Días más tarde, estoy de regreso en mi oficina, pese a la insistencia de Fred para que no saliera de casa, sabe que soy incapaz de dejarme mandonear, así sea por mi salud, soy una persona que toma sus propias decisiones. Bastante caprichosa dirán algunos, pero prefiero llamarlo independiente. — Bueno… —estiré mis brazos, apenas bajé del auto—. Han sido más de siete días en casa. Ya debo tomar mi lugar si no quiero que alguien más lo tome. Más al poner un solo pie dentro del edificio, me encontré a Dereck saliendo de uno de los ascensores. — Lia… —susurró entre sus labios. Fingí no haberlo visto y seguí ni camino para tomar otro elevador. — ¡Lia! Justo cuando las puertas iban cerrándose, él se metió a la fuerza, logrando tener ese instante a solas. — ¿Se puede saber qué demonio