Story By Sofia Francos
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Sofia Francos

bc
empieza
Updated at Jan 21, 2024, 16:17
hay cosas de las que no se vuelve. quiza, la verdad sea que no se vuelve de nada. pero hay cosas que realmente te marcan. puede ser un acontecimiento, una charla, una imagen, puede ser tan solo una palabra, o un pensamiento. lo cierto es que nace, crece y de golpe está claro, marcado adentro como un límite, como un escalón. hay cosas que hacen que todo cambie. es como si hicieran bajar a tierra a todo eso que parecía girar en el viento. como si pusieran fin a un huracán. se sienten como un golpe, frío, seco. como un martillazo que rompe un vidrio y ya no va a volver a ser lo que era. eso fue lo que pasó esa noche.
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bc
El hombre vestido de blanco
Updated at Dec 5, 2023, 07:59
CAPITULO 1 Esa mañana Mónica sentía una opresión muy fuerte en el pecho, como una angustia irracional que la entristecía y la preocupaba, casi al punto de impedirle llevar su rutina diaria con normalidad. Se había desvelado mucho antes de que sonara su alarma y, sin poder reconciliar el sueño,se había quedado tendida en su cama esperando calmar los nervios que la traían tan mal. Nada había dado resultado y, al cabo de poco más de una hora, se había levantado para preparar el desayuno de su marido. Un fuerte café, apenas cortado con algo de leche, 2 tostadas con queso y mermelada y una manzana serían suficiente alimento para comenzar el día con energía. Mónica sirvió la mesa y se alistó su propio café, el que bebía de a interrumpidos sorbos, al tiempo que juntaba la ropa sucia desparramada por la casa. El pronostico daba sol, pero ella presentía que estaría equivocado.Asi y todo metió la ropa en la lavandería e inicio el programa, casi en automático. Su marido terminó su desayuno, guardó la manzana y la despidió para partir, sin notar la extraña expresión de su cara el día de hoy. Decidida a que nada se interponga en los quehaceres cotidianos de la tranquila vida que se había esforzado por tener, continuo sus tareas sin darle lugar a su persistente sentimiento de que algo malo se avecinaba. Tendió la ropa, pese a que el cielo ya mostraba grandes nubes avecinandose, estiró las sábanas, limpio pisos y ventanas. Sólo se detuvo para replantearse el salir a hacer los mandados, ya que el clima había cambiado de soleado a nublado, confirmando uno de sus presentimientos del día. Durante sus ocupaciones había echado unas cuantas miradas instintivas a la puerta de entrada, como si esperara la visita de alguien importante. Eso no era así, Mónica no recibía a nadie en su casa en ausencia de su marido. Sus amigas de la infancia habían quedado en el olvido, y las amistades que de adulta había cultivado, eran parejas amigas de la pareja. Su familia tampoco la visitaba, de hecho casi no existía ni en su vida ni en sus pensamientos. La inquietante mañana trajo sus consecuencias, y, a la hora del almuerzo, no pudo pasar bocado. En lugar de eso le acometieron casi insoportables ganas de fumar un cigarrillo. Sorprendida y avergonzada de sus propios pensamientos, abstracta estaba desmarañando sus enredadas predisposiciones de ese día, casi no notó que la lluvia se había desatado con bastante fuerza, empapando la ropa recién lavada. Entonces Mónica corrió hacia el patio trasero, para evitar que se volará, ensuciandose aún más. Tenía los pies y el cabello empapado, las manos atareadas y la mente divagando, que no escucho el portazo que le indicaba que se había quedado afuera. Cuando se percató de lo sucedido, se dispuso a dar el giro para entrar por la puerta principal cuando recordó que no había tomado las llaves. Eran apenas las 10 y su día no podía empeorar. De golpe la sensación en su pecho creció, transformándose en una puntada que le oprimía desde la garganta hasta la boca del estómago. Ya no se sentía como angustia ni como preocupación, ahora era la sensación que trae la ansiedad de cuando está por suceder eso que tanto se hizo esperar. Instintivamente levantó la mirada y vio, a unos pocos metros, la figura de un hombre vestido de blanco. Llevaba un sobretodo que lo protegía de la lluvia, con porte firme, casi imperturbable ante la gran tormenta, la miraba fijo y decidido. Pese a la distancia y al agua que nublaba la visión, Mónica lo reconoció enseguida. Todas las emociones de la mañana cobraron sentido, dando paso a una alegría, poco logica, y a la vez, incontrolable. Comenzó a caminar a su encuentro, al tiempo que sus miradas decían todo aquello que sus bocas callaban. El hombre de blanco también avanzaba hacia ella, manteniendo un ritmo sereno pero decidido. Sus miradas, repletas de mudas expresiones, se sostenían una a la otra, parecía que ambos habían estado esperando este momento con preciadas ansias. Frente a frente se fundieron en un abrazo que pareció no querer terminar. CAPITULO 2 En una de las tantas colinas de Lemon Ville se había asentado, hacia unos pocos años, una joven pareja con amables ojos, repletos de sueños. Habían llegado con pocas cosas, muchas ganas y decisión y habían construido una pequeña cabañita, sorprendentemente lujosa. Hecha con madera local, prudentemente estacionada, contaba con un basto living como entrada principal, del que se podía acceder cómodamente a las demás habitaciones. El hogar, estratégicamente allí ubicado, se ocupaba de calefaccionar toda la casa. por la derecha se encontraba la cocina comedor, lo suficientemente amplia para ser cómoda, pero lo suficientemente pequeña para ser acogedora. Contaba con una puerta que llevaba al patio trasero, del que podían recoger hierbas aromáticas, frutas y verduras. Las tres habitaciones se encontraban distribuidas alrededor del living, dejando espacio para 2 baños y una escalera, con la que se accedía al primer piso...
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