POV Herse
—Pues yo no creo que sea el más adecuado, señorita —me comenta Eduina, viendo que entre todos mis vestidos que he sacando, escogí al más llamativo, recuerde que la primera impresión es la más importante.
—Pues mucho mejor, así causaré impacto —sonreí, mientras colocaba el vestido a la altura de mi pecho—. Sin duda alguna, este es el elegido. Voy a ponérmelo —le guiñé el ojo a Eduina tras haber tomado la decisión.
Y a los pocos minutos me lucí frente a ella.
—¿Y cómo me veo?
—Guapa, pero se lo repito, ¿está segura de usar ese vestido señorita?
—Más que segura —afirmé y tomé un poco de mi perfume para rociarlo en mi cuello y clavícula—. Solo sigo órdenes de mi querido tutor.
—No creo que a él le agrade que usted vaya vestida así. El señor Judas parece ser el tipo de hombre reservado y criado a la antigua.
—Pues él no fue específico, dijo que debía vestirme de acuerdo a la situación, y qué mejor que causar impacto —levanté mi bolso de mano y me despedí de Eduina con un beso en la mejilla—. Ten el día libre.
…
Caminé por el balcón de la casa, me dirigí por los pasillos de las distintas habitaciones, hasta alcanzar las escaleras que me llevaban a la entrada principal.
—Hola —saludé.
El mayordomo más joven sobre una pequeña escalera que le permitía alcanzar la venta y limpiarla, más al voltear a verme, perdió el equilibrio y cayó en la cubeta de agua que tenía a un lado.
—¡Oh Dios mío! —sorprendida, cubrí mis labios.
—Lo lamento tanto —trató de ponerse de pie, pero el agua hacia que se resbalara—. Por favor, perdóneme señorita —me súplica.
—¿De qué estás hablando? Te acabas de caer, no es momento de disculparse —dejé mi bolso y acudí a ayudarlo, estirando mi brazo para que él se sujetara.
—Fue mi culpa.
—Pobrecillo —le dije con lastima—. Mira como te has mojado —pasé una de mis manos por su frente para evitar que el agua cayera por sus ojos, mientras él se quedaba completamente quieto—. Dame un segundo —le pedí, buscando de nuevo mi bolso para sacar mis pañuelos y secar su rostro—. De este modo al menos podrás evitar que el agua obstaculice tu vista.
—¿Qué está pasando aquí? —se oye una voz que más que preguntar, parecía reclamar.
—Señor Harel —el joven mayordomo se avergonzó—. Por favor, le pido mil disculpas, iré a cambiarme y regresaré a culminar con mi trabajo.
—Sé ha caído —intercedí—. Y no creo que esté en las mejores condiciones para continuar, al menos debería descansar.
—Señorita Herse, no se preocupe por mí, le juro que estoy bien, solo debo cambiarme.
—Pero te has lastimado.
—Ya oíste Herse —interrumpe Judas—. Aquí todos trabajan así estén enfermos.
—¿Cómo puedes decir eso? —lo miré con horror—. Pudo haberse fracturado un hueso.
—Pero no sucedió —él miró su reloj de mano e hizo un gesto de fastidio, y me informó que ya era hora de salir.
Al salir, vi que abría otro vehículo.
—Creí que ya habías recogido tu auto.
—Le entregué las llaves a uno de los mayordomos —me responde fríamente y cuando abre la puerta para que yo entre.
El vehículo era muy lujoso, digno de un hombre de mundo como él.
—Abróchate el cinturón —me avisa, antes de que él ocupe su lugar.
Al estar sentados cada uno en el lado que le corresponde, él me mira brevemente de reojo y luego hace un gesto con los labios, enciende el auto y pisa el acelerador con fuerza.
—¡Más despacio! —es lo que logro gritar, antes de ponernos en marcha.
Cuando llegamos a un camino más estable, la velocidad baja y se vuelve normal.
—¿No tenias otro vestido? —me dice, manteniendo la mirada en el camino.
—¿Por qué lo dices? ¿Es solo un vestido?
—No te hagas Herse, dije que te vistieras acorde a la situación, ¿Quieres ponerme en vergüenza o qué? —fue duro con sus palabras, pero yo no iba a quedarme callada.
—¿A qué le teme señor? ¿Cree que le robaré la atención de sus empleados?
—Es curioso que digas eso, cuando ya me has robado antes.
—Esa fue una emergencia —respondí—. Usted no sabe…
—Y no me interesa saberlo, solo sé que no estás obedeciendo mis reglas y tendrás que aprender, ¿de acuerdo?
—Usted es…
—Cuidado con lo que vas a decir. Recuerda que no tienes nada y que soy yo a quien debes obedecer.
— ¡Pues váyase al diablo! ¡Hombre detestable y odioso! ¡Seguro su mamá no lo quiso y por eso anda amargado! ¡Usted y su hermana metiche pueden besar mi trasero! ¡Ya verá, amaré un sindicato para que sus empleados digan lo mal que usted los trata! —son las palabras que me hubiera gustado decir, pero únicamente estuvieron en mi mente.
Llegamos a un edificio enorme, al leer las grandes letras que estaban en la cima decía: “MOVADEV”
Entonces, recordé lo que Eduina me había contado. Esta debía ser una de las tantas escuelas de modelaje de las que me había contado.
—Andando —me dice y espera que yo ingrese primero, y lo hago.
—Increíble, es la primera vez que veo uno de estos lugares —mis ojos miraban todo con sorpresa y admiración.
Fuimos pasando por las diferentes áreas, observando como cada trabajador se dirigía con respeto a Judas.
—Aquí las maquillan para las diferentes actividades —me indica.
—Son preciosas —murmuré mirando a las bellas mujeres—. ¿Aquí hacen todo tipo de maquillaje?
—No precisamente, en la otra habitación se hacen los maquillajes de cuerpo entero, nuestros maquilladores son excelentes en su trabajo y han participado en certámenes donde su trabajo impacta.
—Señor Harel —un hombre que tenía el cabello plateado con gafas negras y ropa llamativa, se acerca a nosotros, su look era digno de pasar desapercibido y me encantaba—. Ay tan hermoso como siempre —le sonríe a Judas.
—¿Qué quieres ahora Rod? —Judas le responde.
—Ay no se ponga de ese modo, yo solo… —entonces se fija en mí—. Uy, y esta linda muñequita de donde salió.
—Mucho gusto soy Herse —respondo con una sonrisa.
—Herse… Oh ya sé, eres la nueva modelo, ¿verdad? Se te ve más joven que las demás, pero eres preciosa, creo que mi maquillaje te quedará corto —se acercó y tocó mis mejillas—. Tienes una piel hermosa, serás la joya de MOVADEV, Tienes que darme el secreto de tu piel, eres linda, eres perfecta, eres…
—Es mi pupila —interrumpió Judas.
—Oh… ¿Tú pupila? —preguntó Rod y soltó mis mejillas.
—No es una modelo y tampoco lo será, ella está aquí para aprender e ir vinculándose socialmente.
—Comprendo, es una verdadera lástima. Ese rostro es perfecto.
—Rod, ¿qué era lo que querías decirme?
—Oh, es cierto venía a decirle que el laboratorio ha creado un nuevo tono para para los maquillajes, y quería que venga a observar, hemos hecho la prueba con una de las modelos y es increíble, pero existe un pequeño problema al estar ante la luz.
—Entiendo, espera aquí Herse —me dice Judas y yo asiento.
Al quedarme sola, sentí aún más curiosidad por el lugar, y guiada por la curiosidad, entré a otra área que era más grande que las demás.
—Dios… —miré con admiración.
Se trataba de la pasarela, las mujeres más hermosas que hubiera podido ver modelaban con tanta seguridad que era digno de aplaudir.
—Más elegancia, que haya sensualidad sin ser vulgar —dijo un hombre, que era quien las dirigía y al cabo de unos minutos, exhaló—. Muy bien, es hora del descanso vayan a refrescarse y luego continuamos.
El hombre volteó y quitándose las gafas, me observó, quedando boquiabierto.
—Hola, disculpe no quise…
—No, tranquila muñeca —me sonríe, mientras acomoda su cabellera y pasa saliva—. Dios, que hermosa eres, ¿cómo te llamas linda?
—Soy Herse, yo solo vine a…
—Tranquila, ya sé a que vendiste y no te preocupes, de una vez te pondré en un excelente lugar entre mis modelos.
—Oh no… Yo no soy modelo —respondí.
—¿Cómo? Eso tiene que ser una broma, tienes un rostro precioso y… —sus ojos me repasaron de la cabeza a los pies—. Si no eres modelo, ¿entonces quién eres?
—Una espía —dijo con total seguridad una mujer elegante y muy guapa—. No puedo creer a lo que Fersen ha llegado, mandar a esta para espiarnos.
—¿Fersen? —dije sin saber de quien hablaba.
—¿Estás segura Aida? No tiene cara de espía.
—Por supuesto, tú nunca desconfías de nadie, basta con ver una cara bonita y ya estás regalando flores.
—Aquí estabas —entrando al área, Judas me mira con ganas de reprenderme, pero se contiene.
—Oh Harel —la mujer que me acusaba de espía, cambia su seriedad por una enorme sonrisa y mirada brillante hacia Judas—. No te esperábamos hoy —su mano juega con su cabello y se muerde los labios con sutileza—. Pero ya que estas aquí, quiero informarte de esta espía de Fersen. Ahora mismo llamaré a seguridad.
—No Aida, no es necesario que hagas eso —le responde Judas—. Me da gusto que estés atenta a cada detalle, pero ella no es espía de ese impresentable—. Herse Holler es mi pupila y está bajo mi protección.
—¿Tu pupila? ¿¡Pero desde cuándo!?
—Desde hoy —le responde—. Y como mi pupila le estaba explicando las reglas, al parecer le falta mucho por aprender —dice esto último con mayor énfasis en la voz—. Vamos Herse.
Salgo del área y continuamos viendo el interior de MOVADEV. Judas me presenta y me doy cuenta que a todos los que he saludado se me quedan viendo por un buen rato, hasta que Judas interrumpe.
Mi vestido rojo escotado y con mangas caídas estaba provocando que llamara la atención más de lo deseado.
Salimos de MOVADEV, y ya estando en el auto de Judas, él no puede ocultar su disgusto.
—Te lo diré una sola vez Herse, que sea última vez que sales con tus insolencias.
—Mi mente está tranquila señor Judas, no he hecho nada de malo. Solo me he vestido como me sentía más cómoda.
—Le diré a Marisa que te lleve de compras, tal vez puedas aprender unas dos cosas sobre clase.
—¿Clase? Pues clase es la que debería tener tu empleada, esa tal Aida, me acusó de ser una espía, y hasta quería sacarme a patadas.
—Aida solo hacía su trabajo, y no la ofendas, ¿me has entendido?
—¿Y qué hay con su ofensa? Ni siquiera sé quién es ese tal Fersen.
—¡No lo menciones! —exclamó con furia—. No quiero que nadie y menos tú lo menciones, ¿comprendiste?
No entendí cual era su odio por ese pobre hombre al que ni siquiera conozco.
—Y ponte esto —él se quita el abrigo y lo avienta sobre mí—. No quiero más inconvenientes el día de hoy.