| Cláusula sorpresa |

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Meses después… Las contracciones estallaron a media noche, el sudor me invade la frente y la fuente se revienta por el charco que hay debajo de mí. Suelto un grito desgarrador que provoca el despertar de las personas dentro de la mansión Harrison, lugar donde me han albergado con mucho cariño. Fui totalmente desterrada de mi familia, al darme cuenta que no les importo ni un poco… ─¡Jade! ─Grito desesperada por los dolores. «Los mellizos ya vienen» Tuve la sorpresa de enterarme que serán dos y por más asustada que esté, mi felicidad es que estarán conmigo finalmente. Aparece en pijamas mi amiga y me mira asustada. ─¿Ya vienen? ─Pregunta. ─¡Ya vienen, Aah! ─Exclamo en un gruñido encorvándome. ─Se adelantaron una semana, maldición ─espeta sosteniendo mi brazo. ─El…bolso ─digo, ella me suelta corriendo hacia el bolso preparado y lo sostiene para ayudarme a bajar. Su Nana nos alcanza. ─Te tengo que llevar al hospital más cercano ─anuncia Jade. ─¡No! Ya tengo programado en otro ─Me retracto, negando con dificultad. ─Valeria…no quiero que les ocurra algo en el camino, tengo que llevarte al más cercano ─reitera subiéndome a la parte trasera de su auto. Su chofer y guardaespaldas se sube para manejar mientras ella me ayuda a respirar─. Gideon, llévanos de prisa al hospital Toronto General ─pide y trago con dificultad. Niego con la cabeza y el auto avanza. ─No…ese hospital no, ahí es donde ocurrió…¡Ah! ─Las contracciones son cada minuto. ─No te preocupes, es uno de los mejores, ese error está en proceso de demanda ─dice y aún así no puedo calmarme─. Estarás bien, respira conmigo ─menciona y admiro sus ojos avellana─. Eres fuerte y valiente ─agrega haciéndome reír. ─Y muy sexy, puede que un Doctor se enamore de ti y tu pelvis ─espeta, me carcajeo y el dolor me invade. ** El carro se detiene abruptamente en emergencia, los enfermeros me traen una silla de ruedas colocándome en ella. No quiero despegarme de mi amiga, pero la dejan atrás al meterme en un quirófano ya que, me harán una cesárea por la posición en la que vienen los mellizos. ─¡Está saliendo el primero! ─Exclama la Doctora alentándome. No puedo ver lo que ocurre gracias a una lona y que mis brazos están tendidos a los lados con vías para medir mis pulsaciones. Las lágrimas se me brotan de inmediato. Pero, no escucho un llanto, no escucho nada. De repente pasa a mi lado una enfermera con mi bebé. ─Espera ¿A dónde se lo lleva? ¡Déjeme verlo! ¿Por qué no llora? ─Pregunto desespera, sintiendo cómo mi corazón palpita desesperado. La enfermera niega con la cabeza y me rompo en mil pedazos. ─No sobrevivió ─suelta sin más, llevándoselo lejos de mí. ─¡No! ─Grito sollozando. ─Valeria, aún tenemos que traer al otro bebé, tu tensión no puede subir ─acota la Doctora pero, niego con la cabeza con rehúso «Mi bebé no sobrevivió» Solo me imagino las dos cunas que me esperaban─. ¡Lo estoy sacando! ─Exclama y mi corazón bombea con más rapidez. Escucho de repente el llanto y la enfermera piensa llevárselo lejos de mí nuevamente. ─¡Déjame verlo, te lo suplico! ─Pido desesperada. Ella parece compadecerse conmigo y me lo reposa en el pecho. ─Es un hermoso varón ─menciona. «La hembra murió» pienso rompiendo en llanto de nuevo─. Lo colocaré aquí mismo ─acota al verme tan alterada. Procede a limpiarlo mientras me terminan de realizar todo el trabajo. ** Las horas pasan y tengo la necesidad de irme de una vez por todas de este hospital. No me quieren dejar ver a mi bebé fallecido y no quiero despegarme ni un momento de mi pequeño Zayn Morat Ferrara. Jade entra apresurada con una cuna portátil y se ha vestido como de agente secreto, la miro con desconcierto. ─¿Qué? Así se siente que estoy haciendo una misión o algo prohibido ─espeta haciéndome reír levemente, aún me duele la cesárea. ─No cometes ningún crimen, me estoy llevando a mi bebé lejos de este lugar antes de que me lo intenten quitar ─declaro sin poder sopesar lo que ha ocurrido. Ella asiente, abrazándome. ─Descubriremos todo, tarde o temprano…pero, esto no se puede quedar impune ─manifiesta como una promesa de vida. ** Cinco años después… La depresión no fue fácil, llorar cada noche por la pérdida de mi otro bebé, la demanda agotante sobre la falta de respuestas del Hospital…decidí rendirme con eso, sé que Jade no lo ha hecho…he luchado por ser la mejor madre y la más cariñosa para el pequeño Zayn. Logré graduarme de publicista y he estado trabajando como ayudante en una empresa importante de publicidad. Jade ha sido mi mejor amiga, tía y madrina todo este tiempo, apoyándome en todo, mi vida tomó un rumbo mejorado gracias a la perseverancia que yacía en mi interior. Tengo que velar por un pequeño, soy una madre soltera que solo ha tenido parejas esporádicas durante los cinco años anteriores; ninguno me hizo sentir protegida y amada. Me satisfago de ellos y los dejo con la excusa de que: “quiero concentrarme en mi hijo, pero eres muy bueno, mereces alguien mejor” de inmediato se van. Después de tomar un largo vuelo a otra ciudad, específicamente Manhattan, bajamos del taxi que nos deja en el hotel donde nos hospedaremos. Jade me informó que anunciaron en los noticiaros que mi padre vendería el Grupo Berkin que heredó mi difunta madre y que siempre deseó que manejara. Pero, mi padre quedó como CEO principal de la empresa, este quiere vender lo que me corresponde de nacimiento para realizar una nueva y que su esposa Marla sea la representante legal…no puedo permitir que eso suceda, que la empresa de mi abuelo se venda sin más y que las Dubois obtengan una parte de ella. Recibo un mensaje alentador de Jade cuando nos registramos en el Hotel. Jade Harrison: ¡Destrúyelos y toma lo que es tuyo, nena! Celebraremos con muchos Cosmopolitan. Tienes mi apoyo si deseas arrancarle las extensiones a la Marla desgraciada. Esbozo una sonrisa, inclinándome hacia Zayn. ─Estarás en guardería mientras mami hace negocios ¿Está bien, cariño? ─Pregunto acariciando su cabello azabache para admirar sus ojos enormes y azules como los míos, pero, tan diferentes al mismo tiempo. También tiene unos labios que seguramente son del ADN de su padre, el cual desconozco por completo. Zayn levanta el mentón orgulloso. ─Sí, seré un buen chico ─dice casi con perfecta claridad, es un pequeño muy inteligente, estoy muy sorprendida igual que todas sus maestras por la fluidez con la que habla. ─Te adoro, Zayn ¿Quién adora a mami? ─Murmuro besando sus mejillas regordetas. ─¡Zayn! ─Anuncia efusivo haciéndome reír. Recibo un gran abrazo de él, le lanzo un beso en el aire que atrapa para verle caminar con la encargada de la guardería en el hotel. Se ve tan tierno con sus pantaloncitos de mezclilla y camiseta de super héroe favorito; dice que es Superman y que ese es su papá por el parecido en el color de sus ojos y cabello. Niego con la cabeza una sonrisa para seguir mi rumbo. ** Luego de un taxi y mucho tráfico, llego al inmenso e imponente edificio donde se realizará la reunión con el vendedor potencial del Grupo Berkin, estiro las solapas de mi blazer y avanzo decidida a enfrentarme a lo que me encontraré. Camino a recepción mostrando una sonrisa mientras clavo mis ojos en la chica. ─Soy la hija de Fer Morat, vine a verle ¿Dónde se encuentra? ─Cuestiono de inmediato. ─Un momento, verificaré su identificación ─menciona con cierta duda. Es cierto que desaparecí para la familia Morat. Ella a los segundos levanta los ojos sorprendida, entregándome de nuevo mi identificación. ─La señora y el señor Morat se encuentran en este momento en la reunión de… ─Me encargaré ─espeto interrumpiéndola para apresurar mis pasos al ascensor, sin percatarme de que una mujer tropieza conmigo y de su bolso caen cosas esparcidas en el suelo junto a monedas que ruedan por el suelo. Me inclino a ayudarle ya que, todos le pasan por un lado mirándola con insignificancia. Detengo mi mano en una moneda que iba a atrapar cuando un zapato italiano brillante la cubre evitando que corra más lejos. Deslizo mis ojos hacia el recorrido del hombre, amplio mi campo visual para poder mirarle bien. El sujeto lleva un traje de sastre completamente azabache de tres piezas que agita alguna que otra de mis zonas erógenas, él tiene un cuerpo grande pero atlético de esos que se notan a través del traje que tienen muchos músculos, roza lo sensacional para mí; lo sugestivo, atractivo y sumamente ardiente. Quedo impactada con la masculinidad magnifica del sujeto. Me levanto de un salto cuando él se inclina a sostener la moneda en su mano. Mi corazón no está para este tipo de situaciones. Doy un paso atrás cuando me percato de que nos estamos mirando durante mucho tiempo. Es un arrasador hechizo que se creó en segundos. Pestañeo, pero, tropiezo tratando de alejarme de lo que provocó en mi cuerpo con su presencia. Él me sujeta la mano, ayudándome a levantarme y la vergüenza se instala en mis mejillas al igual que una sensación erótica en mi vientre cuando nuestras manos se tocan. ─¿Sueles tropezarte así? ─Cuestiona sin más, desconcertándome. Niego con la cabeza, él, esboza una sonrisa sumamente erótica. Entregándome la moneda que rápidamente le doy a la señora. ─Gracias, señorita ─menciona ella amablemente. ─No hay de qué, disculpe por tropezarme ─digo y desaparece─. Bueno, al parecer sí me tropiezo seguido ─agrego nerviosa al percatarme de que me está observando con intensidad. Su cabello oscuro como la noche enmarca su rostro que podría hacer llorar a los celestiales por tan atractivo que es. Sus ojos se agudizan ligeramente; además sus rasgos muestran impavidez. Carraspea su garganta, y me aparto de su camino. El corazón sigue palpitando fuerte, y es que el hombre huele divinamente, suelto una interrumpida exhalación apretando mis labios. ─Bueno, no lo hagas más, es molesto ─manifiesta de repente, dejándome perpleja por su cambio repentino de humor. No le culpo, quizá le parecí una tonta, entre tanto, su voz suena imponente y excitante…tan áspera que me agitó los sentidos y me hizo cavilar en el sexo; uno tan fenomenal como ninguno. «¿Es posible tener un orgasmo con solo escucharle?» me cuestiono muy caliente y no me explico qué me ocurre. El sujeto pasa de mí fríamente y sigue su camino, admiro su espalda ancha, su altura y lo bien que le queda el pantalón que marca su trasero. Muerdo mi labio airándome para meterme en el ascensor antes de que convulsione por imaginarme la idea de follar bestial e intensamente con ese sujeto mientras arrugo en mis manos las sábanas. «¿Qué te está sucediendo, Valeria?» Niego con la cabeza, enfocándome de nuevo a lo que vine. Ese hombre enigmático no se despega de mi mente en los siguientes segundos… ** Detengo mis pies al escuchar la voz de mi padre, quien en este momento se encuentra con los abogados de ambas partes y el comprador, que parecían haber llegado a un acuerdo: ─Señor Green, es un honor que por fin hemos llegado a un buen acuerdo, así que, tenga la seguridad de que a partir de este momento nuestra relación comercial se fortalecerá. Aprieto mis puños con molestia al escucharle vender algo que no le pertenece. ─Perfecto, señor Morat, tengo muchas ansias de que Grupo Birken se parte importante de mi corporación…un éxito para ambos ─comenta el señor Thomas Green. Reacciono de inmediato y abro la puerta para no dejar que avance más esta injusticia. ─¡Detengan esto! ¡El trato no puede y no se cerrará! ─Manifiesto invadida por la rabia al verlos a la cara nuevamente después de cinco años, noto de inmediato los enfurecidos que se ven. «Nunca pensaron en lo más remoto que seguiría viva» ─¡Valeria! ¡¿Qué mierda haces aquí?! ─Espeta mi padre de manera incrédula para ponerse de pie y encararme. «Pensaron que me había suicidado por mi vergüenza» Marla hace lo mismo; se levanta apartando a mi padre para señalarme con su dedo de manera grosera y tajante. ─¿Quién te crees para interrumpir así, qué estás haciendo? ─Pregunta molesta. ─¿Acaso no es obvio? Soy la heredera de Grupo Birken, ni más ni menos y he venido a evitar que lo vendan ─espeto encarándola sin doblegarme. «Pensaron que nunca reclamaría lo que me pertenece» Paseo mi mirada por el grupo de personas que nos observan con atención, pero; uno en específico llama mi atención. ─Hola, un gusto, soy Valeria Morat. Estoy aquí para recuperar lo que legítimamente es mío. Mi abuelo le entregó esta empresa a mi madre y ella afirmó que yo sería su sucesora…de hecho, hay un documento notariado por los abogados de la familia. Por consecuencia, mi padre y mi madrastra no tienen derecho a vender mi empresa y desde este momento me haré cargo de ella ─espeto con firmeza. Thomas Green; el ejecutivo de ojos claros, parece sorprendido y desconcertado, recibe susurros de sus asesores como de sus abogados mientras que mi padre y Marla actúan con nerviosismo, porque decenas de millones están por escaparse de sus manos corroñosas. ─¡Mentiras, puras mentiras! ─Gruñe mi padre─. Cuando murió tu madre esta empresa pasó a mis manos, me pertenece. Puedo hacer y deshacer lo que quiera con ella ─agrega enervado y un poco desesperado. Dejo salir un resoplido, tratando de calmar mis impulsos. ─Es cierto ─añade Marla de manera patética─. ¡Hija de perra, te enseñaré a respetar en este momento! ─manifiesta eufórica alzándome su mano para abofetearme en un intento inútil de echarme del lugar. Sostengo su muñeca para evitar que me golpeé, lanzo su mano con asco apartándola de mí y doy un paso atrás acomodándome el blazer. ─Desgraciada, te atreves a poner resistencia ─gruñe frustrada por no haberme golpeado como anteriormente tuvo la oportunidad de hacer─. Se nota que no sabes de lo que soy capaz de hacer, ¡pondré fin a tu miserable vida! ─Agrega alterada abalanzándose sobre mí, esquivo sus intentos de atacarme como pordiosera. ─¡Marla! ─Exclama mi padre, al ver a su esposa frustrada por no poder golpearme. Pero de repente, al estar cerca de conseguirlo, un estallido en la mesa la detiene, llamando la atención de todos. Es el señor Green que se levanta de la mesa observándonos con molestia. ─Señor Morat, veo que su empresa está experimentando una disputa. Lo solucionará primero y una vez lo haga, resolviendo el problema…podremos reanudar nuestro trato comercial ─manifiesta de repente, dejándolos atónitos, perplejos y con la mandíbula dislocada. Marla se aleja de mí bajando sus manos, se encuentra apenada por su comportamiento soez. Que fue el que provocó alterar a su potencial comprador, ahora se encuentran ansiosos y con más ganas de hacerme la vida cuadritos, pero, a mí me sirvieron los cinco años para tener cojones y defenderme. Mi padre da un paso adelante intentando disculparse con el señor Green. ─Salgamos de aquí de inmediato, no hay nada más de qué hablar ─ordena Thomas, y todo su personal camina hacia la puerta de la salida. Sus abogados prácticamente corren detrás de él provocándome una sonrisa, todos los que le acompañaban desaparecen. ─¡Señor Green, disculpe, todo está bajo control…reanudemos…! ─Exclama Fer Morat de manera inútil porque la sala se inunda de un silencio sepulcral donde solo queda la familiar que representaba a los Morat. ─¡Quiero lo que es mío y ahora! ─Gruño ya agotada de todo esto, y a penas comienza. ─¡Eso no será posible, pequeña ingrata! ─Espeta de vuelta Marla─. Todo lo de tu padre tiene y yo, ha sido bajo nuestro cargo y Grupo Birken nos pertenece, nunca será tuya. Mejor vete a vivir bajo un puente que es seguramente lo que has estado haciendo con tus hijos bastardos ─agrega con acidez, el reflujo de mi estómago se dispara por la rabia de que tenga la osadía de insultarme de esa manera cuando ella era una simple mujer de clase media que soñó con cazar a un millonario deshonrado como mi padre; y lo logró. Aprieto mis puños y mi respiración se altera por su comentario. «No te rebajes» replico en mi interior. Vuelvo a mi postura anterior y firme, alzo mi ceja para ver a mi padre, esperando a que hable ante lo que acaba de decir su mujer. Mi padre de manera sorprendente; suspira y chasquea su lengua al pensar en algo o sentir alguna duda. ─Es obvio que la empresa le pertenece a tu difunta madre, quien anunció que podías heredarla y administrarlo con todo tu poder, pero…hay una cláusula importante y es que; solo puedes obtenerla después de casarte, por lo que noto no hay sortija de matrimonio en tu mano, así que, no tienes derecho de reclamar por nada. Hasta que encuentres un esposo ─manifiesta inesperadamente, abro los ojos con sobresalto al escucharle y es que, no tenía ni remota idea de eso. Arrugo mi cejo, analizando la condición…única condición. La más difícil que se me ha hecho obtener en mi vida normal. Sabía desde pequeña que mi madre dijo que una vez que fuera adulta tomaría las riendas de la empresa, y que, al parecer existe un documento el cual no tengo conocimiento. Comienza a dolerme la cabeza, esto me cayó de sorpresa, estoy helada ante lo que ha insinuado. «No es mía, porque no estoy casada aún» repito en mi mente. Tomo una bocanada de aire y trago con dificultad para plantar mis iris celestes hacia los de mi padre. ─Si me logro casar pronto…¿Me entregarás las compañía, cierto? ─Cuestiono, decidida a conseguirlo. «¿De dónde? No lo sé, pero, tendré que ingeniármelas. Eso incluye: llamar a todos mis ex» pienso, sin saber en lo que estoy a punto de meterme, solo tengo algo seguro: Me cansé de que me aplasten, me humillen y que no dejen que obtenga lo que quiero y deseo. La Valeria Morat de hace cinco años, ya no existe.
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