Emery se sentó y se cubrió rápidamente con la bata. "Aiden, yo...". "Ya tengo mis propios planes, así es que no intentes seguirme", dijo él y salió sin mirar atrás. Por un momento, la mujer se quedó mirando cómo se alejaba, pero de pronto entró en pánico y sin pensarlo dos veces, corrió tras él y lo abrazó por la cintura desde atrás. "Me equivoqué. Por favor, no te vayas... Guardaré silencio, Aiden y no objetaré nada de lo que digas", se disculpó, frenéticamente, porque sabía que si él se marchaba enojado haría que ella se arrepintiera. Ese hombre controlaba demasiadas cosas importantes en su vida. Sin embargo, él resopló con molestia y apartó los dedos de ella uno por uno con las manos. "Suéltame", le ordenó lacónicamente. Ella se negó, diciendo: "Por favor, no te