ZANE
No había tenido suficiente de esta mujer.
Me la comí toda la noche y sentí que faltaba mucho por hacerle. Tenía tantas cosas en mente que quería hacerle, que deseé que la noche tuviera mil horas. Chantal era ese tipo de mujer con el que te topas solo una vez en la vida. Tenía un sabor único, adictivo como la heroína, algo que en potencia se podía volver una necesidad como el aire.
Sí, tenía miedo de obsesionarme con ella, con la suavidad de su piel, el aroma que despide, la maldita melodía de sus gemidos cuando estoy dentro de ella, el aroma que despide su cabellera roja, esos ojos endemoniados con los que me mira con sus destellos dorados. Pero la tenía ahí para mí solo. No podía no disfrutarla por miedo a algo hipotético que pasaba solo en mi mente.
Necesitaba tanto esta maldita
