Antes de que pudiera reaccionar, el hombre cogió sus manos en un instante y la rodeó en sus brazos, impidiéndole moverse. El rostro de Stacy palideció por un momento, su ira se reavivó y, con su voz temblorosa, rugió: "Chris William, ¡no busques problemas!".
Su repentino grito regresó la frialdad en los ojos del hombre, quien inmediatamente le respondió: "¡Muy bien, ya sabes quién soy! Sin embargo, eres la primera mujer que se atreve a hablarme así".
Las chispas volaron por todas partes en un instante y un olor similar al humo de la pólvora inundó inmediatamente el lugar. La elegancia de este hombre se convirtió instantáneamente en malicia. ¡Era tan escalofriante!, que Stacy tembló y su corazón latía del miedo.
Y con un rostro sombrío, el hombre continuó: "Además, ninguna mujer se ha atrevido a tocarme la cara, ¡y tú eres la primera!".
En un instante, el hombre le empezó a apretar la garganta, lo cual empezó a sofocarla y a duras penas, Stacy logró quejarse: "No... Ah...".
Su voz temblorosa era como la de hacía cinco años y de repente, ¡la mano de Chris se detuvo! Levantó más los ojos oscuros y pareció querer encontrar algo en el pálido rostro de Stacy, pues no entendía por qué su voz le era inexplicablemente familiar. Entonces, la miró detenidamente, pero no pudo encontrar nada y continuó: "¿Ahora conoces el sabor del miedo? ¿Eh?".
Parecía que estaba decidido a vengarse. Nadie se atrevía a alardear en frente de él, ni a provocarlo. Es más, ella no era más que una cualquiera para él. ¡Pero ella se había pasado de la raya!
En ese momento, sus ojos fríos se entrecerraron y ¡apretó su garganta aun más!
"Hmm ...". Stacy solo empezó a sentirse mareada y poco a poco empeoraba, pues su respiración se volvía cada vez más débil. Stacy apretó los labios para soportar su fuerza y pellizcó el rostro del hombre, quien en ese momento tenía intenciones de matarla...
"¿Quería estrangularla hasta matarla?", se preguntaba, y luego comprendió...
¡Había ofendido a un hombre horrible!, quien parecía tranquilo y sereno pero que, en el momento en que ella estaba con la guardia baja, tomó un impulso salvaje y le dio el contraataque más feroz.
"Detente...". Las mejillas de Stacy estaban enrojecidas y su respiración se hacía cada vez más débil. Tenía muchas ganas de resistirse, pero se sentía cada vez más mareada y su cuerpo iba debilitándose...
Dios, ¿el hombre va a matarla?... Entonces, Chris miró con frialdad a la mujer que estaba a punto de desmayarse y le dijo: "¿Conoces ahora el sabor del miedo?".
Luego la soltó con disgusto y, recobrando la calma que tenía al inicio, continuó: "¡Matarte solo ensuciará mis manos!".
Stacy se estremeció involuntariamente y un escalofrío se apoderó de ella antes de que recuperara a sus sentidos. Sus mejillas estaban anormalmente rojas. Sin duda, sus palabras le habían causado un duro golpe.
Forzó una sonrisa pero, por el fuerte mareo, le fue imposible refutarle. Entonces, Chris caminó elegantemente hacia el fregadero junto a él y abrió el grifo. Se lavó tan dedicadamente que era como si se fuera a lavar cada centímetro de sus manos. Tenía un alto grado de limpieza, lo cual es especialmente propio de las mujeres.
Luego de lavarse las manos, se miró al espejo y arregló su ropa lentamente, tan elegante como cualquier otra persona y cuando todo estaba en orden, se dirigió hacia la puerta sin voltear a mirarla. Sin embargo, justo cuando tiró de la manija, Stacy gritó: "Tu abrigo...".
El hombre miró el arrugado saco blanco y dijo con frialdad: "¡Está sucio, no lo quiero!".
Y tan pronto como terminó de hablar, se marchó...