Tras el arduo trabajo que me tomé al evaluar y asesorarme con personas que conocían de esto más que yo, di el visto bueno, para que la fecha de la apertura de la fábrica se diera.
Los medios ya estaban enterados de la reapertura de Dolciani, tras dos años de cierre, por lo que los rumores y expectativas estaban muy elevados.
¿Miedo? Por supuesto que lo tengo, porque manejar una fábrica no era igual a un negocio que empezaba a tener reconocimiento. Ahora muchos trabajadores esperaban mi voz para obedecer y tomar como ley en el trabajo.
—Parece que no has dormido —me pregunta Jeremy, quien me esperaba en su auto.
—No parece, no dormí. He tenido rondando en la cabeza la idea de manejar un negocio tan grande.
—¿Temor al fracaso? —me cuestiona.
—Es natural, pero la cuestión es que si an
