Narra Oleg En cuanto el sol atraviesa las persianas, me levanto de la cama. Como la bella durmiente, Gisell permanece en un profundo sueño, con su pelo rubio extendido sobre la almohada y sus labios rosados formando un ceño casi permanente. Un ceño que yo he puesto ahí. Quiero trazar su rostro en forma de corazón con mis dedos, para hipnotizar su aspecto en este instante. Casi contenta. Cuando está despierta, es cautelosa y temerosa. Por mucho que lo desee, no me permito la oportunidad de hacerlo. Tengo cosas que hacer. Agarro mi teléfono de la mesita de noche, me escabullo del dormitorio y salgo al pasillo, cerrando la puerta detrás de mí suavemente. Ayer le envié a mi hermano un mensaje de texto con la información sobre Christopher White, explicándole todo lo que pude sobre toda esta