CAPÍTULO 5
¡Ups, disculpa!
Alhelí
—Señorita Vega, ya está listo el menú para la boda, solo debe decidir qué bebidas incluirá. —Me decía la chef a cargo del menú para la boda—
—De acuerdo, le enviaré los detalles de las bebidas en máximo treinta minutos. —Respondo rápidamente y corto la llamada—
Desde que entré a la oficina, no dejé de hacer una llamada tras otra; todo debía ser perfecto y contactar con Marina era inútil, la ama de llaves me dijo que la señorita se despierta al mediodía, luego toma una ducha de casi una hora, después de eso toma su teléfono celular. ¡Si esto se siente organizar una boda, no organizaré la mía! —Suspiré cuando al fin pude tomar un descanso y sentarme unos minutos— La secretaria de Dante no dejaba de observarme divertida, la observé por un rato, ella se veía amable. «Ella podría darme algunos tips sobre cómo es el trabajo aquí» Pensé sin quitarle un ojo de encima.
—¿Qué sucede? —Me pregunta enseguida— Yo quedo en silencio intentando hilar mis posibles preguntas, me levanto y voy hacia ella.
—Mi nombre es Alhelí, no nos hemos presentado formalmente; el Señor Sebastián me encomendó una tarea un tanto peculiar. «Espero no me odie porque no le hablé antes» Le pasé mi mano derecha.
—Yo soy Raquel, también es un gusto conocerte, lo imagino, además eres muy joven, aprenderás rápido.
Ella también se ve joven —pensé—
—En realidad si, tengo 20, y… ¿Tu?.
—Tengo 25, llevo aquí unos cinco años, el señor Sergio Vonne siempre apuesta a la mano de obra joven, y si haces bien tu trabajo, te van ascendiendo. Yo empecé como tu, me hacían trabajar como una mensajera, a pesar del cargo que tienes como asistente, déjame decirte que jamás te verán como una asistente a esta edad que tienes. —Ríe sin titubear—
La escuchaba en silencio. «Este Sebastián, está probando mi paciencia» —Dije en mi mente sin dejar de sonreír—
—Entonces crees que me encargó la organización de su boda… ¿A propósito? —Tomo asiento frente a ella.
—Si, es como una prueba; debes esforzarte de principio a fin. —Me observa de pies a cabeza— También debes comprar ropa de mayor calidad. —Me dice apenada—
«Tiene razón, pero no tengo dinero; debo esperar a fin de mes para comprarme ropa apropiada» Mi voz en mi cabeza me regañaba.
—Si, lo tengo apuntado —me apresure a cambiar el tema— Dime Raquel, qué me puedes contar de los hermanos Vonne; para estar al menos un poco preparada. —Digo achicándome de hombros— Raquel me observa en silencio haciendo notorio su desagrado hacia mi ropa, en unos segundos decide romper el silencio incómodo.
—Bueno, te diré lo que se de ambos; no es mucho, pero te ayudará comencemos con mi jefe, Dante Vonne:
El asi como lo ves, es un mujeriego pero de los finos, sale con mujeres de la alta sociedad, una de esas que viven de noche, y duermen de día, algunas de sus ex novias venían a verlo aquí, el siempre hace que yo reserve los mejores restaurantes, los mejores hoteles y ni hablar de los clubes, pero a lo mucho una que otra “novia” —ésta última palabra lo dice haciendo gestos con sus dedos– Jamás lo vi salir con alguna mujer que mínimo no esté manejando un Mercedes Benz del año, aparte de eso es muy amable, nunca me regaña aunque me equivoque, viene muy poco, es muy joven así que lo que hago es manejar sus finanzas personales, su agenda, acompaña a Sebastián a reuniones en donde los clientes o proveedores necesiten conocerlos, hace lo que su hermano le diga que haga, estudia comunicación audiovisual, fotografía, todo lo artístico. —Yo asiento con el rostro escuchándola con atención—
Sebastian, —da un suspiro profundo— Él es todo lo opuesto a su hermano, según las malas lenguas, anteriormente fue un hombre insoportable, arrogante, y hasta malvado, su padre desde muy joven lo hizo trabajar aquí, la única novia que conocí de él, es su prometida Marina, de ella no se mucho, apenas y viene una o dos veces al mes por unos minutos y luego se va; prepárate porque cuando no le resulta algún negocio se pone de un humor horrible, y manda al diablo a quien se le cruce enfrente, ninguna de sus asistentes resiste mucho tiempo, es un maniático del orden y ni hablar de la limpieza y la buena comida, jamás comería un sándwich ni siquiera de aquí. —ríe mientras hace el comentario— Yo respondo también sonriendo.
Del viejo Vonne, ni te hablo, es un malvado; te lo resumo con ese adjetivo, no tiene piedad y quiere manejar como títeres a sus dos hijos, ten mucho cuidado de este viejo y de Sebastián, con un tronar de sus dedos te dejarían fuera de su compañía, y creo que ya me agradas —ambas reímos un rato—
—Gracias por los pequeños tips Raquel, en verdad estoy agradecida. —Me levanto deprisa—
—No es problema Alheli, ya sabes, si quieres sobrevivir con tu jefe, ten en cuenta esos puntos y durarás mucho tiempo. ¡Ahh! —Me dice deprisa, yo la oigo a lo lejos— siempre tráele café en las mañanas, bien cargado y sin azúcar.
—De acuerdo, lo haré; te lo agradezco de nuevo. —Salí deprisa—
Cuando bajé al estacionamiento, ya me estaba esperando el chofer que nos había asignado Sebastián, a modo de hacer todo lo que fuese necesario para la boda, Marina me envió un mensaje en el que decía lo siguiente:
Subí al auto, y en unos treinta minutos llegué al Salón Atelier, cuando entré quedé atónita al ver los hermosos vestidos exhibidos en el lugar, una de las señoritas quien atendía en el lugar, llego junto a mi un tanto alterada y nerviosa.
—¿Usted viene junto a la señora Marina? –Me pregunta deprisa—
—Si. —Respondo inquieta—
Solo recuerdo que fui hasta el baño y encontré a Marina hecha un mar de lágrimas, me asusté, lo que hice fue abrazarla, sin hacer preguntas.
—Gracias Alhe, estoy muy sensible; creo que es por la boda, pero ni siquiera estoy siendo amable con Sebastián, es muy difícil.
—Tranquila, supongo que es eso junto con el embarazo, pero si necesitas que te ayude en algo, sólo dime... —Le paso un pañuelo desechable—
—Alhe, sabes que no tengo amigas, y mi familia es imposible para este tipo de situaciones, o emociones, no sé como llamarlas —no deja de llorar— Yo... no quiero nada de esto. —Me lo está diciendo una vez más— Solo quiero mi libertad, sin la necesidad de casarme porque estoy embarazada, pero mi familia ni la de Sebastián permitirían que nos separemos.
—Estás diciendo que... ¿Ustedes en verdad no desean casarse o ser padres? —Mi cabeza daba vueltas confundida— Yo tenia por seguro el amor que sentía Sebastián hacia ella, pero esto...
—No dudo del amor de Sebastián, soy yo el problema, me cuesta verme en esta faceta, pero por favor... No le digas esto, es un secreto entre tu y yo. —Me dice sin soltarme— Solo digo tontearías, me casaré en unos días.
—No lo haré, puedes confiar en mi, además sigue en pie lo de acompañarte a tus citas, o a donde sea, he visto un vestido precioso. —Ella vuelve a sonreír—
Marina lograba confundirme cada que me encontraba con ella, la historia se repetía, primero decía que la boda y su embarazo no estaba en sus planes, luego se arrepiente y justifica su actitud con su sensibilidad. Esa tarde se probó cada uno de los vestidos, hasta que por fin escogió uno muy bonito, con detalles de encaje y pequeñas piedras brillantes en el corsé.
—Alhelí... Necesitas un vestido, y uno muy bonito. —Pensé—
Este lugar se veía bastante fino, y leí en uno de sus carteles que también ofrecían el servicio de alquiler del vestido, era bastante caro, aún así escogí uno en color rosa nude, utilizaría el dinero que tenia ahorrado.
—Todo es por un bien mayor, a veces debo hacer sacrificios. —suspiré tratando de convencerme—
Estaba en los probadores con mi ropa interior en color n***o, cuando me di vuelta para salir del probador y tomar mi blusa y mi pantalón, quedo a merced de la mirada de Sebastián, quien con un solo vistazo recorrió mi casi desnudez, pero para mi fortuna volteó enseguida.
¡Alhelí, van a despedirte! —Me gritaba mi voz interior—