Paso saliva con dificultad y el alboroto a nuestro alrededor se nubla mientras que nuestros ojos se compenetran de forma intensa.
─¿Por qué…hiciste eso? ─Pregunto con dificultad.
─¿El salvarte? No sé, un impulso de idiotez ─manifiesta y frunzo mis labios─. Puedes comenzar dando las gracias, fiera ─sonríe con picardía disfrutando de este momento donde me tiene atrapada debajo de él con su enorme cuerpo.
─Majestad ¿Se encuentra bien? ─Pregunta Domeniko; mi jefe de seguridad sosteniendo un arma hacia abajo.
─Sí, eso creo ─murmuro.
─Bien hecho, señor Blackwell ─comenta hacia Sebastian.
─Ha sido un honor ─responde el hombre más prepotente que he conocido.
─Quédense allí hasta que todo esté neutralizado ─indica Domeniko hablando en su auricular, más guardias nos rodean resguardando
