el trabajo demandará.
Soltó un fuerte "Adelante" cuando dos toques se oyeron en la puerta de su oficina. Arnaut, su asistente tomó presencia delante de él, traía consigo un par de documentos y una lista de todas las cosas pendientes de ese día.
Sin levantar la mirada, Alexander empezó a escuchar.
—Buenos días, Señor. —Carraspea la garganta—. El señor Stone
está preguntando por los documentos firmados del contrato de la nueva marca.
Vance tronó su cuello recordando el motivo de su retraso y la razón de que anoche no haya podido revisar el contrato. Una ligera sonrisa apareció en su rostro, era impresionante como esa chica lo había podido manipularlo con su hermosa y excitante voz.
—Tiene junta con los desarrolladores a las 12 y la comida con la modelo Amy Wood a las 3, a la 5 tiene la reunión con el Señor Stone y las 7 la videoconferencia por Skype con los inversionistas de Taiwán...
Alexander alzo la mano callando a Arnaut.
—¿Si señor?
—Cancela la videoconferencia y prepárame otra cita con la chica de anoche... con nadie más que ella misma. —Arnaut parpadeo un par de veces antes de asimilar que su jefe estaba cancelando la reunión con unos importantes inversionistas para tener sexo—. ¿Si me escuchaste? —pregunto al no tener respuesta.
—Claro, solo pensé que hoy no querría pasarla con nadie, es su día libre y menos con la misma, usted jamás pasa la noche con una misma persona —dijo mientras escribía las órdenes de su jefe en su cuaderno de apuntes.
—¿Tienes algún problema? —Alexander lo miró serio, entonces Arnaut se dio cuenta de que se había expresado de más y negó rápidamente un poco cohibido—. Eso pensé. Anda has lo que te digo... y dile a Dereck que tendrá los documentos en una hora, máximo. —Arnaut asintió y salió rápidamente de la oficina.
Alexander se reclino sobre su silla y miro al techo mordiendo su labio, recordaba la noche que paso con la prepago. Esa aguda vocecita lo había vuelto loco mientras decía su nombre y gemia por la forma tan abismal en que la follaba, su enorme trasero rebotando sobre su pelvis, recibiendo su pene duro dentro de su deliciosa entrada, gozó como jamás lo había hecho y eso, solo lo hizo que probara su cuerpo tantas veces hasta que no pudo más. Valio cada maldito dólar invertido en esa preciosidad, la chica del cual no conocía su nombre ni le interesaba conocer, pero que deseaba con locura volver hacerla suya.
Salio del edificio de su empresa y caminó hasta su Aston Martín después de terminar la junta con los desarrolladores de la nueva App que lanzaría su empresa en un mes y se dirigió a Flavors donde tenía una cita pendiente con la supermodelo Amy Wood.
La razón de por qué iría allí era incierta, Amy era amiga de su madre y conocida de la infancia, quería volver a verlo, la verdad solo había aceptado por insistencia de la señora Vance. La saludo cortésmente cuando llego a la mesa, se sentó frente a ella mientras lo recibía con una gran sonrisa.
—Alexander, tanto tiempo sin verte. —él asintió secamente mirando su Louis Moinet, tenía tiempo necesario para terminar con esto lo más pronto posible y llegar a la reunión con Derek—. Inna no me dijo lo guapo que te habías puesto —Amy dijo tímida poniendo su cabello detrás de su oreja.
—Tal vez es por que no la he visto en más de 15 años. —Alexander dijo irónico y tomó la carta leyendo el menu, parecía ser un poco más interesante que la plática de Amy.
Ordeno casi enseguida, tenía el tiempo limitado, al menos comería en esta pérdida de tiempo.
—Mejor dime que hago aquí —continuó, tomando de él Grape Wine Dry. Su acompañante se acomodó mejor en su asiento y lo miro cautelosa.
—Tu madre piensa que es momento de... bueno, ya sabes —Alexander frunció el ceño, expectante - como decirlo... de que formes una familia y que mejor para eso que alguien que ya conoces.
Alexander no cambio su semblante, sin embargo por dentro solo se moría de rabia, su madre, la que lo ignoro por años, ahora quería venir y darle órdenes, ¿quién se creía?. Suspiro pesado tratando de tranquilizar su enojo e inspeccionó mejor a Amy, era bonita y tenía buen cuerpo, era modelo tenía que tenerlo, por su forma de actuar y de acercarse sabía que ella estaba interesada en él, nada nuevo. Solo había un problema, él no estaba interesado en ella, ni siquiera para tener sexo, no lo haría, ya que pondría al descubierto su secreto, era algo en lo que no se arriesgaría y bueno ¿formar una familia?, casarse no estaba en sus planes, ni ahora ni nunca, él moriría soltero eso lo daba por hecho. No había nadie que valiera la pena para él, solo existía su propio placer y nada más.
Lo realmente preocupante era que su madre hubiera mandado a Amy para seducirlo. Solo acepto verse con ella como un favor personal, no podía venir a ordenarle cosas cuando él era cien por ciento independiente y si Alexander decía que no así debía ser.
Vance comenzó a comer tranquilamente mientras escuchaba lo que tenía que decir, Amy le contó sobre su madre y como había realizado una misa la semana pasada por el aniversario de la muerte del señor Vance y como Inna había esperó su presencia. El solo río con amargura, jamás volvería a Clovelly y menos a visitar la tumba del hombre que lo crio, que estuviera muerto era lo mejor que le había pasado en la vida y recordarlo era lo que menos le gustaba.
—Siento mucho que mi madre te haya hecho venir hasta aquí para perder el tiempo, lo cierto es que no me interesa comenzar una relación ahora. —Amy bajo la mirada, triste.
—¿Sales con alguien más? —Alexander entonó los ojos, ¿No había sido claro?—. Dicen que eres recatado y que jamás te han conocido una relación, pero no puedo creer que todo este tiempo te hayas mantenido soltero, dime ¿tienes una relación secreta y es por eso que me rechazas? Porque es la única explicación lógica que le encontraría a tu rechazo. — Alexander sonrió sin creer que Amy fuera tan frívola. No tenía tiempo ni ánimo para explicaciones así que solo le dijo lo que quería escuchar.
—Me has descubierto, en efecto tengo a alguien y es por eso que no puedo aceptar tu proposición. Dile a Inna que mis parejas las escojo yo —dijo sin titubear. Ya se había cansado de esta charla así que se paró de su silla, sacó efectivo de su cartera y lo puso sobre la mesa mientras observo serio a Amy—. Yo Invito. —Terminó y salió del restaurante sin dejar que Amy dijera algo más.
De regreso en su oficina y con el humor exaltado por el recuerdo de su padre, trató de olvidarse del mal rato que le había hecho pasar Amy. Tomó asiento en su silla y respiró profundamente cerrando los ojos. Esa maldita voz, esos malditos gritos, los lamentos de su madre y luego golpes. Se tocó el pecho al sentirse sin aire, recordando su infancia, su maldita infancia.
"GUARDA SILENCIÓ"... "ESCUCHO UN SOLO SOLLOZO Y LO LAMENTARAS"... "TE DIJE QUE TE CALLARAS NIÑO IDIOTA... VEN AQUÍ AHORA PODRÁS GRITAR CON PROVECHO"
—¿Alexander? —llamó Stone, mirándolo expectante. Se encontraba con la mente perdida, ni siquiera se había dado cuenta que Dereck estaba a su oficina—. ¿Pasa algo?.
Vance regresó a la realidad cuando sintió el toque en su brazo, parpadeo varias veces hasta recordar en donde estaba y con quien, hace mucho que no le pasaban esos episodios de supresión mental. No cabía duda que recordar a su progenitor no le hacía nada bien.
—Perdón Dereck... ¿Pasa algo? —Trato de aparentar normalidad, aunque para su amigo eso no estaba muy claro.
El era conocido por mantenerse siempre frío e indiferente con cualquiera y en cualquier situación, pero esta vez era todo lo contrario, Stone podía jurar que notó en sus ojos una chispa de miedo, miedo verdadero. Desvió su mente de esa idea y levantó los documento que llevaba en la mano. No preguntaría nada, Alexander siempre había sido demasiado reservado con su vida e incluso siendo amigos no conocía nada de él.
—Claro, toma asiento. —Vance señalo la silla frente a su escritorio, se acomodó mejor en su lugar y disipó sus recuerdos, hace mucho que lo había logrado ahora no entendía por qué volvían a surgir. Como sea se dispuso a trabajar. Dreck Stone formaba parte del comité directivo, era su abogado y ya tenían muchos años de conocerse hasta formar lo que hoy era su amistad, al contrario de él, Dereck era más alegre y risueño, aun así, nadie conocía su verdadero yo y no deseaba que nadie lo hiciera.
—Todo está en orden, los desarrolladores tendrán el prototipo en una semana tendremos tiempo de corregir cualquier error para el día de su lanzamiento. —Dereck le informo y él asintio.
—Arnaut se encargará de encontrar a la modelo para la campaña de marketing —exclamo.
—Confías demasiado en ese asistente tuyo. —Alzo una ceja sugerente.
—No es lo que imaginas, Arnaut es un buen elemento. —Vance lo miró serio diciendo la verdad, su asistente era demasiado competente y jamás lo había decepcionado, hasta ahora.
—Perdón Señor. —Arnaut irrumpió en la oficina, se notaba preocupado.
Alexander había visto solo una vez esa mirada en Arnaut y fue cuando no pudo conseguir su Kirgyz blanco para el evento de gala en Milán. Así que pudo prever la molesta situación.
—¿Nos disculpas? —Miro a Stone y este asintió dándole una palmadita en la espalda.
—Nos vemos Arnaut —Dereck se despidió y este asintió con una reverencia.
—¿Qué ha pasado? —su jefe preguntó atento a su respuesta.
—Lo siento tanto señor...
—No quiero oír excusas, solo dime que paso —exclamó reteniendo su molestia.
—La prepago... la chica no pude localizarla —dijo apenado—. Traté de hablar con el dueño del lugar, pero me negaron la entrada, dicen que el Señor Bruno no atiende a cualquier persona.
Alexander tenso la mandíbula, hoy más que nunca necesitaba desahogar su estrés.
—Ofrecieron mandarle otra prepago si es que usted...
—¡Basta!... la quiero a ella. Supongo que tal vez se tomó el día libre. —Arnaut desvío la mirada, otra mala señal para Alexander. Se acercó lentamente hasta su asistente mirándolo desde arriba con seriedad.
—¿Qué no me estás diciendo, Arnaut? —pregunto expectante—. ¿Tendré o no a esa chica?
—Investigue un poco con algunos de sus compañeros, me dijeron que Helena hizo algo que no le gusto a su jefe y que esté la había castigado fuertemente. No estará disponible en varios días —Arnaut menciono las últimas palabra de forma sensible. Sólo Dios sabía que tanto estaba sufriendo la pobre chica.
Alexander no dijo absolutamente nada sin embargo apretó sus puños con furia, no podía imaginar a la hermosa rubia llorando, no lo podía tolerar, pero entonces freno cuando se empezó a sentir extraño y se asustó. Le asusto, lo que sintió al saber que Helena podría estar lastimada y sufriendo, Alexander Vance no podía sentir apego por nadie y menos por una prepago que apenas conocía, pero no pudo reprimir lo que en su pecho empezaba a nacer y sin meditarlo mucho le puso nombre, lástima, si ese era el sentimiento desconocido que sentía, Vance no podía sentir nada más que solo lástima por ella.