Capitulo 4

1194 Words
                                                                                      Capítulo 4 -Estoy completamente de acuerdo contigo, es una mierda – dijo haciendo que Astird la mirara con asombro. -Señorita Tyron, acaba de decir una grosería – le dijo con gracia. Maddison se sonrojo. -Muy bien señoritas, ya está la fogata y aquí traje algo para divertirnos – dijo Theodorus mostrando unos cigarrillos. -¡Genial! – exclamo Astrid yendo hasta él. -Señorita Tyron, ¿fuma? – le pregunto Theodorus a la rubia. -Eh-Eh bueno yo nunca lo he hecho – dijo con vergüenza. -Ya déjala – le regaño Astrid- no tienes que hacerlo. -Le robe a mi padre un poco de alcohol también – comento el chico. -Mmmm –bufo- ahora si se pone bueno – dijo Astrid con una sonrisa picada. Maddison se levantó caminando hasta donde estaba Astrid. -¿Puedo probar un poco? – le pregunto haciendo referencia al cigarrillo que tenía la chica entre sus dedos. Astrid la miro con picardía. -¿De verdad? – le pregunto con una sonrisa- no quiero ser una mala influencia. Maddison bajo su mirada con timidez. -De verdad. La chica luego de darle el primer jalón comenzó a toser con fuerza. -Vale, vale tranquila, así es al principio ya luego le agarras la vuelta – le animo Theodorus- ten para que refresques tu garganta – le ofreció de lo que estaban tomando. Aquello hizo todo lo contrario en su garganta parecía que una ráfaga de fuego pasaba por el interior de su cuerpo, aquello sabia realmente mal y había tomado un sordo largo que le hizo sentirse mareada automáticamente. -¿A ti te gusta esto? – le pregunto con mala cara a Astrid. -Me gusta cómo me hace sentir – le dijo con una sonrisa tomando. Luego de un rato de tragos de ron puro y de fumar unos cuantos cigarrillos las chicas entraron en ambiente, Theodorus se había quedado dormido. -Entonces dices que nunca te vas a casar, ni enamorar, vas a vivir para vestir santos – le dijo Maddison en frente de Astrid. -Pues sí, voy a vivir en un bosque, sembrar verduras y envejecer sola – le dijo con una sonrisa. -Tal vez llegue alguien que te haga perder la razón, alguna persona que te haga cambiar de opinión, ese pude ser Theodorus – dijo mirando hacia donde estaba el ebrio chico roncando. Astrid lo miro con una sonrisa y mala cara. -Es mi mejor amigo, nunca lo he visto con otros ojos a parte es un idiota – dijo con gracia. -Y no has pensando tal vez que…- hizo una pausa pensando si estaba bien lo que diría a continuación- no te gustan los hombres. Astrid la miro automáticamente extraña, jamás había pensado en eso, pero tenía sentido. -No me gustan, de eso estoy clara, por eso no me casare con ninguno – sentencio. Pero lo que Astrid no sabía era que aquello tenía un doble sentido, y Maddison se dio cuenta, pero no quiso seguir con el tema. Los minutos siguientes antes de irse se mantuvieron en silencio, asumidas en sus pensamientos y de vez en cuando intercambiando miradas, ya el alcohol había hecho efecto en Maddison quien jamás lo había probado, Astrid también sentía un poco de calor en su cuerpo, pero podía controlarse, era a menudo que venía con Theodorus a fumar y beber en secreto. -Tu eres como la versión femenina de tu hermano – le dijo Maddison a Astrid, se le traba la lengua, pero aun así con dificultad podía entenderla. -¿Por qué? – le pregunto con gracia. -Físicamente se parecen mucho, tu eres muy guapa, entiendo muy bien a mi hermano cuando dice que le gustas. Astrid la miro extrañada, pero con una leve sensación extraña en su cuerpo. -¿A qué te refieres? – le pregunto con interés. -Que puedes gustarle a cualquiera porque eres hermosa, en eso me incluyo – dijo sin pensarlo. El corazón de Astrid latió con fuerza en ese momento, Maddison estaba totalmente ebria y tal vez no coordinaba lo que decía. -Estas queriendo decir, ¿qué yo te gusto? – le pregunto con nervios, pero con algo que la impulsaba a querer saber más. Maddison miro detenidamente a Astrid con una sonrisa, pero luego su mirada se posó sobre el hombro de la chica mirando con terror, Astrid volteo y se encontró con dos hombres con sonrisas maliciosas, ambas chicas se levantaron de golpe, Maddison se colocó atrás de Astrid, tomándola de la mano, Astrid pateo con fuerza a Theodorus quien se levantó asustado, y más al mirar lo que pasaba. -¡Aléjense de aquí! – les exigió el chico colocándose frente a Astrid. -Vaya, vaya, pero que tenemos aquí, unos aperitivos. ¿No crees Jonas? – dijo uno de los hombres con una sonrisa mostrando sus dientes negros y podridos. -¿Qué hacen unos panecillos recién horneados tan lejos y a estas horas de la noche? – pregunto el segundo con la misma expresión, parecían ser gemelos. -No es de su incumbencia, están en propiedad privada ¡lárguense! – les grito el chico temblando, Astrid lo noto pues estaba pegada a su espalda, Maddison también temblada de espaldas a ella. -He degustado muchos niños como tú, y que delicioso sabor emanan por detrás – le dijo muy cerca de su rostro. Theodorus lo miro con asco y repulsión, sintiendo un terrible miedo recorrerlo. En ese momento se escuchó un quejido, todos miraron hacia atrás y se encontraba Emmont junto a Paul apuntando con armas a los extraños hombres. -Lárguense de aquí y no vuelven otra vez o los reventamos a plomo – dijo Emmont. Los hombres corrieron lejos como alma que lleva. -Dios mío, sentí mucho miedo – dijo Astrid. -¡Malditos depravados! – exclamo Theodorus. -¡¿Qué diablos te pasa?! – le pregunto con molestia Emmont, tomando fuertemente a su hermana de los brazos. -¡Suéltame! – le grito. -¡¿Cómo se te ocurre venir aquí a estas horas de la noche?! ¡¡Y traerte a Maddison, eres una inmadura niña inconsciente y tonta!! – le seguía gritando. -Cálmate Emmont – le dijo Paul interviniendo. -Ella no me trajo, yo quise venir, la idea fue mía, no debes tratar así a tu hermana – le dijo Maddison mirándolo con molestia- yo no podía dormir y me sentía aburrida, le dije que si no podíamos caminar por el bosque y ella acepto y su amigo nos acompañó por seguridad. Emmont miro con asombro a Maddison mientras que Astrid se mantenía callada mirándolo con rabia. -Pero Maddie, es muy peligroso me hubieses avisado y te acompañaba – le dijo con calma. -No era necesario – le dijo con seriedad- ¿estas bien? – le pregunto con una sonrisa a Astrid, posando su mano con delicadeza en el rostro de la chica. Astrid asintió con su cabeza mirando a la chica con un poco de vergüenza. -Bien chicos es hora de irnos, no sabemos si puedan regresar esos dementes – comento Paul. En silencio volvieron a casa, Maddison caminaba junto a Astrid sonriéndole con timidez, mientras que Emmont no pasaba eso desapercibido. 
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