Capítulo 8

804 คำ
  Los labios de Tobias se curvaron, reflejando una bella sonrisa.   "Esta mujer es muy interesante", pensó.   "Aunque creas lo contrario, nunca te seduje. Eres tan feo que mi estómago se revolvió cuando te vi por primera vez", refutó Natalie maliciosamente.   Ella estaba pensando en vengarse del hombre que tenía delante.   Sabía que no podía derrotarlo en una pelea, así que intentaba herirlo con palabras.   Sin embargo, aunque era un poco absurdo decir que alguien tan guapo era feo, ella solo quería que él perdiera los cabales.   Frente a sus palabras, la expresión del hombre no cambió en lo más mínimo. "Si crees que soy feo, entonces que así sea".   El insulto de Natalie fue como un puño golpeando un algodón suave, pues no tuvo ningún efecto en él.   "Hay una cesta de basura delante de ti. Si quieres vomitar, asegúrate de hacerlo hasta que te sientas satisfecha", dijo Tobias con voz clara y seria.   "¡Infeliz!". Natalie estaba muy enfadada.   "Dejar el cheque en el hotel no hará que me interese por ti. Así que, si te arrepientes de haber hecho eso, aún tienes la oportunidad de retractarte. Tómalo como una compensación de mi parte". Luego de ponerse de pie, Tobias se dirigió a ella con una pizca de indiferencia en su tranquila voz.   "¡A quién le importa tu maldito cheque! ¡No lo necesito".   Natalie deletreó cuidadosamente cada palabra, buscando que el hombre perdiera la calma. "¡Considera eso como el pago de un gigoló!", añadió.   Con todo, Tobías miró a Natalie con desdén y le dijo; "Cuando puedas pagar la cantidad de mi cheque, entonces tendré en cuenta tus palabras".   Y finalmente, se alejó.   Natalie estaba tan enojada que su corazón hervía de frustración.   Ella siempre había sido mordaz y rara vez admitía la derrota en una disputa verbal, pero la lengua de este hombre era aún más afilada que la de ella, y todo el tiempo permaneció tranquilo e imperturbable.   No importaba lo que ella dijera, él los refutaba con aplomo.   "Esta persona es alguien con la que hay que ir con cuidado", pensó Natalie.   No obstante, en ese momento no podía permitirse el lujo de entretenerse con sus pensamientos. La alarma de su celular había sonado, lo que le recordó que tenía que seguir trabajando dos horas más en otro lugar.   Natalie quería ganarse la vida, además de juntar para los gastos de su matrícula, así que se esforzó por trabajar durante el verano.   Por eso, de día trabajaba en la finca de café y por las noches vendía vino en un bar.   El negocio de vinos en el que trabajaba Natalie era relativamente decente, pero también había mucha gente sin principios que visitaba el bar.   De hecho, en una ocasión estuvo a nada de ser abusada cuando se encontraba trabajando allí.   Por tanto, fue más precavida la siguiente vez que volvió a ir allí, prestó más atención a su entorno y se vistió con mucho cuidado.   A partir de ese disgusto, metía directamente en su bolsa el conjunto de ropa con el que se cambiaría, y aprovechaba para hacerlo en la finca de café. Con el atuendo puesto, Natalie parecía una persona completamente diferente.   Usaba una peluca gruesa, rizada y roja, y llevaba las cejas gruesas. Además, se pintaba los labios de forma descuidada, de un color no muy diferente al del trasero de un mono.   Finalmente, se ponía un zapato n***o en un pie y un zapato blanco en el otro.   Cuando salió del vestidor, se encontró con Sebastian, quien también salía del vestuario de hombres en ese momento.   "Hola, ¿ya te vas a tu otro trabajo?", le preguntó el chico a modo de saludo.   Sebastian ya se había cambiado la ropa de trabajo, y ahora tenía un aspecto elegante y amable.   "Así es...", respondió Natalie.   "Cuídate mucho, ¿sí?", le pidió.   Él sabía que la última vez casi se aprovecharon de Natalie en el hotel, y a decir verdad, fue su idea traer a varios compañeros de clase altos para ayudarla.   "Puedes estar tranquilo. Con este aspecto no creo que alguien se atreva a molestarme", dijo ella mientras señalaba la peluca roja que llevaba en la cabeza.   Sebastian sonrió con complicidad, y se sintió aliviado al ver el camuflaje de Natalie.   Por otra parte, después de salir de la finca de café, Tobias recibió una llamada telefónica repentina.   "Hola madre", contestó él con voz tenue.   En la otra línea se encontraba Cecilia Lawson, la madre biológica de Tobias.   "Tobias, hoy debes asistir a una cita a ciegas". La voz elegante y noble de la mujer llegó desde el otro lado del teléfono. "Te reuniras con la única hija de la familia del Grupo Asawn...".   "Madre, te he dicho muchas veces que no me gustan las citas a ciegas", la interrumpió de repente.
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