¡Me llamaste estúpido!

1139 Palabras
Atrapado entre lo agridulce de este dolor en mi hombría. Caminaba de un lado a otro en mi habitación. — ¡Ah! —le di un fuerte golpe al colchón de mi cama— ¡Maldita sea! —gruñí con mi frente pegada—. No está bien, definitivamente esto no está bien. Ni Maya había logrado sacarme tanto de mis casillas como lo había hecho Lia. Poco a poco fui relajándome con la ayuda de mis manos. Fácilmente podría llamar a la que estaba detrás de mí, pegada como un chicle a mi calzado, pero las ansias que tenía en este instante, pudieron más que yo. — ¡Oh! ¡Uhg! —gemí con voz ronca después de lograr liberar toda mi excitación—. Maldita seas, Lia —gruñí con rabia. Esto era humillante, llegar a este punto, pero prefería esto. Nunca, ni aunque tuviera amnesia aceptaría a esa mujer en mi cama. Antes preferiría morir ahogado o en llamas. — Jamás Lia Lazzari, jamás te veré como mujer, tu solo eres el objeto de mi odio. Y como tal será, hasta verte en la mierda junto a tu padre. *Flashback * Viví casi toda mi vida en Francia, estudié y trabajé para convertirme en el hombre que hoy regresa a su país natal. Sin embargo, el ver mi lugar de origen, no me traía buenos recuerdos ¿Mi motivo de regreso? Era solo uno y como tal, no descansé hasta lograrlo. Estaba a sólo minutos de llegar a casarme, cuando un auto se interpuso en mi camino. — ¡Mierda! —frené con rudeza para evitar un accidente. Del vehículo bajó una mujer que yo reconocía muy bien. Con sus cabellos oscuros y la mirada cargada en temor, ella se acercó a mí con las manos juntas para suplicarme que no me casara. — ¡Jacob! —ella se paró frente a mí con sus mejillas cubiertas de lágrimas. Fastidiado por el poco tiempo que me quedaba para llegar, salí del vehículo con una expresión de frialdad. — ¡Qué diablos te ocurre! Ella no lo pensó dos veces antes de correr a mis brazos y besarme con esa pasión que antes compartíamos por el otro. Sus manos acariciando mis hombros y su beso cada vez más profundo, hicieron que solo por un instante perdiera el control y la apretara de la cintura para tomar el control de sus labios. Era suave, eran caliente y a la vez húmedo, eran los labios de la mujer que pudo haber sido mi esposa. — Basta Maya —la alejé de mis brazos, tratando de no ser brusco, por todo lo que habíamos compartido hasta mi tiempo viviendo en Francia. — Jacob, no lo hagas. Mi amor, aún podemos ser felices. No te cases con esa mujer. — Maya, ya te lo he dicho. Lo nuestro se acabó, fue bueno mientras duró, pero tú lo terminaste. — Por favor Jacob, entiéndeme, fueron los nervios. — ¿Nervios? ¡Te quedaste muda delante de todos los invitados y me dejaste en ridículo ante tu ex! — Lo sé, lo sé —repitió nerviosa—. Pero todo me jugó en contra ese día. — ¡Estábamos a minutos de ser marido y mujer Maya! —le recordé— ¿No pudiste escoger otro maldito momento para alterar tus nervios? — ¿Cómo iba yo a saber que él aparecería en plena ceremonia? — Está bien, Maya. Acepto que te hayas quedado paralizada del miedo, pero por qué dudaste cuando él te pidió fugarte ¡Aceptaste su mano! — Fue una estupidez, pero recapacité y regresé a tu lado. — ¿Tu crees que soy imbécil? ¿En verdad creíste que me iba a casar después de casi te largas con ese idiota? — Jacob, mi amor… —pegó su frente en mi pecho, pero yo la retiré de los hombros—. Lárgate Maya —dije con voz fría. — Por favor… — Sí hiciste todo este viaje solo para venir a humillarte ante mí, pierdes tu tiempo —la solté regresando a mi auto—. Y ni se te ocurra ir a interrumpir mi boda, yo no dudaré como tú. — ¡Jacob! —ella gritó, pero yo no me detuve, entré a mi auto y me largué a cumplir con la tarea pendiente. Días después de mi matrimonio, me enteré que ella había regresado a su país. Esperaba no volver a verla, pues me traía recuerdos que solo confundían a mi mente. Dos años de noviazgo, dos malditos años, para que ella lo hiciera polvo con sus dudas. Lo peor de todo, era que aún guardaba cierto sentimiento por ella. *Fin Flashback* Ahora ella estaba de regreso. Hace una semana Maya había vuelto, según decía que estaba aquí por negocios familiares, pero no perdía el tiempo de llamarme ¿Cómo consiguió mi número? Aún no tengo idea. Levantándome de la cama, observé en mi celular lo tarde que ya era. Mañana tenía una reunión con la junta directiva de Lazzari, y ella estaba incluida, pero… ¿A dónde diablos se había metido? Volví a marcar a su número, pero ella seguía teniéndolo apagado. — Maldita sea… —murmuré apretando los dientes. De pronto, escuché unos pasos viniendo del pasillo. Eran golpes de tacones, rápidamente reconocí sus pisadas. — ¡Tú! —grité saliendo de mi habitación— ¿De dónde crees que vienes? — Me voy a dormir, no tengo tiempo para tus gritos —ella siguió de largo sin darme la cara, mas eso solo provocó mi ira, golpeando fuertemente la pared como para llamar su atención— ¿Qué diablos te ocurre? —me preguntó sorprendida. — Eso te pregunto a ti ¡¿Qué diablos te ocurre a ti?! —me acerqué apuntándola con el dedo— ¿Dónde estuviste? ¿Por qué me desobedeciste? — Y eso a ti que te importa —me respondió levantando su rostro— ¿Acaso te crees mi dueño? En todo caso, ve a darle órdenes a tu gata, no a mí. — Lia, estás acabando con mi paciencia —traté de mantenerme sereno, para que los empleados no descubrieran nuestra discusión—. Sabes que eres mi esposa y me debes respeto. — ¿Ahora el señor va a hablar de respeto? Le recuerdo que no soy yo la que se encama con cuánta zorra se me cruce en el camino ¡Soy una mujer hecha y derecha que sabe tomar sus propias decisiones, no necesita de un hombre estúpido que la mandonee y que puede pagarse sus lujos y caprichos! — ¡Me llamaste estúpido! — No hablo en chino señor Jureck, y si no escuchó bien, lávese las orejas. Con permiso —se dio media vuelta dejándome con este odio subiendo como la espuma.
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