—No —me alejé de él, sacudiendo la cabeza. —Lys… Entonces, vi algo de luz, las puertas fueron abiertas, unos bomberos habían puesto fin a este martirio. —¿Ambos están bien? —pregunta el bombero que nos ilumina con su linterna. —Yo estoy bien —contesto, pero se trata de él —me pongo de pie para permitir que lo ayuden, y aunque no es una herida de consideración, necesita atención. Diaval es llevado, mientras yo me hago a un lado, y ya cuando es puesto a salvo, noto una tarjeta en el suelo, extrañada, lo recojo y leo la descripción. —¿Cómo? —me pregunto al ver el número que no es característico de este país, se trata de uno extranjero, uno de… —¿Por qué tendría este número? —lo guardé, algo me decía que debía averiguarlo, y que no solo debía dejarlo pasar. —¿Señora, se encuentra bi