Madison Alexander se apresuró a ir a una cafetería, donde una mujer joven, vestida de manera espléndida, la estaba esperando.
Sarah Lanes examinó a Madison de pies a cabeza. "Tu hija es muy hermosa, no se parece en nada a ti", dijo.
Madison iba vestida con la ropa más modesta. Tenía un rostro grande con rasgos ásperos y discretos y era de complexión pesada y cintura gruesa.
Nadie hubiera imaginado que había dado a luz a Natalie, una hermosa niña de piel clara y figura esbelta.
Hubo un destello de confusión en los ojos de Sarah.
¿Por qué Natalie y Madison no se parecían en nada?
Madison sonrió torpemente. "Señorita Lanes, Natalie es realmente guapa. Si no, ¿cómo podría ser digna del joven amo Lanes?", contestó.
Pero al escucharla, los ojos de Sarah reflejaron un toque de desprecio. "¿A qué te refieres con que es digna? ¿Quieres decir que una familia como la tuya es lo suficientemente digna como para ser tratada igual que la familia Lanes?", cuestionó con frialdad.
Madison asintió apresuradamente y dijo con una sonrisa halagadora; "Tiene usted razón, señorita Lanes. No nos merecemos una familia tan adinerada como la de los Lanes. Es la bendición de Natalie ser elegida por el joven amo Lanes".
Después de ser elogiada de esa manera, la mujer se sintió un poco más apaciguada. "Si Natalie es lo suficientemente buena, no será imposible que quede embarazada".
Sarah tenía claro que su hermano era un tonto, y era lógicamente imposible que cualquier mujer de igual estatus social estuviera dispuesta a emparejarse con él.
Por eso, aunque la familia de Natalie era pobre, ella seguía siendo una belleza después de todo, y sería lo suficientemente atractiva para su hermano menor.
La cara de Madison se iluminó de alegría al oírla.
Sin embargo, el teléfono de Sarah sonó de repente en ese momento.
Por lo tano, lo sacó de su bolso Louis Vuitton y presionó el botón de respuesta.
Un momento después, colgó el teléfono y su hermoso rostro ahora destellaba molestía.
"¡Madison Alexander, has criado a una hija muy decente!".
Madison se puso inmediatamente nerviosa al oír esto.
"¿Causó algún problema esa muchacha traviesa?", preguntó.
"¡Natalie escapó!", dijo Sarah con seriedad.
Al escuchar sus palabras, ¡Madison se quedó sorprendida!
"Te daré una última oportunidad para encontrar a tu hija. De lo contrario, ¡ni siquiera pienses en obtener un centavo de mí!".
Sarah se fue después de amenazar severamente a Madison, quien se quedó tan enojada, que su rostro se puso pálido.
¿Cómo no iba a estar enfadada si acababa de perder la oportunidad de ganar muchísimo dinero?
No podía esperar a hacerla trizas.
"Natalie, ¡eres una idiota! ¿A dónde has ido? ¿Acaso quieres arruinar mi vida? Si la familia Lanes no me da esa cantidad de dinero, no podremos permitirnos una casa nueva en el futuro. ¿Que no entiendes que tu hermano pequeño no podrá casarse con nadie sin una casa adecuada?...".
En cuanto se conectó la llamada, Madison empezó a insultarla y gritarla continuamente, mas, ignorándola por completo, Natalie colgó inmediatamente el teléfono.
En la habitación del hotel, ella se acostó en la cama con el rostro tan blanco como una sábana.
El hombre que la acompañaba era intenso en la cama, como si se tratara de un animal.
Aunque nunca lo había experimentado personalmente, sí que había leído sobre este tipo de escenas en algunas novelas románticas.
El chico era probablemente alguien que las novelas describían como un hombre con una fuerza física asombrosa.
Cuando hubieron acabado, el sujeto recibió un llamada, y ella pudo escuchar ligeramente sobre una reunión importante.
Después, se dispuso a retirarse, pero antes de irse, vio manchas de sangre en las sábanas y no reflejó ningún tipo de piedad en su rostro.
¡Qué hombre tan insensible!
Luego, con un toque de frialdad, dijo; "¿Vale la pena vender algo tan preciado solo por dinero?".
Natalie no quería hablar, y tampoco dar explicaciones.
Había perdido su preciada virginidad muy facilmente, así que no tenía sentido decir algo en este momento.
Al notar que no obtendría resupesta alguna, el hombre le lanzó un cheque antes de irse, pero ella ni siquiera se molestó en mirarlo.
El dinero siempre traía consigo un desastre. El ejemplo de que su propia madre quería que se acostara por dinero con un tonto, era suficiente para que ella pensara así.
Al principio albergaba un odio monstruoso hacia los hombres.
No obstante, después de recibir la llamada de Madison, su odio disminuyó mucho de repente.
Gracias a que este hombre apareció, el plan de su madre fracasó.
Como la hija mayor de la familia, ella hacía todo lo posible por ayudarlos.
Por ejemplo, todos los días apoyaba con las tareas domésticas, y cuando su madre miraba la televisión y dormía en casa, ella lavaba los platos y trapeaba el piso.
Además, Madison no le permitió asistir a la escuela secundaria, pues afirmaba que era una pérdida de dinero.
Mas, cuando trabajó en secreto para ganar dinero y acumular la cantidad necesaria para los gastos de matrícula, su madre finalmente dejó de criticarla.
Asimismo, no pidió ningún centavo a sus familiares para la universidad, todo lo pagó por su cuenta.
Pero Madison, con tal de obtener una gran cantidad de dinero de la familia Lanes, le pidió que se acostara con ese tonto.
Cuando se enteró, Natalie se arrodilló en el suelo e inclinó la cabeza ante su madre, pero eso no la hizo cambiar de opinión; la llevó a la fuerza al hotel.
Por lo tanto, aquella llamada pareció ser la gota que derramó el vaso y el detonante para que tomara una decisión.
¡Cortar todos los lazos con su propia familia!
En ese instante, Natalie se levantó de la cama, pero jadeó ante el dolor punzante que sentía entre las piernas.