Una carcajada de lo más inusual llegaba a sus oídos, al parecer esto se estaba volviendo una costumbre, que aunque no lo dijera, en cierta forma no le desagradaba. Los murmullos dentro de aquella habitación le resultaban bastantes curiosos, no pretendía acercarse a preguntar, pero era algo dentro suyo que lo empujaba a querer saber. De pronto, la puerta se abrió, ella salía luciendo un nuevo vestido, su cabello rubio ya no llevaba aquellas mallas que tanto tiempo habían ocultado su identidad. Ambos terminaron encontrándose mirada con mirada, dos personas tan iguales, de la misma sangre. Fue Ava quien decidió acabar con ese silencio. — Buen día majestad. — lo reverenció. Rosalie permaneció de pie, una leve esperanza de que tal vez le diría algo albergaba en su pecho. Pero fue muc