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CAPÍTULO SIETE Steffen galopaba por el polvoriento camino, hacia el este de la Corte del Rey, como lo venía haciendo durante días, seguido por una docena de miembros de la guardia de la reina. Honrado de que la reina le hubiese encomendado esta misión y decidido a cumplirla, Steffen había viajado de ciudad en ciudad, acompañado por una caravana de carrozas reales, cada una cargada con oro y plata, moneda real, suministros de construcción, maíz, grano, trigo y diversas provisiones y materiales de construcción de todo tipo. La reina estaba decidida a llevar ayuda a todas las pequeñas aldeas del Anillo, para ayudarles a reconstruirse también, y en Steffen había encontrado a un misionero decidido. Steffen ya había visitado muchos pueblos, había llevado vagones llenos de suministros en nombre