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1284 Palabras
Preocupación Angie se acomodó en la silla junto a Zane, sus ojos observándolo en silencio. Él estaba sentado, encorvado ligeramente, con las manos entrelazadas sobre sus piernas. Su rostro, normalmente pálido, ahora parecía aún más pálido que de costumbre. Los restos de la crisis que acababa de sufrir aún eran evidentes en su expresión, aunque trataba de ocultarlo bajo una capa de indiferencia. Zane no la miraba, no era lo que hacía cuando se sentía incómodo o vulnerable. A Angie le resultaba curioso cómo alguien como él, que a primera vista parecía tan seguro, podía parecer tan frágil cuando se encontraba fuera de su zona de confort. En algún momento, él la había mirado de manera desafiante y de alguna forma había reconocido que bajo esa fachada de chico indomable había algo mucho más complicado. Algo que aún no podía comprender. "¿Le daría miedo la reacción de su familia?", pensó Angie mientras lo observaba. Podía ver en sus ojos, en sus gestos, que había algo más que las apariencias dejaban entrever. Zane no estaba acostumbrado a mostrar debilidad, y tal vez el miedo a ser rechazado, a que lo vean como una amenaza o como algo fuera de lugar, lo mantenía callado. "Debería hablarle", pensó Angie, dándose cuenta de que, por más que quisiera saber más de él, la situación era delicada. La universidad ya estaba en alerta por el extraño incidente que había causado y la relación entre ellos, aunque incierta y confusa, necesitaba ser manejada con cautela. Sabía que su hermana Grace, que siempre había sido tan protectora, probablemente no aprobaría que Angie estuviera tan cerca de Zane. Grace había sido siempre la voz de la razón, la que había sacado adelante a Angie desde pequeñas, la que la había cuidado como si fuera su hija en lugar de su hermana menor. Angie, a veces, sentía que Grace era la madre que nunca tuvo. Pero a pesar de su carácter fuerte, Grace también tenía su propia manera de preocuparse. La reacción de su hermana frente a Zane sería un desafío, sobre todo porque Angie no sabía si su hermana compartiría el mismo enfoque curioso que ella tenía sobre él o si lo vería simplemente como un peligro. "Pero Grace ya está acostumbrada a mi forma de ser," pensó Angie, tratando de aliviar su propia inquietud. "Nunca le he ocultado nada, y si lo hago ahora, me sentiría más desconectada de ella." Sin embargo, eso no significaba que no estuviera un poco nerviosa por lo que su hermana pudiera pensar si llegaba a enterarse de lo que realmente pasaba entre ella y Zane. ¿Qué pensaría de Zane? ¿Y si lo veía como alguien raro? Angie había aprendido a ser cautelosa con las relaciones en su vida, sobre todo cuando se trataba de cosas tan complejas como la familia y los secretos oscuros, pero no podía evitar sentirse atraída por la idea de desentrañar el misterio que rodeaba a Zane. Observó cómo él seguía sin mirarla. Su rostro estaba tenso, su cuerpo rígido, como si todo lo que había ocurrido en el campus y la incertidumbre de lo que sucedería después lo estuvieran agotando. Tal vez lo mejor era ser directa, como siempre lo había sido. Hablar con él sin rodeos. - Zane - dijo Angie, su voz suave pero firme - ¿Te encuentras bien? Él la miró, y por un momento sus ojos parecieron llenarse de una emoción que Angie no pudo identificar. Fue un vistazo fugaz, pero lo suficiente como para que Angie se diera cuenta de que algo profundo se movía en él. Sin embargo, enseguida, esa mirada se desvaneció y Zane volvió a mirar al frente, manteniendo su silencio, pero algo había cambiado. Angie se recostó en su silla, con la mirada fija en él. Sabía que este sería el comienzo de algo más, aunque no sabía si sería bueno o malo. Pero estaba decidida a averiguarlo. Angie observaba a Zane en silencio, notando lo mucho que se apartaba de los demás. No era solo su piel pálida o su forma algo tensa, como si cada músculo estuviera al borde de un estallido, lo que la inquietaba. Había algo en su presencia que parecía... diferente. No sabía exactamente qué era, pero había algo que no encajaba. Zane nunca hablaba mucho y aunque en su clase de literatura fantástica había respondido con una actitud confiada, ella notaba que siempre había algo oscuro en sus ojos, una especie de barrera que evitaba que otros se acercaran demasiado. - ¿Por qué será tan reservado? - pensó Angie, sin evitar preguntarse. A veces, cuando se cruzaban en el pasillo o coincidían en el campus, sentía que había algo más allá de su actitud de chico indiferente, algo profundo que lo mantenía alejado del mundo, pero ¿qué podría ser? Aún no lo sabía. A medida que la clase de literatura fantástica había terminado, Angie intentó acercarse a él, no con una agenda, sino simplemente porque sentía una extraña necesidad de saber más de lo que había opinado. Su curiosidad la empujaba a hacerlo, aunque algo dentro de ella también se sentía nerviosa. Zane era misterioso, algo en su presencia hacía que todo a su alrededor pareciera más tenso. Cuando Zane se levantó de su asiento y comenzó a caminar por el pasillo del campus, Angie decidió que lo seguiría, con la excusa de que tal vez podría preguntarle sobre la lectura de la clase. No quería incomodarlo, solo quería conocerlo un poco más, saber quién era realmente detrás de esa fachada de indiferencia, pero antes de que pudiera alcanzarlo, Zane sufrió una crisis. Un pulso eléctrico recorrió su cuerpo y sus ojos se abrieron en shock. Fue como si un parpadeo de energía invisible hubiera sacudido el aire y de pronto la gente que se encontraba cerca de él comenzó a reaccionar, mostrando incomodidad, dolor, confusión. En cuestión de segundos, una especie de energía se desbordó por todo el pasillo. Unos estudiantes se tambalearon, otros cayeron al suelo y el ambiente mismo parecía cargarse de tensión. Angie se quedó allí, paralizada por un momento, observando a su alrededor mientras las personas caían y se desorientaban. Sin embargo, cuando miró hacia Zane, algo extraño sucedió. Ella no sintió nada. No experimentó ningún malestar ni se vio afectada por la energía que parecía invadir el espacio. La diferencia entre ella y los demás era palpable. Los guardias del campus comenzaron a aparecer por todas partes, tratando de controlar el caos, mientras Angie seguía observando a Zane. - ¿Qué está pasando? - pensó Angie, sin saber qué hacer. Algo en su interior le decía que Zane no estaba involucrado en un simple ataque o truco, algo mucho más extraño estaba sucediendo. Angie, aunque aún confundida, observó a Zane en silencio, preguntándose si lo que había ocurrido con él era algo que realmente podía explicar, pero había algo más profundo que solo una simple crisis. Algo en sus ojos y en su presencia le decía que Zane era mucho más de lo que parecía. Sin embargo, el miedo que podría haber sentido por esa revelación aún no estaba en ella. Lo que sentía, más bien, era curiosidad. Los guardias y académicos del campus, ante la creciente preocupación por lo ocurrido, trataron de controlar el miedo colectivo. La tensión aumentaba y en la sala de espera, los estudiantes murmuraban, llenos de miedo. La universidad tenía una diversidad de personas, pero aún así, el fenómeno había sido tan extraño que todos estaban nerviosos. El miedo a los ataques terroristas, a un nuevo evento como el ocurrido en la biblioteca hace seis meses, había sido activado y no sabían qué esperar de esa crisis.
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