Esposo cruel

1533 Palabras
Pov Valeria. —¡Maldito perro degenerado! —sollozo mientras lanzo mi bolsa en la cama. Salí de la casa de mi “madre” como alma que lleva el diablo después que le lancé un vaso de agua helada a William y a su “prometida” no pienso firmar esos papeles de divorcio, no sin antes buscar la manera de que un abogado me ayude. «Por suerte tengo ahorros» Mi padre me dejó una cuenta en el extranjero a mi nombre y también he sabido ahorrar todo lo que me he ganado en la editorial. Así qué, con ese dinero que tengo ahorrado buscaré la manera de pelear lo que me pertenece. «No sé la pondré tan fácil» Quito mi vestido y mis tacones mientras me miro al espejo; tengo el pecho contraído y el ritme se ha regado por todo mi rostro dejándome un aspecto asqueroso. Así como estoy en ropa interior, tomo una fotografía de mi padre y me acuesto en la cama en posición fetal. —¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué te fuiste y me hiciste esto? —sollozo. Siento como el alma se me rompe en mil pedazos. Yo amo a William, lo amo con todas mis fuerzas y esto me duele, me duele realmente que sea capaz de hacerme esto. «Y con mi propia hermanastra» Cierro los ojos mientras sollozo en voz baja. A los minutos, no se cuantos, me quedo dormida completamente. … Abro los ojos de golpe sintiendo como una mano tapa mi boca con fuerza; el sudor de un hombre moja mis pechos descubiertos, mientras que su entrepierna dura, rosa mi feminidad por encima de la braga. Intento gritar e incluso patalear pero la fuerza de sus manos no me dejan. «Me tiene atrapada» —No te voy a dejar ir sin probarte —dice bajito. Sus ojos azules se clavan en los míos; y su cabello castaño cae en mi cara. Intento empujarlo, pero su peso es descomunal y es casi imposible. Baja mi braga y posa su falo duro en mi feminidad mientras su lengua recorre mis mejillas. Sollozo con los ojos bien abiertos y totalmente asustada deseando que esto sea una pesadilla, pero al sentir como entra de una sola estocada dentro de mí me confirma que es la realidad. «Es mi esposo» El hombre con el que me casé creyendo que en algún momento me amaría, el hombre que se va a casar con mi hermanastra y sobre todo el hombre amo. —Para por favor —Suplico Sus embestidas son tan fuertes que siento que me parte en mil pedazos, ¿por qué me hace esto? ¿Qué le hice para merecer esto? Se supone que me odia, que no me ama y que soy lo peor que le ha pasado en su vida. Siento como sale de mí mientras yo cubro mi cuerpo con las sábanas blancas que quedan manchadas con la inocencia que me acaba de quitar. Aprieto los ojos y sollozo con las manos temblorosas cuando lo escucho decirme; —Ni se te ocurra decirle esto a Laura, le diré que intentaste seducirme para que no me divorciara de ti —se sube el pantalón y se da la vuelta. … Las gotas de agua mojan mi cabello y caen por mi rostro. Tengo los labios partidos y temblorosos por las tantas horas que llevo aquí en la regadera. «cinco horas para ser exactos» Después de que William salió de la habitación me encerré en el baño y restregué mi cuerpo con una esponja tratando de quitarme la suciedad que me dejó. Me pongo de pie y tomo una toalla para cubrir mi cuerpo. Camino hasta el espejo y miro mi silueta, estoy hecha un asco, aún no puedo creer que ya no sea una virgen y que además la haya perdido de esta manera tan cruel. Siempre soñé con el día que William me tocara, pero nunca imaginé que fuera de esta manera. Peino mi cabello y me hago un chongo para después maquillarme tratando de cubrir las ojeras. «Aunque no pueda cubrir mi tristeza» Aplico un labial de color vino que me encanta y salgo hasta mi habitación. Me visto con un vestido ejecutivo y también me pongo unos tacones altos. «Aunque siempre me vea baja» Tomo mi bolso y salgo de la habitación directo a la cocina por algo para el dolor. Rebusco en la repisa y tomp dos analgésicos que enseguida llevo a mi boca para después tomar un vaso e ingerir de golpe en el preciso momento que escucho como él entra a la cocina. Tiene el cabello totalmente desordenado, sus labios están rojos y las pecas que adornan su cara lo hacen parecer adorable. «Aunque es una escoria» —Aquí están los papeles del divorcio, Valeria —habla sirviéndose café. Aprieto el vaso con fuerza mientras veo como deja los papeles en la isla de la cocina para después irse como si nada. Miro el lugar por dónde se fue con odio y me sirvo una taza de café que enseguida llevo a mis labios mientras las lágrimas vuelven a caer por mis mejillas. «Lo odio» Odio que mi padre haya muerto, odio el hecho de creer que era un hombre bueno y haberlo amado tanto logrando que papá me dejara en su brazos. Me odio a mi y odio más ser tan débil. Me limpio las lágrimas y agradezco mentalmente que el maquillaje de hoy sea a prueba de agua, porque de lo contrario tendría que volver a retocarlo. No obstante, tomo mi bolso y subo a mi auto deportivo n***o; me lo regaló mi padre unos meses antes de morir para mí cumpleaños número veinte y desde entones no he hecho más que cuidarlo como si fuera mi bebé. Me coloco los audífonos, y pongo una música pop a todo volumen. Aunque intento que las escenas de lo que pasó la noche anterior no me atormenten, es casi imposible y cada vez que la música retumba en mis oídos de manera violenta, una escena llega a mi mente logrando que entrecierre los ojos. Aprieto el volante y freno de golpe cuando siento un golpe contundente. Enseguida el seguro contra choques del volante se activa logrando que cubra mi rostro de cualquiera daño, pero creo que el auto último modelo de color n***o que acabo de chocar por la retaguardia no tanto. Veo como un hombre alto de cabello n***o y espesa barba se baja acomodando los botones de su chaleco; tiene una bufanda vino alrededor de su cuello, y un rolex en su mano izquierda. El pecho se me acelera y la garganta se me seca cuando lo veo venir, y no solo por su imponente figura, sino también por el enorme fruncir de sus cejas que me indica que está molesto. «Y mucho». Y me lo confirma el pequeño toque que le hace a mi ventanilla mientras espeta molesto; —Buenos días caballero —habla serio—, Sería tan amable de abrir la maldita puerta del auto y decirme, ¡¿por qué cojones me chocó? ! —grita exasperado. Frunzo el ceño, molesta porque primero no soy un hombre y segundo porque no fue mi intención chocarlo para que me esté gritando así. «Solo pasó y ya» Abro la puerta de golpe y dejo que mis Louis Vuitton, negras resuenen. Me paro en frente de él y sin darle tiempo a nada le propino una cachetada y espeto: —¡A mí no me este gritando! Primero no soy un hombre, soy una mujer, una mujer, ¿me oye? —La mano me queda doliendo y tengo que apretarla para disimular el dolor. —Capisco, dovevi essere una donna, —dice mientras se acaricia la mejilla. «¿Qué carajo me dijo?» —Mire no sé lo que me dijo, pero la suya por si acaso ,—le respondo intentando girarme, pero el hombre enseguida me pega de la puerta del auto con brusquedad. Quedo frente de él logrando detallar sus ojos; son grises como el plomo y su perfume huele a fino, a costoso y sobre todo a adictivo. —Solo te dije, que aparte de bonita, eres muy enojona —Me habla mientras mira el camino de pecas que se forma en mi cuello. Lo empujo con brusquedad y este enseguida carraspea mientras se acomoda el rolex en su mano. —Creo que merezco por lo menos una disculpa, ve como quedó mi auto —Me señala el capote del mismo. El rostro se me tiñe de rojo cuando veo la parte baja del maletero raspado. —Yo… lo siento, es que venía distraída, pero mire —Saco mi tarjeta y se la tiendo—, soy editora de esta editorial, pase por ahí mañana y prometo pagarle los daños. Apenas vé el nombre de la editorial en la tarjeta, frunce las cejas molesto, y sin darme tiempo a nada me la devuelve para después girarse y dejarme parada en medio de la carretera, con la mano ardiendo y sin su bendito número de teléfono. «¿Quién es y por qué yo no tengo uno igual?»
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