Mientras tanto, el desastre del que Bridget se quería olvidar, continuo ese día durmiendo hasta tarde, luego el hombre misterioso abrió los ojos lentamente, sintiéndose extrañamente desorientado. El techo blanco de la habitación desconocida lo saludaba, y le tomó un momento recordar dónde estaba. Parpadeó varias veces, tratando de sacudirse el aturdimiento del sueño, y fue entonces cuando se dio cuenta de algo importante…
Estaba solo en la cama.
Frunció el ceño, y giró la cabeza hacia el lado donde, apenas unas horas antes, había estado durmiendo una mujer.
La mujer.
El espacio vacío, las sábanas frías y desordenadas indicaban que ella se había ido mucho antes de que él despertara. Se incorporó lentamente, dejando que la suave brisa del aire acondicionado le rozara la piel, mostrando su torso tonificado y en buena forma, vestigio de una vida disciplinada.
"Se fue," pensó, mientras sus pensamientos comenzaban a ordenarse.
Se levantó de la cama con movimientos decididos, estirando los músculos mientras se dirigía al baño. Mientras que en su cabeza solo resonaba un pensamiento.
"Debo encontrar a esa mujer."
El agua fría de la ducha le ayudó a despejar la mente, pero no pudo ahogar el torbellino de pensamientos que lo atormentaban. Desde el momento en que la había visto la noche anterior, su mente no había podido apartarse de ella. "Bridget Harrison." Ese nombre resonaba en su mente como una vieja melodía que no podía olvidar, aunque parecía que ella sí lo había olvidado.
Había pasado años sin verla, pero desde el momento en que la reconoció en esa sala abarrotada del club nocturno, algo dentro de él se removió de una manera que no esperaba. Era como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo volviera a aquel día cuando la vio por primera vez.
La mujer que lo había cautivado hacía tanto tiempo, y la misma mujer que anoche no lo había reconocido. Bridget, la misma mujer que lo había llamado por el nombre de otro y la hermana menor de su mejor amigo.
Al salir de la ducha, se miró en el espejo, el ceño aún fruncido por la frustración. "Ella no me recuerda," pensó.
Había sentido una punzada en su pecho cuando la vio bailando con otro hombre. Andrew, ¿era ese el nombre que había escuchado? No estaba seguro. Lo único que sabía es que las intenciones de ese tipo eran claras, demasiado obvias.
Él se había contenido de intervenir, recordándose que hacía muchos años que no interactuaba con Bridget. "¿Qué derecho tengo yo a irrumpir en su vida?" se preguntaba, mientras sus manos se cerraban en puños al recordar la escena.
Pero su autocontrol solo duró hasta que la vio irse sola. Bridget había desaparecido de la pista de baile, y su corazón comenzó a acelerarse de inmediato. No sabía exactamente qué lo impulsó a seguirla, pero algo profundo e instintivo dentro de él se encendió.
Era una excusa, claro.
No podía dejar que ella se marchara sola en un lugar como ese, no cuando claramente había bebido más de lo que debería. No cuando claramente no estaba pensando con claridad.
La encontró en la azotea, al borde, literalmente, del precipicio.
El pánico lo invadió cuando la vio inclinándose hacia adelante, susurrando algo que apenas pudo escuchar. Su corazón casi se salió del pecho al comprender lo que estaba a punto de suceder.
—¿Qué ibas a hacer? —había preguntado él, su voz entrecortada por el miedo y la confusión, justo después de haberla sujetado por la cintura y alejarla del borde.
Bridget no respondió. En lugar de eso, lo besó.
El beso lo tomó por sorpresa, pero él no se apartó. Sus labios se encontraron con los de ella, llenos de desesperación y necesidad. Pero mientras ella lo besaba, él solo podía pensar en una cosa: "No me recuerda. Cree que soy otro." Ese pensamiento lo consumió incluso mientras la pasión entre ambos crecía. Bridget lo había llamado por otro nombre, lo había confundido con ese tipo del club.
Sin embargo, a pesar de todo, no pudo alejarse de ella. Había pasado demasiado tiempo deseando volver a verla, soñando con un reencuentro, aunque nunca había esperado que fuera bajo estas circunstancias.
Se dejó llevar por el momento, por el deseo reprimido, por la necesidad de estar cerca de ella, aunque supiera que no era correcto.
Ahora, parado frente al espejo, el recuerdo de la noche anterior lo invadía. "Esto no puede terminar aquí," se dijo a sí mismo. Bridget había desaparecido antes de que pudiera explicarle nada, antes de que pudiera siquiera recordarle quién era él.
Se vistió rápidamente, y se detuvo un momento en la habitación vacía. Las sábanas revueltas eran un recordatorio de lo que había sucedido, pero también de lo que no había podido decirle. "¿Por qué te marchaste?" pensó, sintiendo una mezcla de frustración y curiosidad.
Sabía que ella estaba lidiando con algo. Lo había notado en su mirada, en la forma en que hablaba, en la manera en que había tratado de alejarse del borde en la azotea, como si el mundo a su alrededor no tuviera sentido. "¿Qué demonios te ha pasado, Bridget?" se preguntaba.
La mujer que había conocido era fuerte, siempre decidida, siempre con una luz en sus ojos. Pero la mujer que había visto anoche estaba rota, y él necesitaba saber por qué.
Mientras se ponía su chaqueta y tomaba su teléfono, decidió que no podía dejar esto así. Sabía que no debía buscarla, que probablemente debería dejarla ir. Pero no podía. Algo más profundo que la simple atracción lo impulsaba a encontrarla. Bridget no era solo una aventura de una noche. Era mucho más que eso, y siempre lo había sido.
Salió del hotel con determinación, su mente centrada en un solo objetivo, encontrarla.
Ya había perdido demasiado tiempo sin ella, y ahora que el destino la había puesto nuevamente en su camino, no dejaría que desapareciera de su vida de nuevo sin pelear.
Caminando por la calle, recordó las noches que había pasado pensando en ella, en cómo habría sido su vida, si habría encontrado la felicidad. "No eras feliz, Bridget," pensó, recordando la mirada vacía en sus ojos la noche anterior. "Pero te lo prometo, no dejaré que vuelvas a sentirte así. No esta vez."
Se detuvo un momento y sacó su teléfono. Sabía que no podía simplemente aparecer en su vida sin que fuera un choque. Pero encontraría la manera. Era momento de volver a la vida que había abandonado al entrar al ejército.
No dejaría que la oportunidad de estar con la única mujer que había cautivado su alma desapareciera una segunda vez.
Porque aunque Bridget no lo recordara, él sí lo hacía.
***
Una semana después de todo lo sucedido y que Bridget hubiera tomado la decisión de vender la casa, esta ya había empacado todo lo que se iba a llevar consigo. Solamente tomó las cosas necesarias, ya que todo lo demás podía volver a comprarlo y no deseaba tener nada que le recordara a su antigua vida de casada.
Emily se había encargado de todo el procedimiento para vender la casa como lo había prometido mientras que Bridget solamente se preocupó de mantener un buen ánimo y no pensar en las cosas que la atormentaban.
O al menos intentarlo.
La rubia observó por última vez la casa en la que había pasado tres años de su vida desviviéndose por obtener el amor de su ex esposo. Sentía su espíritu pesado. Había cierta resistencia a dejarlo todo atrás, pero en el fondo de su ser sabía que era lo correcto.
No ganaba nada al quedarse estancada en esa casa, que lo único que hacía era atormentarla, por lo que para ella, había sido una buena decisión ponerla en venta.
Parada frente a esa gran estructura llena de memorias, Bridget sostuvo la maleta con fuerza, mientras le daba el último adiós a esa casa y a todo lo que ella significaba. Necesitaba un nuevo comienzo en donde nada concerniente a su pasado la acechara para hacerla sufrir…
Aún no había hablado con su familia sobre el divorcio y era otra de las preocupaciones que no la dejaban descansar de forma adecuada.
En lo profundo de su mente se preguntaba si tal vez se estaba apresurando al deshacerse de todo lo que su ex esposo le dejó, sin embargo no sabía de que otra forma actuar.
No tenía cara para enfrentar a su familia después del fracaso de su matrimonio y dudaba que ellos la dejaran quedarse con esas cosas que sólo significaban un premio de consolación.
—¡Bridget, vámonos!
La chica escuchó la voz de su amiga, sirviendo como un ancla para devolverla a la realidad. Dejando a un lado los pensamientos sobre su divorcio y la reacción que tendría su familia al enterarse de lo sucedido.
Se giró y empezó a caminar hacia el auto en donde su amiga, la persona mas importante que tenia en su vida, la estaba esperando.
—Vámonos.
Bridget subió la maleta en la parte trasera del auto, para luego subirse en la parte del copiloto, recibiendo una gran sonrisa por parte de Emily.
—Tenemos que llegar al aeropuerto, antes de que el avión nos deje.
***
Por otro lado, el hombre desconocido se paró frente a su viejo amigo con un gesto serio. Llevaba años que no mantenían una comunicación cercana, por lo que entendía la cara de sorpresa de su amigo al verlo ahí.
Más cuando su motivo era saber sobre la hermana menor de este.
—¿Por qué preguntas por Brid?—indago Brandon Harrison, mirando a su amigo con extrañeza.
—Tengo una propuesta que hacerle.—dijo este sin medir sus palabras. Anteriormente siempre iba con cuidado cuando se refería a Bridget, porque no quería perder la amistad de su amigo, pero ahora que había puesto sus metas claras, no le interesaba nada más, aparte de la mujer que deseaba encontrar.—Estoy interesado en ella.
Brandon al escuchar a su viejo amigo, se quedó un momento confundido, creyendo que había escuchado mal.
—¿Qué dijiste?
—Estoy interesado en Bridget. Me gustaría hablar con ella. ¿Sabes en dónde puedo encontrarla?
Brandon, quien compartía el mismo pelo rubio que su hermana, se lo echó hacia atrás, aún sin comprender como el reencuentro con su amigo se había vuelto en un caso de emparejamiento.
—Te has vuelto loco. ¿Acaso el ejército te fundió los sesos?
—No estoy loco. ¿Dónde puedo encontrarla?
Brandon frunció el ceño, enojándose con su amigo poco a poco al entender la seriedad de sus palabras. Este era mayor que su hermana, y aunque Bridget era una adulta y podía tomar sus propias decisiones, no sería él quien cediera el paso.
— No puedo decirte nada. ¿Se te olvidó que Brid, se casó hace tres años?—dijo Brandon disfrutando como el semblante de su amigo cambiaba ante la noticia.—No permitiré que dañes el matrimonio de mi hermana.
—¿Estás seguro de lo que dices?
El hombre se quedó mirando a su amigo detenidamente, creyendo que este le estaba mintiendo. Era imposible que Bridget se hubiera casado y sí lo hubiera hecho entonces algo iba mal.
—Claro que estoy seguro. Fue un matrimonio concertado, por lo que mi familia tiene dominio de este conocimiento. Además, aún si no lo estuviera, no te iba a dar información sobre mi hermana.—Brandon le dió una mirada de arriba abajo llena de molestia.—¿Desde cuándo te gusta?
Un silencio sepulcral se instaló en el medio de los dos hombres. El primero porque ya había revelado demasiada información y el segundo porque estaba a un paso de la explosión y cualquier respuesta que diera el hombre al que había considerado su amigo más cercano, lo haría salir de sus casillas.
—Responde.
—No tienes derecho a saberlo.
—Es mi hermana de la que estamos hablando, Dylan, así que tengo suficiente derecho...no des mas vueltas y dime, ¿desde cuándo te gusta?
La tensión estaba en un límite que ambos sintieron que cualquier palabra mal colocada haría que estallara un desastre.
—No es reciente.